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La dictadura policíaca

La Policía Orteguista prohibió e impidió que las mujeres acompañadas por los ciudadanos democráticos de Nicaragua, pudieran conmemorar durante el reciente fin de semana el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el 25 de noviembre en todas partes del mundo.

Nos referimos al mundo democrático, por supuesto. Sin embargo esta conmemoración se permite aún en países donde hay dictaduras, pero no son tan intolerantes y absolutistas como la de Daniel Ortega en Nicaragua.

Nosotros esperábamos que la Policía Orteguista prohibiera la conmemoración en Nicaragua de la jornada mundial en defensa de la dignidad, la integridad física y la vida de las mujeres. La dictadura había advertido claramente que no permitirá ninguna movilización pública que no sea la de sus propios partidarios y los empleados públicos a los que humillan obligándolos a “rotondear” y apoyar las actividades políticas oficialistas. Y además de amenazar, la Policía ha encarcelado a quienes se han atrevido a desafiarla.

Creíamos que para negar el permiso de marchar la Policía se escudaría en el pretexto de que las organizaciones cívicas que notificaron su decisión de salir a la calle el domingo 25 de noviembre, no solicitaron permiso ni pidieron la autorización policial, como dice en su artículo 7 la Ley de la Policía que le da la función de autorizar o dar permiso para manifestaciones en la vía pública.

El argumento de la Policía fue que la Unidad Nacional Azul y Blanco —organización que notificó la decisión de marchar el domingo 25 de noviembre—, “carece de personalidad jurídica”. Pero ni la Constitución ni la Ley de la Policía establecen que solo las organizaciones que tienen personería jurídica pueden hacer manifestaciones pacíficas. Insólitamente, la Policía Orteguista se ha arrogado la facultad de legislar, de reformar su ley orgánica e inclusive la misma Constitución, algo que no hizo ni siquiera la policía nazi de Alemania.

Como se ha informado, las organizaciones femeninas reaccionaron a la arbitrariedad de la Policía Orteguista asegurando que no desistirán de luchar por el respeto a los derechos de las mujeres y de todos los ciudadanos nicaragüenses. “Seguiremos encontrando los medios posibles para continuar movilizándonos pacíficamente tal y como lo hemos venido haciendo hasta hoy, procurando la seguridad de los y las manifestantes. Este domingo 25 no iremos a la calle por el asedio del régimen, pero seguiremos en resistencia”, declaró una de las portavoces de las organizaciones feministas.

Así tiene que ser. El camino de la lucha cívica y resistencia pacífica que han escogido los ciudadanos y las organizaciones democráticas nicaragüenses, para luchar contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y por la restauración de la democracia en Nicaragua, pasa necesariamente por esos obstáculos. Pero no por eso se debe desistir de la lucha justa ni someterse a la arbitrariedad del orteguismo.

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