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Por Ley, botar antes de votar

La retórica demagógica del orteguismo desesperadamente busca cimientos para sostenerse. Ahora se ha enunciado reconciliación “por Ley”. ¿Cómo tener reconciliación si no hay justicia ni paz? Es como decretar “prohibido ser infeliz hay que ser felices por Ley”.

No existe en Nicaragua el Estado de Derecho. Proponer una Ley de Reconciliación es una manipulación más para hacer creer que existe el estado de derecho. Si tuviéramos una cultura que respete la ley entonces tendríamos un gobierno con descentralización de las funciones estatales legislativas, ejecutivas y jurisdiccionales, las instituciones públicas tendrían autonomía, tendríamos una sociedad participativa y pluralista. Y habría una preeminencia del interés social general pero sobre todo se respetaría la dignidad de la vida humana.

La ley ha hecho legal lo ilegal. Sabemos que Ortega no es un presidente electo sino designado por el Consejo Supremo Electoral (CSE), que no es sino el mecanismo que la Asamblea Nacional y la Corte Suprema de Justicia avalan para hacer creer que hay elecciones. Y sabemos que pareciera que por Ley se ha decretado prohibir que hayan “expresidentes”.

En vez de imponer por Ley una cultura de paz, se debería deponer por Ley la cultura electoral. Cultura que “ha hecho legal” lo corrupto. El somocismo fue una desgracia histórica en tiempos de mis abuelos, luego de mis padres y después en mi juventud. Hoy el orteguismo ha llegado a ser algo mucho más complejo y represivo que lo que fue el somocismo. Por esta razón creo que no es tan necesario botar a Daniel Ortega como sí lo es botar instituciones como el CSE y educar cívicamente antes de votar. El principio de gobierno del orteguismo es gobernar por debajo y engañar por arriba. Pero no nos ha engañado.

Todos sabemos el CSE significa la mentira oficial para designar al próximo presidente. Sabemos que hace milagros, ya que el presidente del CSE con su salario mensual de cinco mil dólares pagó su casa de Costa Rica valorada en tres millones de dólares, dos jets privados de más de dos millones de dólares y una propiedad en San Juan del Sur valorada en más de ochocientos mil dólares. No nos engañó la actitud “reconciliadora” de Rivas que renunció a su cargo precisamente un día después que el orteguismo asesinó a 16 personas. Y sabemos que aunque Rivas renuncie a sus poderes de presidente designado del CSE aún sigue a flote conservando su cargo. Seguirá gobernando por debajo. No ha bastado que Rivas se fuera del CSE. Por Ley hay que botar el CSE antes de votar. Mientras el CSE siga siendo esa alcantarilla abierta de aguas negras seguirá engendrando el lodazal político putrefacto en que hemos estado: ayer Somoza, hoy Ortega y mañana otra cosa.

El autor es ingeniero en Telecomunicaciones.

Opinión Ley de Reconciliación Nicaragua archivo
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