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Silencio prudente de Ortega

Después que el presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó una orden ejecutiva declarando que la crisis en Nicaragua es una “extraordinaria e inusual amenaza para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”, por lo que declaró una “emergencia nacional para lidiar con esa amenaza”, Daniel Ortega sigue sin responder a esos graves señalamientos.

Después que el Departamento del Tesoro sancionó a la vicepresidenta Rosario Murillo y al asesor en seguridad Néstor Moncada Lau por “corrupción desenfrenada, desmantelamiento de las instituciones democráticas, abusos de derechos y explotación de las personas y recursos públicos para beneficio privado”, Ortega calla. Después que el Senado aprobó por unanimidad la Magnitsky Nica, Ortega enmudece.

En estos días Ortega creó falsas expectativas al obligar en fechas distintas, a los canales y radios nacionales a encadenarse para escuchar sus discursos. No se refirió a las acciones emprendidas por el Ejecutivo y Legislativo norteamericanos contra su desgastada y decadente administración. Lo que dejó claro Ortega fue insistir que algunos obispos de la Conferencia Episcopal son “golpistas”, “criminales”, “terroristas”, que quieren derrocar a su gobierno. Es decir, que después de los mensajes contundentes que recibió de EE.UU., Ortega no envía señales de retomar el Diálogo Nacional para buscar una salida a la crisis nacional que según organismos de Derechos Humanos contabilizan mas de 500 muertos, miles de heridos, 600 presos políticos y miles de exiliados. Solo en Costa Rica hay 40 mil compatriotas.

Recordemos que EE.UU., la OEA, ONU y la Unión Europea han emprendido diversas acciones para encontrar una salida a esta crisis que inició en abril pasado. Ortega recibió en junio a Caleb McCarry, delegado del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Posteriormente se reunió con el embajador estadounidense ante la OEA, Carlos Trujillo. De estas reuniones se filtró que Ortega estaba dispuesto a retomar el diálogo para acordar el adelanto de las elecciones. Pero incumplió dicho compromiso. El último esfuerzo conocido para superar la crisis fue la visita del vicecanciller de Alemania. Pero Ortega, dijo en un acto público que no serían bienvenidos los delegados de la Unión Europea ni de la comisión de trabajo de la OEA.

Seguramente el embajador de EE.UU., Kevin Sullivan, ya se reunió con Ortega para buscar otro “aterrizaje suave” en cuyas negociaciones ya no estaría Rosario Murillo. Porque ella “es un problema, no una solución, es el pasado no el futuro”, afirmó en una entrevista a Carlos Fernando Chamorro el analista Richard Feinberg,

El silencio de Ortega contra las sanciones —una especie de nota Knox— indica que ahora sí está claro que la solución está próxima: una salida negociada o en el peor escenario, con el uso de la fuerza.

El autor es periodista.

Opinión Daniel Ortega silencio archivo
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