Este 5 de noviembre se cumplieron 12 años desde que Daniel Ortega con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) retornó al gobierno en Nicaragua con el 38 por ciento de los votos, lo que para los seguidores del orteguismo fue motivo de celebración, sin embargo para quienes le adversan es un recordatorio de cómo el sistema democrático se ha deteriorado.
Ortega gobernó por primera vez entre 1979 y 1990, y luego perdió tres elecciones consecutivas (1990, 1996 y 2001).
Sin embargo, en su último intento en 2006 recuperó el poder gracias al pacto con el caudillo liberal Arnoldo Alemán, mediante la división de sus adversarios liberales y con una reforma constitucional para ganar con menos del 50 por ciento de los votos.
Fueron las últimas elecciones limpias en el país, ya que luego Ortega ha cometido fraude en cada comicio convocado.
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La dictadora Rosario Murillo, vicepresidenta y pareja de Ortega, dijo que al cumplirse 12 años “cerramos un ciclo” de celebraciones y enseguida repitió el discurso de odio en contra de quienes desde abril de 2018 exigen su renuncia y la de Ortega.
En 2006 el FSLN ganó con el 38.07 por ciento de los votos, seguido del Partido Liberal Independiente (PLI) con Eduardo Montealegre de candidato —que obtuvo el 29 por ciento— y el PLC un 26.51 por ciento.
Eliseo Núñez, exdiputado, explicó que fue el pacto con Alemán, del PLC, lo que permitió a Ortega ganar ya que mediante reformas constitucionales se bajó del 45 al 35 por ciento el porcentaje para ganar en primera vuelta.
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Represión
El analista Eliseo Núñez refirió que en estos 12 años Daniel Ortega ha instaurado una dictadura, pues se ha aferrado al poder violando las leyes a través de fraudes electorales y reprimiendo al pueblo.
“Es una regresión total del avance de la democracia en los 16 años posteriores al 90, y significa la construcción de una nueva dinastía familiar”, dijo Núñez.
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