La máscara es un elemento importante en toda América. Algunas utilizadas en nuestras danzas fueron introducidas por los africanos que habitaban en España y vinieron como esclavos de los españoles.
Estos trajeron máscaras de diablos cornudos y apariencia espantosa que con sus desenfrenados movimientos y gesticulaciones epilépticas personificaban el mal.
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Es así como el bien y el mal adquieren diferentes connotaciones en las religiones indígenas.
La celebración del Corpus Cristi fue uno de los antiguos festejos de la Iglesia católica, en el se tributaba culto particular a la Eucaristía.
En esta celebración se representaban las virtudes, los vicios, santos y apóstoles, ángeles, demonios, dragones, gigantes y enanos.
Las imágenes de enmascarados representando dioses, espíritus y símbolos en las religiones indoamericanas sirvieron de pretexto para imponer otra imaginería.
Diablos y diablitos
Así fue que en América se conoció la personificación de los diablos y su novedad, los diablitos. Estos eran negros esclavos, vestidos con trajes de colores.
Sin embargo, los portadores de estas máscaras de diablos se convierten después en bufones y en diablos que hacen maromas y causan risa.
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Es bueno recordar que los trajes de los bailes de gitanas, mestizaje y promesantes se complementaban con el uso de máscaras de cedazo. Al pasar los años el uso de las máscaras vino decayendo.
Esta situación es parte de la dinámica del folclor, porque lo que fue importante para el pueblo con el tiempo deja de tener importancia.
*Bailarina y maestra de folclor
Arnulfo Agüero
La bailarina y maestra de generaciones Irene López ha sido invitada al Festival del Folclor de Oruro, Bolivia, donde impartirá una conferencia sobre los diablitos.
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López también anunció que abrirá un taller de teoría y metodología de la danza a profesores en el Centro Cultural del Folklore y la Danza Popol Vuh, que iniciará el próximo 3 de noviembre.
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