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Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. LA PRENSA/Archivo/Fundación Violeta Barrios de Chamorro

Apuntes sobre la obra literaria de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal

En el conjunto de su obra  -como periodista, escritor y político-  se da “la lucha o la unión entre la vocación y la creación"

Aunque no soy crítico literario, he aceptado la invitación de la revista El Hilo Azul para comentar la obra literaria de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, porque estoy más convencido que antes, al releer sus novelas, cuentos y libros testimoniales, que en el conjunto de su obra  -como periodista, escritor y político-  se da “la lucha o la unión entre la vocación y la creación”, como señaló la editorial El Pez y la Serpiente, en la edición de diciembre de 1977 de su libro de cuentos El enigma de las alemanas.

¿Qué otra cosa puede decirse de la fuerza literaria, como lo señaló Gioconda Belli,[1] de Estirpe Sangrienta: los Somoza, que desde el primer párrafo tiene la naturaleza narrativa de una novela?

En el pequeño aeropuerto de San Carlos, todo el mundo sabe cuándo es López el que va a tomar tierra, pues se dice que siempre lo hace en sentido contrario al que acostumbran los demás aviadores.

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Y, sin embargo, en su prólogo el autor advierte: Todo lo escrito en las páginas del presente libro, es cierto, absolutamente cierto; y el propósito de su autor ha sido narrarlo con la mayor sencillez posible y sin exageraciones de ninguna clase.

Pedro Joaquín describe la naturaleza del libro que comentamos: El autor habla de lo que ha visto o vivido, y cuando traslada algo que no le consta, lo advierte claramente, porque así conviene a la naturaleza del escrito, que no es una novela, sino un reportaje.

No obstante, esa advertencia que limita el libro a un reportaje, Estirpe Sangrienta:los Somoza, devino en una de las obras contemporáneas más importantes de literatura testimonial, por la autenticidad de los hechos y su fuerza literaria.

Con motivo del cuadragésimo aniversario del asesinato de Pedro Joaquín, que recién se ha cumplido, mucho se ha comentado sobre la vigencia de su pensamiento político, en el contexto de un régimen que evoca los abusos de la dinastía somocista, en especial su nepotismo y pretensiones dinásticas.


La revista literaria El Hilo Azul será presentada el próximo martes 8 de enero, a las 4:00 p.m., en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra.

En este evento se realizará el conversatorio La obra de Pedro Joaquín Chamorro es una obra totalizadora, con el escritor Sergio Ramírez Mercado, Carlos Fernando Chamorro y Guillermo Rothschuh Villanueva.


En su ensayo Las dos plumas: Pedro el escritor, Luis Rocha Urtecho, conocedor casi como ninguno del proceso de creación estrictamente literario de Pedro Joaquín, pues eran colaboradores estrechos en La Prensa cuando el último Somoza impuso una censura desde finales de 1974 hasta inicios del último trimestre de 1977, señala que el intento de silenciar una pluma, la del periodista y político, daba lugar a que otra la relevara en el Pedro político, para dar lugar al Pedro creador. Pero el que naciera una más, no significa que la otra muriera.

Fue precisamente en esos casi tres largos años que Pedro Joaquín escribió sus dos novelas cortas, Jesús Marchena (1975) y Richter 7 (1976), y su único libro de cuentos El enigma de las alemanas/Tolentino Camacho/Tres cuentos negros y cuatro cuentos blancos.

En la lectura de la obra estrictamente literaria de Pedro Joaquín, o de ficción si se quiere, aunque la ficción siempre arranca de la realidad o remite a la misma, así sea la más íntima, es inseparable la vocación (el político, periodista) de la creación (el narrador, escritor) como se aprecia en la fuerza literaria de su obra editorial, histórica y testimonial o en la reivindicación de la libertad y la justicia de sus novelas y cuentos.

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La vigencia del pensamiento político de Pedro Joaquín no es solamente en la formulación conceptual, analítica y programática de la dicotomía democracia-dictadura, alternabilidad-continuismo, ley-caudillo, sino a través de los agravios del poder y las consecuencias que anidan en la conciencia de la gente, como se narra en Richter 7 cuya lectura, sin mucho esfuerzo de imaginación y traslación, puede ser una descripción de la realidad actual de Nicaragua.

Desde la limusina negra, simbolismo de Somoza a quien nunca se menciona por su nombre pero que se movilizaba y todos lo sabían en una enorme limusina negra, hasta las caravanas actuales del poder cuando se desplaza.

Cuando Pedro Joaquín crea, denuncia, y cuando denuncia, hace literatura, como en Richter 7, novela sobre el terremoto que destruyó el centro y barrios de Managua y dispersó a gran parte de la población capitalina en un perímetro varias veces mayor, y casi medio siglo después es una de las urbes con menor densidad poblacional, un enjambre de múltiples núcleos de población unidos por carreteras y pretensiones de autopistas y en las que se mezclan opulencia y miseria, modernidad y atraso, urbanización y campo, población y semovientes, en un entrelazamiento que hace difícil distinguir lo uno de lo otro:

De una pista caí a otra y de la carretera secundaria a la principal, todas ardiendo por el intenso calor en el día, y de noche con sus luces mortuorias de neón como patas de animales fosforescentes estiradas hacia arriba, inertes, sin nombre todavía, iguales, cruzadas de cauces también de cemento, con la particularidad, comentábamos la otra noche, de que en estas calles no se oye platicar a la gente, ni se escuchan ruidos particulares sino un rumor sordo, parejo, salvo cuando hay los sobresaltos de los accidentes y transitan las ambulancias, porque así es ahora esta ciudad, y nuestra vida no transcurre en ella, sino sobre ella, razón por la cual el diálogo de sus habitantes es imposible y nadie concurre a los parques, ni a las plazas, a no ser cuando hay obligación de hacerlo…

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Richter 7 es una narración construida entre la evocación de la infancia y de la Managua destruida en el terremoto de 1931, en plena lucha de Sandino (…la sorpresa de los mil heroísmos tuvo nombres propios en el norte…), ocupación americana y los inicios de la dictadura somocista, pasando por la consolidación de la misma y sus múltiples prisiones (…porque cuando se cierran las puertas de ese horrible lugar, la soledad se multiplica por los hierros de su ventana…),y la Managua inmediatamente antes y después del terremoto de 1972, en plena vigencia de la sucesión dinástica del tercero de los Somoza, y el inicio de su final, pues a los agravios de la naturaleza se sumaron agravios políticos amplificados en la percepción de una población doliente, por muertos, heridos, migración forzada y golpeada por promesas grandilocuentes incumplidas, desde la distribución de comida hasta una reconstrucción milagrosa que nunca llegó, como ahora ocurre con tantos proyectos que nos sacarían de la miseria y el atraso, desde el gran canal transoceánico, el riego en todo el pacífico y una fábrica de vacunas contra el cáncer.

Las cosas llegaron al extremo cuando la mujer de rojo se acercó a quienes anunciaban la distribución de la comida, y les preguntó que cuándo iban a darla, a lo cual respondieron que si acaso ella no oía la radio, y entonces la mujer, enfurecida, con los ojos reventados de lágrima, gritó, si oigo, si oigo, pero siempre dicen que la van a dar la comida y no la dan, no la dan, la comida…!Y siguió caminando por las calles polvosas ella también llena de tierra, descalza, con su vestido rojo hecho jirones y una toalla para cubrirse la cabeza del sol redondo e inmenso, levantado como una copa de fuego sobre los escombros…

…Fueron los días del hambre, del temor al tifus exantemático, y de miles y miles de manos extendidas hacia el vacío, pidiendo la comida guardada en el mismo lugar de la limusina y custodiada por las tanquetas gubernamentales. No la daban la comida, no la daban y la gente corría hacia las bodegas del almacenamiento para volver sin nada en las manos y los rostros descompuestos y la cólera surgiendo como el grito de una muchedumbre muda.

Los capítulos de Richter 7 son una potente denuncia, a través de diálogos, descripciones, ficciones y reflexiones intercaladas entre capítulo y capítulo, del trauma económico, social y sicológico del terremoto y la distancia política entre la insensibilidad tecnocrática de los planificadores de la reconstrucción (que en la novela aparecen como fundadores) y la realidad de especulación inmobiliaria, aumento de la jornada laboral y reconstrucción desordenada, distancia que se llenaba de miseria, pobreza y cólera contra la limusina negra, arca de la alianza en cuyo seno convergían todos los poderes reconstructores del universo…

A diferencia de Richter 7, la otra novela corta que le antecedió, Jesús Marchena, es costumbrista como las novelas y cuentos de Fernando Silva, en el mejor sentido del rescate de la cultura popular en el humor, las tradiciones y el lenguaje,hasta con ciertas reminiscencias onomatopéyicas. Sobre el trasfondo del intento de rebelión del 4 de abril de 1954 (…y como con los calores de abril les entraba a los hombres más la rebeldía…), la novela se articula en torno a un personaje de Rivas, hombre de campo, ríos y lagoy en el destilado de humor de las páginas hay la denuncia de los procedimientos corruptos y represivos de la dictadura dinástica y su guardia nacional, así como del culto a la personalidad del dictador con títulos (…líder, conductor, jefe, abanderado, inspirado, guía, benefactor…) que le otorgaban a Somoza y que ahora se replica en centenares de rótulos de propaganda en carreteras y calles, llenas de metálicos árboles milagrosos.

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Tolentino Camacho, de humor negro, es una velada crítica a la oposición política a Somoza, en que como ahora es muy fácil alentar candidaturas presidenciales mientras al dictador ninguna lo desafíe. El otro cuento, que da el título al libro El enigma de las alemanas, en medio de la ficción se filtra la crítica al poder local absoluto de la guardia y autoridades somocistas, y a la intolerancia cultural y religiosa.

En el ensayo de Luis Rocha Urtecho que citamos al principio se anota que mucho de los escritos de Pedro Joaquín se sustentan en el humor. Un humor a flor de piel y de pluma, ya que el humor fue un arma muy cívica y efectiva que siempre conservó para no sucumbir vitalmente, y luchar contra el poder desmesurado y la insaciable ambición del Somoza de turno.

Ese es el caso de Jesús Marchena y de muchas de sus irreverencias periodísticas que Luis ha dejado registradas. No es el caso de Richter 7, no solamente por la magnitud catastrófica, humana y material del terremoto, sino por la desolación y debilidad de la oposición política al dictador. Pedro Joaquín, en la novela, seguramente con una vista puesta en la historia de las dictaduras de nuestra historia y sus posteriores transiciones catastróficas[2], reflexiona:

…aquí la gente vive condicionada a una jefatura, quizá por la costumbre, y con la particularidad de que repudian la palabra pero anhelan el hecho siempre y cuando la jefatura sea tan absoluta como producirles una total seguridad, junto con la garantía de no verse en la obligación de hacer algo, porque no se puede como dicen, y además van convirtiendo esta jefatura en un poder total para justificar su propio sometimiento y así oscilamos entre la destrucción y la construcción de lo mismo, y lo digo porque a diario hay nuevas manifestaciones de esa locura colectiva. Hacer y deshacer, todo para justificar la inercia, la cobardía, la ausencia de trabajo, la indecisión por una parte, y por otra porque estamos a la expectativa de los milagros y las soluciones mesiánicas, lo que se debe tal vez a encontrarse nuestro subconsciente lleno de erupciones volcánicas, terremotos y demás calamidades, lo cual nos hace pasar a lo contrario, es decir a tratar de curar las desgracias súbitas con remedios mágicos, pero además hemos vivido sujetos a la condición de una jefatura por años de años, laberinto de círculos concéntricos, en cuyo centro se hunde nuestra vida…

En el Diario Político de Pedro Joaquín[3], donde empezó a registrar informaciones y reflexiones íntimas después que recibió una amenaza creíble de muerte, a inicios de 1975, cuando terminaba de escribir Jesús Marchena e iniciaba Richter 7, se reflejan los estados de ánimo de una lucha contra la dinastía somocista que a veces se antojaba inútil pero que él, en su optimismo histórico por su formación cristiana y su radicalismo democrático[4], dejó consignada en las reflexiones que intercaló entre los capítulos narrativos de Richter 7:

…en los días presentes vivimos como dentro de una gran prisión, y nada nos alienta a salir de ella, a romper el muro tremendo que ha ido creciendo alrededor de nosotros.

Eso pensaba hoy cuando vino el viejo amigo, y después de servirse una taza de café sin azúcar, me preguntó si había pensado alguna vez en los muros de Jericó, o mejor dicho en las trompetas de Josué dando vueltas y más vueltas alrededor de la ciudad, aturdiendo a sus habitantes con su sonido y repitiendo ese extraño acoso hasta reventar los muros, a lo cual le contesté que no, que no sabía ni siquiera cuales eran sus intenciones al hacerme una pregunta tan rara, y entonces él me dijo, mirá, eso tiene un significado muy especial porque no eran trompetas, naturalmente, y nadie va a ser tan tonto como para creer en el derrumbe de unas murallas solamente por efecto del sonido de varios instrumentos musicales, sino porque la palabra repetida miles de veces, y los rumores, o mejor dicho las noticias sobre asuntos diversos e incluso el deseo expresado constantemente o el pensamiento de centenares de personas dirigido hacia un objetivo, dan resultados insospechados, y eso es lo que nosotros debemos hacer para salir de este círculo cerrado, de esta prisión en la cual nos encontramos sumergidos como en un pozo inmenso y sin escape, desatar las fuerzas del espíritu y levantarnos, comenzando con la palabra, con una sola palabra, como sería por ejemplo decir no! y repetir esa decisión hasta hacerla un enorme eco como el que debieron levantar las trompetas de Jericó…


Edmundo Jarquín Calderón

Estudió derecho y economía, y es un especialista en políticas públicas. Es autor de la biografía política de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Pedro Joaquín, ¡Juega!. 

Trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB); durante los años 80 fue embajador en México y España, y antes Ministro de Cooperación Externa.

Lea además:  A 40 años de su asesinato, presentan el libro Pedro Joaquín: ¡Juega!

En 2006 fue candidato presidencial de la Alianza Movimiento Renovador Sandinista (MRS), y en 2011, cuando se unificó la oposición al gobierno de Ortega, fue candidato a la Vicepresidencia por la Alianza Partido Liberal Independiente (PLI).


[1] En el Foro-Libro organizado por el Pen Club, capítulo de Nicaragua, en el auditorio PAC de la librería Hispamer, sobre el libro de Pedro Joaquín Estirpe Sangrienta: los Somoza, el 30 de enero de 2018.

[2] Nicaragua: ¿es inevitable otra transición catastrófica? Edmundo Jarquín C, octubre de 2017 (https://goo.gl/5fQvPW)

[3] Editorial Nueva Nicaragua, febrero de 1990.

[4] Pedro Joaquín Chamorro: el reformismo social democrático. Juan Pablo Gómez, revista Carátula No. 82 (www.carátula.net) de febrero de 2018.

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