La Policía Orteguista (PO) ejecutó el “Plan Belén” con el despliegue de más de 500 agentes policiales armados con fusiles de guerra, según la institución, para dar seguridad durante las fiestas de Nochebuena y Navidad en todo el país. Sin embargo, la cifra de los efectivos de este año sobrepasa la cantidad de años anteriores, lo que genera un efecto contraproducente en las personas, analiza la socióloga Elvira Cuadra, especialista en temas de seguridad.
Para Cuadra, la Policía está funcionando al cien por ciento de sus capacidades desde abril pasado, porque el gobierno de Ortega no quiere que se vuelvan a repetir marchas multitudinarias; esto permite deducir que el despliegue policial de estos días está organizado en función de esa lógica: evitar protestas y no precisamente para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
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“Hay que recordar que con sus actuaciones de los meses anteriores, la Policía perdió toda la credibilidad y confianza que le tenía la población, y ahora más bien infunde rechazo y temor”, señala la socióloga.
Hugo Torres, general retirado del Ejército de Nicaragua, es más tajante al afirmar que cualquier plan de seguridad ejecutado por la Policía es “sinónimo de inseguridad, sinónimo de represión. Ver policías en la calle no da seguridad, sino desasosiego”, tomando en cuenta que esta institución es parte del “engranaje” de la represión desarrollada por el régimen de Daniel Ortega.
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“Cuerpo criminal”
Torres sostiene que la institución policial perdió cualquier tipo de prestigio con el que contaba hasta antes de abril, cuando sus roles se han volcado a reprimir, secuestrar, encarcelar, torturar y hasta matar a los ciudadanos que se oponen a la dictadura que ejerce Ortega en Nicaragua.
El general retirado determina que la PO “más el poder judicial, más la Fiscalía, más el sistema penitenciario y los paramilitares, integrados en la misma Policía, conforman el andamiaje de la represión. Y se ha convertido en un cuerpo criminal que ha cometido crímenes de lesa humanidad”, el único recurso con el que cuenta Ortega para sostenerse en el poder, afirma Hugo Torres.
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Fusiles de francotiradores, cohetes antitanque y otros tipos de armas de guerra son las que ha disparado la PO contra el pueblo nicaragüense a lo largo de estos más de ocho meses de crisis sociopolítica que vive el país. Y hasta la fecha los oficiales siguen en las calles armados; un claro mensaje de intimidación, contrario al discurso oficialista de “normalidad, amor y paz” que profesa la dictadura, analiza Torres.
Saneamiento policial
“De esta Policía solo se puede esperar dolor, muerte y secuestro hasta que se obligue a Daniel Ortega y Rosario Murillo a irse del poder y entremos a la búsqueda de la justicia”, sostiene el general en retiro. Y agrega que cuando ese momento llegue se debe destituir a los principales mandos de la institución y pasar por un proceso de saneamiento.
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En las filas policiales hay hombre y mujeres que no están de acuerdo con el rol que desempeñan, pero que son sometidos, obligados, “ellos son una esperanza de que no todo está perdido. Son un elemento a tener en cuenta para el saneamiento de la institución policial y a los que se le ha dado de bajo por no reprimir al pueblo. Ellos tendrán que ser tomados en cuenta para una nueva reestructuración policial”, finaliza el general en retiro.