Casi todos cierran los ojos sin temor a abrirlos otra vez. Jesús Garrido un día los cerró y cuando volvió a abrirlos su visión estaba nublada. Veía doblemente borroso, su cabeza estaba al borde de estallar y sus sentidos a punto de colapsar por la desesperación. Este joven de 23 años burló a una enfermedad llamada Síndrome de Guillain-Barré, un trastorno el cual su mismo sistema inmunológico ataca al sistema nervioso, un “suicidio” doloroso.
Garrido se preparaba para calentar y entrar en relevo contra los Toros de Chontales cuando los primeros síntomas aparecieron. Todo fue para peor, tocar el fondo del túnel sin ver la luz del sol. Sin poder lanzar ni volver a jugar, sin ni siquiera dormir y tampoco caminar. De ser un joven flexible y con una carrera en el beisbol naciente, pasó a estar dependiendo de los demás, empujado en una silla de ruedas. Sin embargo, el joven tenía la fe del naufrago y sus mensajes en una botella: no perder las esperanzas. Pues Garrido creía que mientras su mente pensara y su corazón palpitara el resto sería cuestión de tiempo para volver subir a la loma, aún cuando su panorama era lúgubre.
cortesíaPablo Saldaña
“Todavía la enfermedad me dejó celebrar mi cumpleaños el 10 de mayo del año pasado. Tres días después ya caí en mal estado por completo”, relata Garrido. Pero lo hace como si superar un momento así fuera sencillo. “Para noviembre sentí que iba mejorando. Estaba en las terapias y la doctora me felicitaba por mis avances. Te digo que uno debe ser paciente y nunca perder la fe. Yo siempre digo que Dios me dio una segunda oportunidad de vivir. Sentía algo en el fondo de mi corazón que me decía que Dios me iba a sanar”, confiesa.
Comienza a entrenar
Para el mes de diciembre contra todo pronóstico empezó a entrenar. Logró atar y vencer al huracán sin control de su enfermedad y colocarse los spikes, el guante y lanzar la pelota. “En diciembre jugué por primera vez en un equipo Mayor A de Chinandega. No estaba al cien por ciento pero di pasos importantes hacia mi recuperación total”, agrega Garrido, quien enfrentó a un rival desconocido, que nadie sabe que lo causa y por qué aparece. Ahora tomó a la bestia por los cuernos, la que lo atormentó en ese 2017, y está en constante evolución en el beisbol.
Cuando se le pregunta si no tiene miedo de que regrese la enfermedad responde al instante: “En mi última cita al llegar donde el doctor. Me dijo que podía regresar a mi vida de antes sin problemas y que era más probable que me tocara la lotería tres veces seguidas a que regresara”.
Destaca en león
Garrido está brillando en el pitcheo de relevo con el León en la Liga Profesional. Ha sido una pieza clave en el sostenimiento de varios encuentros. Aún no permite carreras en 7.1 entradas y salva dos partidos. Sus oponentes le batean para 0.83. “Vicente Padilla y Yader García me ayudaron para estar en el equipo y agradezco a Sandor Guido porque ha confiado en mí. Padilla ha mejorado mi mecánica y siempre me hace ajustes”, comentó.
Jesús empezó como bateador y lanzador en ligas infantiles hasta que llegó a una copa juvenil. Ahí solo debía escoger un rol y se decidió por subir a la loma de los infartos. No tiene hijos, dice estar enamorado de su novia y su máximo ejemplo es su mamá, quien sacó adelante a su familia desde la muerte de su papá cuando tenía 13 años. Garrido llegó hasta el bachillerato y aunque su mundo es el beisbol no descarta estudiar ingeniería en sistema en algún momento.