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La masacre de ONG

La dictadura orteguista ha hecho una masacre de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la defensa de los derechos humanos, al empoderamiento democrático y cívico de los ciudadanos, a la solidaridad social, la investigación de políticas públicas y el control social del ejercicio del poder gubernamental y estatal.

El Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (Cisas), el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), Hagamos Democracia, Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Instituto de Liderazgo de las Segovias, Instituto para el Desarrollo y la Democracia (Ipade), Fundación para la Conservación y el Desarrollo del Sureste de Nicaragua (Fundación del Río), Centro de Investigación de la Comunicación (Cinco) y la Fundación Popol Na, han sido despojados de sus personalidades jurídicas por los diputados orteguistas de la Asamblea Nacional, sin respetar las normas del debido proceso y el derecho a la defensa.

Inmediatamente después de ilegalizar a las ONG, la dictadura se fue contra los medios de comunicación independientes, Confidencial, Esta Semana y Esta Noche, cuyas instalaciones fueron asaltadas y saqueadas por fuerzas policiales orteguistas. Lo mismo que hizo con las sedes de varias de las ONG decapitadas.

La masacre de las ONG y el asalto a sus sedes, así como a los medios de comunicación independientes mencionados, tiene evidentemente un doble propósito.

El primero es vengarse de personalidades públicas que pertenecieron de manera destacada al FSLN, pero que en la década de 1990 tomaron el camino de la democracia. Eso es algo imperdonable para Ortega y Murillo.

El segundo objetivo es destrozar libertades y derechos básicos como la defensa de los derechos humanos, el derecho a la organización independiente, el derecho a la libertad de expresión y de crítica, el derecho de propiedad privada, el derecho a la integridad de las personas naturales y jurídicas, etc.

Siete de las nueve ONG decapitadas por la dictadura eran dirigidas por antiguas personalidades sandinistas, incluyendo un comandante de la revolución (Jaime Wheelock, del Ipade) y una comandante guerrillera (Mónica Baltodano, de Popol Na). Las otras dos eran encabezadas por un activista social de ideología liberal (Félix Maradiaga, del Ieepp) y el otro conservador (Luciano García, de Hagamos Democracia).

Pero de lo que se trata en el fondo es que la dictadura no tolera la existencia de organizaciones civiles que sustentan y fortalecen la democracia y denuncian los abusos de poder. Por eso está tratando de liquidarlas.

La agresión de la dictadura orteguista contra la sociedad civil y la libertad de prensa es repudiada dentro y fuera de Nicaragua. Nosotros, por nuestra parte, nos solidarizamos incondicionalmente con todas ellas, lo mismo que con el director, los periodistas y todo el personal ultrajado de Confidencial, Esta Noche y Esta Semana. La libertad y la verdad no se matan con represión.

Editorial Crisis en Nicaragua masacre de ONG represión archivo
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