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Azarías H. Pallais, el poeta sacerdotal

Azarías de Jesús Pallais Bermúdez, poeta sacerdotal, hombre embriagado de evangelio, adelantado a sus tiempos y referente del movimiento vanguardista literario.

Mucho se ha escrito de su papel como poeta del vanguardismo, pero resulta imposible no encontrar en toda su obra el olor a evangelio y la influencia de su amor místico con Dios. Al final, hablamos de un sacerdote católico, un hombre que no solo fue tocado por la providencia en el hecho de otorgarle dones de extrema sabiduría, valiéndole la admiración de los sabios de la época, sino también para compartir la cruz y el sufrimiento de Cristo en carne propia. La humillación, el desprecio y la calumnia por los poderosos de su tiempo fueron elementos que configuraron el camino de santidad de Azarías.

La poesía como fruto de lo que esconde el alma del poeta pone de manifiesto en sus versos la esencia misma del corazón del autor, la exquisita poesía del padre Palláis es por ello reflejo íntegro y fiel del Dios que lo sedujo a vivir en entrega a su voluntad, vivió toda su vida en un total desprendimiento evangélico, es un contemplativo en la acción.

Sus escritos, más que llevar una gran carga litúrgica, son fruto de sus experiencias místicas elevadas, recibe desde un primer momento de su vocación un fuerte llamado profético de denuncia a las injusticias sociales de su tiempo atacando siempre con rudeza el pecado, pero nunca al pecador, jamás profesó ninguna ideología diferente a la plasmada en la escritura. Esta será su misión durante toda su vida, hacer posible las bienaventuranzas y trabajar por la justicia social en la construcción del reino de Dios. Asumiendo con valentía evangélica las incomprensiones, vive en plenitud la pobreza voluntaria como liberación personal y de entrega a Jesucristo a la auténtica espera del reino de Dios. Será esta misma pobreza parte clave de su historia personal.

La experiencia de toda vocación cristiana parte del corazón mismo de Dios. Él vive en esta conciencia de la gratitud del inmerecido llamado que atesora durante todo el camino, gastándose la vida donde la obediencia le destina hasta su muerte con el corazón enamorado.

Reflejo de ese amor quedan sus versos, pero más por encima de sus palabras, los frutos por los que se dio a conocer el santo cura de Corinto, donde ahora duerme eternamente. Hoy el pueblo de Dios puede proclamar a viva voz: “en Corinto yace Azarías Pallais que mientras vivió, amó”; y pedir especialmente por intercesión del padre Pallais el retorno de la paz y la reconciliación nacional, mientras esperamos el reconocimiento de la Iglesia a este fiel hijo de su seno.

El autor es licenciado en comunicación y relaciones públicas.

Opinión Azarías H. Pallais Nicaragua Poeta archivo
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