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Construir el futuro

Hoy como ayer, debemos saber entender el lenguaje apocalíptico. No es raro encontrarnos con gente que, al ver las desgracias que ocurren en el mundo, se atemoricen hasta con la llegada del fin del mundo cuando se lee que “después de esa angustia llegarán otros días; entonces el sol dejará de alumbrar, la luna perderá su brillo, las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. Y verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria. Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. (Mc. 12, 24-27).

Jesús nos habla con un lenguaje escatológico y apocalíptico. Escatológico porque nos habla de un futuro que va a llegar y lo hace con un estilo muy propio del pueblo judío de aquellos tiempos. Apocalíptico porque, a través de un lenguaje simbólico, nos quiere revelar que con el presente nos estamos jugando el futuro.

Hay momentos muy duros, tanto a nivel político, social, económico, familiar y aún religioso y construir el presente no es fácil. Los problemas y reveses nos agobian y se presentan cuando menos los esperamos. La vida es una ininterrumpida e intermitente sucesión de problemas que solo se agotan con la muerte. Hay momentos en que se nos apaga toda luz y el cielo entero parece que se nos va a caer encima.

Es por eso que Jesús nos llama a la vigilancia, para que en esos momentos no caigamos en el desánimo, ni tiremos la toalla como la gente timorata, incapaz de mirar más allá de los mismos problemas. Para Jesús caminar hacia la meta conlleva el dolor de lo que dejamos, pero también la alegría del premio que está por llegar.

El mañana se construye con los sudores y las lágrimas del hoy, con el trabajo agotador del día a día. Y es hoy cuando construimos lo que mañana será la sociedad en que vivamos. No esperemos un futuro prometedor si no sembramos hoy lo que queremos cosechar mañana ya que, es hoy, cuando los jóvenes construyen su mañana. No esperen un buen futuro, si hoy viven en la irresponsabilidad, la indiferencia y sin compromiso.

Es hoy, cuando los esposos construyen lo que van a ser mañana. No esperen un mañana feliz, si hoy siembran mentiras, engaños, desconfianzas e infidelidades. Es hoy cuando los padres construyen el mañana de sus hijos. Dejar irresponsablemente este trabajo para después, es arruinarles su futuro.

Desconocemos cuándo llegará la victoria y el futuro exitoso, como nos dice Jesús en el evangelio (Mc. 13, 32); lo único que sí sabemos es que, solo sembrando, se recoge la cosecha. La suerte del mañana está en las manos de hoy; no nos engañemos. El mañana prometedor no cae del cielo; se siembra aquí, en esta tierra y en el hoy.

El autor es sacerdote católico.

Opinión Dios lenguaje apocalíptico archivo
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