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Carlos R. Flores

ARA San Juan encontrado

Coincidentemente un año y un día después fueron encontrados los restos de la nave submarina argentina ARA San Juan, en la cual predeciblemente, pereció toda su tripulación; 44 marineros quienes fueron víctimas de una tragedia que tiene sus explicaciones técnicas y administrativas aún en desarrollo

Coincidentemente un año y un día después fueron encontrados los restos de la nave submarina argentina ARA San Juan, en la cual predeciblemente, pereció toda su tripulación; 44 marineros quienes fueron víctimas de una tragedia que tiene sus explicaciones técnicas y administrativas aún en desarrollo, y en otro plano también, graves responsabilidades legales para quienes fueron parte de la cadena de mando que permitió que la embarcación se mantuviera operando, a pesar de conocer su historial de fallas y desperfectos técnicos.

Identificar las causas raíces del percance en lo que respecta al pobre desempeño del equipo y sus componentes, es de crucial importancia más allá de lo obvio que pueda significar el encontrar explicaciones a hechos irremediables.
Lo fundamental es dilucidar las conductas administrativas que llevaron a que se relativizaran estos problemas, se dejaran sin resolver, careciendo de una verdadera estrategia de mantenimiento preventivo y predictivo, que pudieran evitar una conjunción de situaciones anómalas como la que puso en riesgo fatal la vida de esa valiosa tripulación.

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Este es el objetivo medular, el poner en práctica lecciones que eviten su repetición para que las organizaciones empresariales y su alta gerencia puedan comprender que las responsabilidades administrativas –cuando son relativizadas o sujetas a una agenda ejecutiva– incluyendo el famoso principio de la obediencia debida, puede también tener sanciones legales.

Es por eso fundamental que en caso de equipos de alta confiabilidad operativa se puedan analizar bajo un proceso continuo las situaciones acontecidas a los equipos y procesos, especialmente las fallas, aun las más leves, mediante la formulación de una estrategia de mantenimiento apropiada.

En el caso particular, cobran relevancia varios aspectos que como componentes de conocimiento para la formulación de dicha estrategia de mantenimiento, ya eran conocidos sobre la nave siniestrada: su relativa avanzada edad y obsolescencia tecnológica, la ausencia de un presupuesto efectivo de mantenimiento que permitiera emprender con rigurosidad el régimen requerido de verificaciones, reemplazo de componentes y repotenciamiento necesario de tecnología naval.

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Se comprobó que en la último overhaul, o mantenimiento mayor que experimentó esa nave en los astilleros alemanes, el régimen técnico aplicado fue minimizado en su alcance debido a problemas presupuestarios para costear la integridad y apego a los estándares críticos de los componentes que debieran haber sido reemplazados, llegando entonces a sustituírsele piezas y mecanismos por unos de inferior calidad, y que debido principalmente a esa cultura de recortes continuos de fondos, que como virus mental, ataca a las cúpulas empresariales que consideran que se pueden hacer ahorros en el mantenimiento, lo cual en este caso de una corporación militar, también probó ser funesto.

Han venido saliendo a flote numerosas anomalías sobre el mantenimiento y el estado técnico de este buque, como el recorte continuo de gastos operacionales a la armada argentina, lo cual fue parte de una agenda política que impactó directamente en las capacidades operacionales de una mayoría de activos navales que degradaron críticamente las capacidades técnicas de esa fuerza naval.

Del análisis que se ha venido realizando desde fuera de la institución naval argentina, queda en evidencia que no existía más estrategia de mantenimiento que el correctivo, sin considerar que en un activo como el del caso, la mayoría de las erogaciones debieran ser en conceptos predictivos (análisis de vibraciones, pruebas de ultrasonido, radiografías, termografías, inspecciones visuales rigurosas conducidas por expertos) que superan varias veces aquellas que pudieran considerarse “correctivas”, puesto que las condiciones de operación son, por su propia naturaleza, extremas.

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Vale la pena enfatizar que el desastre del ARA San Juan es en realidad una tragedia administrativa. Esto significa que las decisiones gerenciales prudentes fueron acomodadas para realizar el trabajo de una forma conveniente, sin haber nadie considerado en su horizonte de sucesos, la posibilidad de una catástrofe de este tipo.

La relativización de los criterios técnicos, la compulsión a aceptar lo anormal como una norma operacional -en lo correspondiente a eventos técnicos documentados desde leves hasta graves-, contribuyó a formar una cultura de negación incrementando las probabilidades de un desastre. Esta tragedia es un caso vivo de estudio para las gerencias de empresas de alta confiabilidad operativa, para que puedan vacunarse en contra de las conductas administrativas riesgosas que incuban eventos catastróficos.

El autor es consultor en Seguridad Operacional y director ejecutivo de Cambio Cultural Consultores
[email protected]

Economía Carlos R. Flores Competitividad Empresarial archivo

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