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Cambio de frente

El rey Juan Carlos no emboca una – se sacó un foto con Mohammed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudí, muy notorio por ser vinculado al asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

Se calificó como una foto inoportuna. La realidad es que ambos se encontraron en el palco de autoridades que asistían al Gran Premio de Abu Dabi (Fórmula Uno).

Como se sabe Juan Carlos es un gran amigo de la realeza árabe, razón que motivó muy buenos acuerdos financieros y comerciales para España y pingues negocios para las empresas españolas. Sin embargo, pocos se acordaron de ello.

La foto provocó escándalo. Máxime para los españoles tan “sensibles”, en ocasiones, con eso de los derechos humanos y sobre todo en estos momentos con un gobierno de “izquierdas” —PSOE & Podemos—, que incluso comienza a mirar con especial simpatía a la Rusia de Putin.

Casi simultáneamente con aquella, también apareció una foto del presidente español, no electo, Pedro Sánchez, con el presidente, tampoco electo, de Cuba, Miguel Díaz-Canel durante la visita oficial de aquel a la Isla.

Nadie se escandalizó, o fueron muy pocos. Nadie consideró inoportuna esta otra imagen; la “sensibilidad” no dio para tanto. Y eso que Sánchez expresamente no se reunió con representantes de la oposición, de la disidencia, y en ningún momento se quiso referir a temas “urticantes” para el régimen dictatorial cubano.

Se portó muy bien y eso que los cubanos a su visita, protocolarmente, la ubicaron en un nivel dos. Quizás porque la consideraron esencialmente “de negocios”.

Hay quienes dicen que la visita encaja en la frivolidad de Sánchez y su necesidad de mostrarse como presidente y para otros es uno de los tantos condicionamientos de Podemos, que también han hecho que el gobierno del PSOE modifique su posición respecto a Venezuela. Ahora Sánchez y su canciller hablan del necesario diálogo entre los venezolanos y se retrotraen a la tesis de Rodríguez Zapatero que “tanto bien” ha aparejado para los venezolanos, de los cuales más de un millón largo ha debido emigrar.

Pero la verdadera razón del porqué Sánchez fue a Cuba, la sintetizó un titular de prensa: “Sánchez avala al régimen cubano a cambio de contratos empresariales”.

Así de sencillo y a no engañarse: los derechos humanos, cuando surge el tema “negocios”, pasan a segundo (o tercer) plano. En casi todos los casos y con España ni que hablar. Ayer con los árabes y Chávez, por ejemplo, y hoy con los cubanos.

Sánchez viajó a Cuba acompañado de representantes de por lo menos 250 empresas españolas. Algunos de ellos con la peregrina esperanza de cobrar cuentas atrasadas; difícil, Cuba no paga sus deudas. No se las pagó a Rusia. Otros notoriamente fueron, con cierto olfato, a otear sobre eventuales inversiones en grandes proyectos ante los vacíos que eventualmente puede dejar Brasil, el que fuera uno de los mayores protagonistas en la materia durante la era Lula –Odebrecht. Y están, a su vez, lo del sector turismo, rubro en el cual las empresas españolas han tenido una fuerte presencia en la Isla.

Se afirma que España se ha aprovechado en este último rubro de algunas “ facilidades” del régimen castristas, que es el que “cobra” los sueldos de los empleados cubanos, lo que le evita a los patrones españoles conflictos sindicales, al tiempo que se genera la mayor “plusvalía” que se conoce en la historia de la economía.

Se ve de todo y la de España es una película que se reestrena, pero que ya la vimos.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP

Opinión
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