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La dictadura acorralada en la OEA

La carta pública que el canciller orteguista Denis Moncada envió “a los cancilleres de los gobiernos de América Latina y el Caribe”, pidiéndoles que no le apliquen la Carta Democrática Interamericana a la dictadura de Daniel Ortega, se puede entender como una prueba de que este se siente acorralado en el campo internacional.

Ortega puede creer que dentro de Nicaragua ha salido victorioso, aunque severamente quebrantado, después de sofocar sangrientamente la rebelión cívica del pueblo nicaragüense que demandaba su renuncia y la convocatoria de elecciones anticipadas, libres, limpias y supervigiladas internacionalmente.

Pero con el aplastamiento armado de la resistencia popular y la imposición de un estado de terror policiaco para impedir las protestas pacíficas de los ciudadanos, la dictadura no ha podido poner fin a la lucha por la restauración de la democracia en Nicaragua. Esta solo se ha desplazado a la palestra internacional, donde la correlación de fuerzas es completamente desfavorable a la dictadura.

En realidad, es evidente que el régimen de Daniel Ortega está acorralado exteriormente y su situación se agravará aún más si la OEA decide aplicarle la Carta Democrática Interamericana; como es el firme propósito del secretario general, Luis Almagro, que cuenta con el respaldo de las democracias más grandes y robustas de las Américas.

Mientras no se realice la nueva reunión del Consejo Permanente de la OEA sobre Nicaragua, no se puede asegurar que existen los 24 votos necesarios para aplicarle la Carta Democrática a la dictadura de Ortega. Pero el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que acusa a la dictadura de cometer crímenes de lesa humanidad contra el pueblo nicaragüense, puede ser decisivo para que la OEA apruebe la aplicación de la Carta Democrática y ponga al régimen orteguista contra la pared.

Además, el informe del GIEI ha desvirtuado el argumento de Daniel Ortega, de que ha sido víctima de un intento de golpe de Estado, lo que en realidad es solo su pretexto para justificar la sangrienta represión que ha dejado centenares de muertos, miles de heridos, cientos de presos políticos y miles de exiliados.

Ya en agosto pasado, la misión de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh), dejó claro en su informe sobre los primeros cuatro meses de represión orteguista, que no hubo un tal intento de golpe en Nicaragua sino una masacre del régimen contra la población que en su gran mayoría protestaba de manera pacífica.

De manera que hay razón suficiente para que la OEA tome la decisión de aplicar la Carta Democrática Interamericana a la dictadura de Daniel Ortega, lo cual podría ayudar de manera muy significativa a la recuperación de la libertad y la democracia en Nicaragua.

Editorial Daniel Ortega OEA Rosario Murillo archivo
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