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El deber frente al genocidio

Nunca se había visto ambulancias con paramilitares para asesinar al pueblo y cuando se solicita para un enfermo o herido simplemente no hay

Por acuerdo presidencial número 111, aprobado el 25 de enero de 1950, queda establecido que el 26 de octubre se celebrará el Día del Médico Nicaragüense en honor a la fecha de nacimiento del doctor Luis H. Debayle (llamado el sabio).

Hasta 1979, el médico era un personaje respetado y admirado en nuestra sociedad, por lo que implicaba el sacrificio de cursar una carrera con un largo camino de estudios, que no termina nunca, así como lidiar con el sufrimiento provocado por la enfermedad con momentos de satisfacción por salvar una vida y de tristeza por perder un paciente.

En 1982, el gobierno sandinista que desde su inicio tildó a los médicos de burgueses y mercantilistas, bajó el salario de $1,200 a $18 dólares. En los años ochenta se fueron al exilio talentos médicos, sin dejar de mencionar que los pocos que quedaron eran excelentes profesionales, en esa década hay historias de heroísmo médico, tanto en el EPS como en la contra, cabe mencionar al doctor Francisco Ortega, lisiado de guerra, recientemente enviado en dos ocasiones al Chipote por apoyar al pueblo. Parece que los médicos siempre son blanco de los políticos y dictadores.

Repudiable lo que en Nicaragua ha sucedido desde el 18 de abril; órdenes de no atención médica, amenazas, persecución, despidos, encarcelamiento y exilio a quienes cumplen con su deber ético y moral (primum non nocere: lo primero es no hacer daño) para quienes son leales al juramento hipocrático la carta de Asociación Médica Mundial y el Estatuto de Ginebra. Esos hombres y mujeres que aún sabiendo que su vida corre riesgo han asistido a los reprimidos, los enfermos, los heridos producto de la represión de Ortega-Murillo quienes odian a este digno gremio y disfrutan del mal que le han provocado. El colmo es que hay malos hijos de Hipócrates que se prestan a servir al tirano siendo cómplices de crímenes horrendos vistos solo en la Alemania nazi, a estos se les juzgará igual que a sus amos.

Nunca se había visto ambulancias con paramilitares para asesinar al pueblo y cuando se solicita para un enfermo o herido simplemente no hay. Gran orgullo fue ver a nuestra gente apoyando a los médicos en la marcha a favor del gremio. Por último, el sabio Debayle era suegro de Somoza y nada que ver con el somocismo como dicen los neonazis, traidores de la patria.

Quiero entonces felicitar a mis colegas en cualquier parte del mundo que estén. La historia nos ha enseñado cómo terminan los dictadores y debemos estar seguros que Nicaragua volverá a ser República.

El autor es cardiólogo-pediatra en el exilio, secretario de Asociación Médica Nicaragüense. Miembro del Consejo Nueva Nicaragua.

Columna del día despidos Genocidio médicos Nicaragua archivo

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