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El principio de la reconciliación

La Conferencia Episcopal de Nicaragua reflexiona en su Mensaje de Adviento, que “las lágrimas de nuestro pueblo” derramadas en la tragedia de represión y aplastamiento de los derechos humanos de los últimos meses “son las lágrimas de Dios”.

“En la muerte, en las desapariciones de cualquier ser humano, en la detención, en la cárcel injusta, en el exilio forzado de la familia, en la manipulación de la conciencia, sobre todo a través de algunos medios de comunicación y redes sociales promotores muchas veces de falsas noticias y en la división del pueblo, Dios ha sido negado”, aseguran los obispos en su mensaje del recién pasado sábado 1 de diciembre.

Ciertamente, como lamentan los prelados católicos, el sufrimiento del pueblo causado por la represión y la manipulación de las conciencias a través de un manejo sin escrúpulos de los medios y las redes sociales, es inmenso. El gran daño moral, político y material que se ha causado al pueblo será muy difícil superarlo; pues, como advierten los obispos, “los nicaragüenses ya sufrimos en carne propia los embates de la lucha fratricida. Esto no nos hizo más humanos, al contrario, abrió heridas que aún no han sido curadas y que todavía supuran odio y violencia”.

Ahora, con la aterradora represión estatal que no cesa y la campaña de odio oficialista hasta contra instituciones sagradas y personas consagradas, esas heridas se han agrandado y se ha hecho más profunda la división entre los nicaragüenses.

A pesar de todo hay que procurar la reconciliación de los nicaragüenses, según la máxima autoridad de la Iglesia católica de Nicaragua, para lo cual la justicia y la verdad son requisitos elementales, así como “el diálogo como salida pacífica sigue siendo necesario”.

A fin de avanzar hacia ese objetivo, los obispos aconsejan que el pueblo “no debe dejarse seducir por soluciones inmediatistas”. Lo cual es correcto, sin duda, pero la reconciliación nacional no se puede conseguir solo con buenos deseos y únicamente con la voluntad de una de las partes. La reconciliación es un valor humano, social y político que —como ilustran los mismos obispos—, exige buscar la verdad y la justicia, pasar por actos concretos que coadyuven a una solución de la crisis mediante la erradicación del mal, que no deje intacta la causa del problema ni obligue al pueblo a someterse a la dictadura.

Sostienen los obispos que reconstruir la nación “requiere de expectativas de futuro” y que “lo totalmente novedoso” puede acontecer en Nicaragua. Esto es cierto. Lo novedoso tiene que ser en primer lugar el cese de la represión en todas sus formas y la libertad de los presos políticos. Y la expectativa de futuro se debe concretar en un diálogo nacional que permita avanzar hacia la democratización, mediante la realización de elecciones auténticas que devuelvan a los ciudadanos el derecho de elegir libremente a sus gobernantes y representantes. No puede haber otra alternativa.

Editorial principio reconciliación archivo
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