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Monseñor Silvio Báez compartió un almuerzo con personas que viven en las calles de Managua en el asilo de ancianos de las Hermanas de la Caridad. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Iglesia católica nicaragüense en jornada por los pobres

En el marco de la segunda Jornada Mundial de los Pobres que mandó a celebrar el papa Francisco, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, compartió un almuerzo con personas que viven en las calles de la capital nicaragüense

En el marco de la segunda Jornada Mundial de los Pobres que mandó a celebrar el papa Francisco, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, compartió un almuerzo con personas que viven en las calles de la capital nicaragüense. El convivio realizado ayer fue organizado por las Hermanas de la Caridad y la comunidad de San’t Egidio.

“Venimos a servirles y a comer con ellos, es como un signo de lo que el mundo debería ser y de lo que nosotros queremos ser. Tener a los pobres en el centro de nuestro corazón y sobre todo demostrar, el papa decía ‘es como una gotita de agua en el desierto’, mostrar con este gesto que los bienes de la tierra son para compartirlos, los bienes que Dios nos da son para hacernos más hermanos”, expresó Báez.

El jerarca católico manifestó que todos los cristiano deben ver el rostro de Cristo reflejado en cada pobre de la tierra y explicó que es su deseo que su ministerio de obispo esté consagrado a la población más vulnerable.

“No es un gesto de caridad, no es una limosna, aquí lo que venimos a hacer es un gesto de amistad. Hoy yo me voy a sentar a comer con ellos y sobre todo hacer lo que el papa quiere, escucharlos. Había una señora que me dijo ‘usted es el que sale en la televisión’, la gente nos ve, ve a los obispos a través de los medios de comunicación y hoy están felices de estar con un obispo y poder platicar con él”, dijo Báez.

Por su parte la representante de la comunidad de San’t Egidio, Nadia Téllez, explicó que las personas que asistieron al convivio con monseñor Báez son atendidas regularmente por las Hermanas de la Caridad.

“A estas personas que están acá las hermanas les dan de comer dos o tres veces por semana, simplemente hicimos la invitación para hoy, nosotros los conocemos porque hemos hecho actividades con ellos… son gente muy pobre, muchos de ellos duermen en la calle y también los conocemos por otro servicios, a algunos de ellos los visitamos en Catedral”, dijo Téllez.

Monseñor Silvio Báez compartió un almuerzo con personas que viven en las calles de Managua en el asilo de ancianos de las Hermanas de la Caridad. LA PRENSA/O.NAVARRETEEn el mensaje del papa Francisco de ayer domingo, el sumo pontífice insta al pueblo católico a escuchar el grito de los pobres y platicar con ellos.

“La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío.
“Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza, y sin embargo puede ser un signo de compartir para cuantos pasan necesidad”, dijo el sumo pontífice.

El papa almorzó con 1,500 pobres

Ayer luego del rezo del Ángelus el papa Francisco almorzó con 1,500 personas en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres que celebró la Iglesia católica.

“Agradecemos a los que han traído el almuerzo, a quienes lo servirán. Agradecemos a todos los que estamos aquí. Que Dios bendiga a cada uno de nosotros, nuestros corazones, nuestras intenciones y nos ayude a seguir adelante. ¡Buen almuerzo!”, expresó el sumo pontífice.

Francisco también dijo que, como este almuerzo, “muchas iniciativas de oración y de compartir se promueven hoy (ayer) en las Diócesis de todo el mundo, para expresar la cercanía de la comunidad cristiana a cuantos viven en condiciones de pobreza”.

La Jornada Mundial de los Pobres, resaltó, “quiere ser un signo de esperanza y un estímulo para convertirnos en instrumentos de misericordia en el tejido social”.

Monseñor Silvio Báez compartió un almuerzo con personas que viven en las calles de Managua en el asilo de ancianos de las Hermanas de la Caridad. LA PRENSA/O.NAVARRETE

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