Jonathan Loáisiga aparece siempre en el centro de las conversaciones cuando los Yanquis de Nueva York realizan una transacción con el objetivo de fortalecerse.
Es lógico. Cualquier movimiento podría tener algún tipo de repercusiones sobre el futuro del prometedor tirador nicaragüense, que intenta establecerse en el 2019.
La dificultad surge, creo, cuando la inmediatez y los comentarios infundados, le roban espacio a la sensatez y al debate sosegado, y las conclusiones son precipitadas.
Debemos partir de que los Yanquis, es claro que desean ganar ahora. Y harán lo que esté a su alcance para darle balance a un equipo que se vino a pique en los playoffs.
Y su prioridad es picheo. Y al staff abridor, que al inicio solo tenía a Luis Severino y Masahiro Tanaka, añaden a CC Sabathia y James Paxton, mientras buscan algo más.
Se ha insistido en que los Yanquis desean a Patrick Corbin o a Dallas Keuchel o cualquier otro brazo de calibre que esté disponible. Loáisiga no puede controlar eso.
Lo único a su alcance, es estar preparado para cuando llegue la oportunidad y sobre eso no ha perdido tiempo. El nica ya está entrenándose y seguro estará en gran forma.
Este año, Jonathan lanzó en Grandes Ligas después de una lesión de Tanaka y en sus cuatro aperturas lució bien. Mostró potencia, control y sobre todo, mucha valentía.
El año pasado era un joven con posibilidades. Ahora ya demostró que no se asusta ante las luces de Nueva York y se le toma en cuenta como un candidato a un puesto.
De modo que pase lo que pase en el staff, está en mejor posición que el año pasado. Y si se presenta con salud y en buena forma, es probable que se quede con un puesto.
Y si no es en Nueva York, pues en algún lugar lanzará. Un talento como el suyo no pasa inadvertido. La clave es que tenga salud y que esté en forma, el resto fluirá solo.
Por ahora, Loáisiga ya se alista para el reto del 2019, un año en el que pretende comenzar a escribir su historia con más firmeza todavía. Y tiene con qué hacerlo.
Sigue a Edgard Rodríguez en Twitter: @EdRod16