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Managua,Nicaragua 25de Octubre 2018 Padre Raul Zamora, a cargo de la parroquia Jesus de la Divina Misericordia .LAPRENSA/Roberto Fonseca

El testimonio del padre Raúl Zamora, de la parroquia Divina Misericordia: “Yo pensé: aquí me matan”

La iglesia del padre Raúl Zamora tiene las paredes blancas llenas de huecos. Vásquez, uno de los estudiantes que este sacerdote sacó de la universidad, murió ahí la madrugada del 14 de julio

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Entre la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en Managua (UNAN-Managua) y el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) “Arlen Siu” hay un camino de tierra, rodeado de espeso monte.

El viernes 13 de julio pasado, el padre Raúl Antonio Zamora Guerra perdió la cuenta de las veces que entró y salió con su camioneta por ese camino para sacar a los jóvenes que estaban siendo asediados por paramilitares.

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Ese fue el último día que la universidad estuvo tomada por los estudiantes que, desde el ocho de mayo, la ocuparon como forma de protesta para exigir autonomía universitaria, elecciones libres y el cambio de autoridades estudiantiles. Hasta antes de ese día, los principales accesos a la universidad estaban cerrados con barricadas levantadas para resistir ante el poder de quienes gobiernan.

Vídeo: Así quedó la Iglesia Divina Misericordia en Managua tras ataque de paramilitares

El padre Raúl, de 45 años, es el sacerdote a cargo de la Parroquia Jesús de la Divina Misericordia, ubicada en Villa Fontana, a menos 100 metros de la UNAN-Managua. Con él, los jóvenes se comunicaban por teléfono para avisarle cuando podía sacar a alguno que resultaba heridos tras el ataque.

Noticia mundial

Zamora los llevó a la parroquia adonde continuó horas más tarde la cacería después que los paramilitares les siguieron el rastro.

La noticia del ataque armado a la parroquia fue mundial. Fue la nota principal del diario estadounidense Washington Post, por el testimonio de uno de los periodistas de ese rotativo, Joshua Partlow, quien logró sobrevivir para contar desde adentro las 15 horas de acoso.

“Yo creo que pasé tres semanas grave– crítico después de eso– emocionalmente y físicamente me afectó mucho, porque fue una experiencia tan dolorosa y de repente se me hace un nudo en la garganta de solo pensar en eso”, cuenta Zamora.

El valor del sacerdote fue reconocido el 26 de julio pasado por el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, que lo llamó “héroe de la fe”, durante un evento religioso en aquel país, en que el alto funcionario denunció a Ortega “por librar virtualmente una guerra contra la Iglesia Católica”.

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La mirada de la muerte

Ese viernes 13 de julio, aunque fueron incontables las veces que el sacerdote entró a la UNAN para sacar de poco a poco a todos los jóvenes heridos, no olvidó cuando en una de esas ocasiones alcanzó a ver cara a cara a un paramilitar.

El padre conducía su camioneta y entonces repentinamente vio emerger en el monte a un hombre entre los 40 y 50 años, vestido todo de negro, con el arma empuñada, sin capucha, caminando directo hacia el vehículo.

Los dos se quedaron viendo fijamente durante algunos segundos. Aquello pareció una eternidad tras el ataque a la universidad. Aquellos hombres simbolizaban la muerte.

“Al verlo yo, y él me vio a mí, entonces él se escondió, se fue para abajo, en el zacate, y yo pensé: aquí me matan, porque él va a llamar a otro y me van a disparar, pero no ocurrió así, entonces ahí estuvo la mano de Dios. Este hombre, ya sea que me reconoció como sacerdote o tal vez… no sé… no estaba muy de acuerdo (con lo que hacían), me hizo ver que algunos no andaban muy de corazón haciendo eso”, dice el padre Zamora al relatar su historia.

Los paramilitares son civiles armados afines al gobierno de Daniel Ortega. Se coordinan con la Policía para reprimir las protestas ciudadanas desde que comenzó la crisis en abril, cuando inició la rebelión cívica que la dictadura ha intentado sepultar con violencia.

Según organismos de defensa de derechos humanos, entre 325 y 528 personas han muerto por la represión policial y paramilitar. Entre ellos fueron asesinados niños, adolescentes y estudiantes como los que el sacerdote llegó a rescatar la noche del ataque a la UNAN.

Gerald Vásquez y Francisco José Flores fueron los jóvenes asesinados la noche cuando los paramilitares “desalojaron” la universidad. Las víctimas recibieron un disparo en la cabeza, según confirmó la Arquidiócesis de Managua y organizaciones de derechos humanos

La divina misericordia

Managua,Nicaragua 25de Octubre 2018 Parroquia Jesus de la Divina Misericordia .LAPRENSA/Roberto Fonseca

La iglesia del padre Raúl Zamora tiene las paredes blancas llenas de huecos. Vásquez, uno de los estudiantes que este sacerdote sacó de la universidad, murió ahí la madrugada del 14 de julio.

El día del ataque paramilitar los estudiantes fueron obligados a evacuar la UNAN. Fue entonces cuando se comunicaron con el padre Raúl Zamora y los paramilitares le siguieron el rastro hasta la Parroquia Jesús de la Divina Misericordia, adonde llegaron también a disparar.

Nadie adentro resultó herido. El padre Raúl lo atribuye a un milagro, porque la iglesia fue acribillada, tanto que otro de los sacerdotes relató que se contaron más de 130 agujeros de bala en el techo.

La Parroquia Jesús de la Divina Misericordia comenzó a ser construida en 2004, bajo la administración del sacerdote Nazareth Ricarte.

Sin embargo, el padre Raúl recuerda que desde 1999 se celebraba la misa en el lugar donde sería la iglesia: primero en una enramada y luego en un ranchito hecho con palmas. Los habitantes vendían paella, hacían kermés y rifas para la construcción del templo.

Huellas de represión

Desde el 13 de julio, las paredes y lo vitrales rotos de esa iglesia dan testimonio de la crueldad de un gobierno que no puede resolver los problemas más que con la violencia y la vía armada.

El padre Raúl recibió el consejo de no reparar las paredes ni la imagen baleada de Jesús de la Divina Misericordia, para que ese daño quede como testimonio de lo ocurrido. El sacerdote dice que, desde entonces, esta parroquia se ha vuelto un sitio de peregrinación.

“Estas balas muestran un ataque despiadado, sin misericordia contra unos jóvenes que estaban refugiados aquí. Pero ahora veo todas estas balas, todos estos huecos como las llagas del Señor, las llagas del pueblo. Los tres disparos que tiene Jesús en los rayos del luz son muy significativos, la gente que viene a orar se siente identificado con el dolor de la gente que estuvo aquí”, explica.

Aquel juego de infancia

El padre Raúl Zamora es originario de Juigalpa, Chontales. Creció en una familia católica. Desde los ocho años jugaba a oficiar la misa, pero sus parientes le decían entre risas que iba ser “padre, pero de familia”.

La guerra de los ochenta lo obligó a emigrar a Estados Unidos. En Los Ángeles, California, estudió dos años la carrera de arquitectura. Regresó a Nicaragua a los 23 años y a los 28 años ingresó al Seminario de La Purísima. Fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 2004, a los 31 años de edad, por el cardenal Miguel Obando y Bravo. Su primera misión como sacerdote fue ir a confesar a los reos de la Cárcel Modelo.

Estas balas muestran un ataque despiadado, sin misericordia. Pero ahora veo todos estos huecos como las llagas del
Señor, llagas del pueblo”
Raúl Antonio Zamora, sacerdote de la Parroquia Divina Misericordia.

Managua,Nicaragua 25de Octubre 2018 Parroquia Jesus de la Divina Misericordia .LAPRENSA/Roberto Fonseca

 

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