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El reinado de Jesús

En la Sagrada Escritura se proclama que el Mesías, el enviado de Dios, será y se proclamará verdaderamente el Rey que salva.

El profeta Zacarías decía al pueblo judío: “Alégrate, ciudad de Sión; aclara Jerusalén, mira a tu Rey que está llegando justo, victorioso, humilde, cabalgando en un burro” (Zac. 9, 9). Pero pronto la figura del esperado Rey liberador se iría configurando en el pueblo judío como un Rey de este mundo, aunque más poderoso. De hecho: cuando los judíos vieron el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces realizado por Jesús, pretendieron hacerle Rey, pero Jesús huyó al monte (Jn. 6, 15).

Los mismos discípulos de Jesús creyeron que el Rey anunciado por Zacarías y esperado por todo el pueblo, era Jesús, Rey poderoso de este mundo; por eso, discutían entre ellos quiénes iban a ocupar los primeros puestos, cuando se hiciera realidad lo esperado (Mc. 9, 34). Pero Jesús les dijo: “Saben que los que figuran como jefes de las naciones, las dominan y que sus grandes les imponen su autoridad. No ha de ser así entre ustedes… El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino para servir y dar su vida por todos” (Mc. 42-45).

De hecho, cuando una multitud de gente se entera de que Jesús va a entrar en Jerusalén, salieron a su encuentro y empezaron a gritarle a Jesús: “¡Bendito el que llega, el Rey de Israel!” (Jn. 12, 12-13). Pero Jesús, viendo que su intención era nacionalista, toma un borrico y les hace recordar la profecía de Zacarías (Zac. 9, 9; Jn. 12, 14-15). El mismo Jesús, que nunca había hablado de que Él era Rey para que no le confundieran con los reyes de este mundo, cuando le pregunta Pilato, si Él es Rey, le responde: “Tú lo dices: Yo soy Rey” (18, 37); “Pero mi reino no es de este mundo” (Jn. 18, 36).

Es verdad, Jesús es Rey. El Apocalipsis llama a Jesús “Señor de los Señores y Rey de Reyes” (Ap. 17, 14). Sin embargo, muchas veces da la impresión de que los cristianos no hemos entendido esto.

A Cristo le hemos acercado al estilo de los reyes de este mundo, con un cetro real, revestido con mantos reales. Se nos ha olvidado lo que Jesús le dijo a Pilato: “Yo soy Rey; pero no de este mundo” (Jn. 18, 36).

Para Jesús el Reino de Dios se hace realidad, cuando construimos la Buena Noticia que Dios quiere que hagamos realidad: ser hombres nuevos viviendo como hijos de Dios y hermanos los unos de los otros porque solamente así seremos capaces de construir esa nueva sociedad en la que todos soñamos.

Jesús es Rey porque Él fue el primero en ser ese hombre nuevo, capaz de construir esa nueva sociedad (Hch. 14, 17-19). Jesús vive para el reino de Dios. Es su verdadera pasión. Por esa causa se desvive y lucha. Por esa causa es perseguido y ejecutado. Para Jesús, “solo el Reino de Dios es absoluto; todo lo demás es relativo”, por eso, nos dice el libro de los hechos de los apóstoles que “todo lo hizo bien” (Hch. 10, 38-39).

El autor es sacerdote católico.

Opinión Jesús reinado archivo
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