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Reflexiones para el año 2019

Cuando los partidarios del gobierno terminen de celebrar el haber llegado al 2019 en el poder y forzosamente tengan que ver el país que tendrán que seguir tratando de gobernar, no creo que lo que observen les agrade en lo más mínimo.

Los acontecimientos del año 2018 que estamos dejando atrás, nos obligan a reflexionar sobre el futuro.

Cuando los partidarios del gobierno terminen de celebrar el haber llegado al 2019 en el poder y forzosamente tengan que ver el país que tendrán que seguir tratando de gobernar, no creo que lo que observen les agrade en lo más mínimo.

Lo mismo deberíamos hacer los que nos encontramos en la acera de enfrente: más de quinientos muertos, cerca de cuatrocientos detenidos, más de seis mil heridos y llegando a los ochenta mil exiliados. Son cifras que revelan el costo que pagan las revoluciones pacíficas contra gobernantes desalmados.

Esto de ninguna manera quiere decir que tenemos que renunciar a nuestro sueño de vivir en libertad y democracia, pero sí obligarnos a una reflexión profunda para no perder lo ganado sin seguir desangrando al pueblo, pues el ritmo al que nos lleva este gobierno muy pronto superaremos las espantosas cifras que nos costaron el rescate de nuestra democracia en los años ochenta.

Esto nos obliga a revisar el estado de la oposición y aceptar con resignación, que los partidos políticos que se dicen opositores seguirán con su vergonzoso zancudismo.

En cuanto a la empresa privada y el gran capital, estos sucumbirán como lo hicieron en el pasado, pero esta vez resignados a la suerte que les dispense el gobierno con un conformismo repugnante y cómplice.

Otra cosa que tenemos que aceptar es que la fuerza bruta aplicada en todas sus formas por parte del gobierno, logró diezmar en los últimos meses los ímpetus de nuestra juventud y de gran parte del pueblo. Como dato positivo podemos anotar que se logró que el mundo volviera sus ojos hacia Nicaragua y hoy el régimen enfrenta la posibilidad de ser separado de la comunidad democrática mundial y enfrente una acusación por crímenes de lesa humanidad.
Esta acusación, más las sanciones por parte del gobierno norteamericano y las que seguro vendrán de la comunidad europea, nos convertirán muy pronto en el país más pobre de América, superando por mucho a Haití.

¿Qué hacer para evitar semejante debacle social y económica?

La repuesta está en manos del matrimonio gobernante, pero desgraciadamente no creo que hagan algo por evitarlo. En cuanto a los adversarios del gobierno, la mejor opción es practicar una oposición de brazos caídos y esperar que la comunidad internacional haga lo suyo.

Si nada de lo anterior funciona, al igual que los habitantes del bosque, el hambre y la obligatoriedad de dar de comer a nuestras crías, nos quitará el miedo al garrote y la metralla.

Dios ilumine a quienes nos gobiernan para que ese día jamás llegue.

El autor es analista político.

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