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El poder y los derechos humanos

Al iniciar el año 2019, un aspecto importante que hay que tener en cuenta al momento de analizar la situación actual de Nicaragua se refiere a la necesidad de correlacionar esa situación particular con el contexto mundial.

Al analizar este último debe tenerse en consideración, en medio de la multiplicidad de factores económicos, políticos y sociales, uno que podría denominarse el factor cultural y humano.

Esta circunstancia se manifiesta en la tendencia a producir un cambio profundo en la propia esencia de la sociedad mundial. En efecto, una sociedad caracterizada por el llamado hipercapitalismo, basado en la producción ilimitada de riqueza y en la acumulación desmesurada de los beneficios económicos, se ha venido prefigurando, primero en el plano conceptual y moral, y luego en el intento de una práctica concreta, como una sociedad mundial cuyos fines y objetivos, valores y principios se reafirman en la persona, y cuyo sustento ético lo constituyen los Derechos Humanos.

El sujeto, así entendido, es el destinatario de todo proceso histórico y social, y los Derechos Humanos el referente esencial, la filosofía moral de nuestro tiempo. Lo que ha sido y sigue siendo el mercado absoluto para el capitalismo corporativo transnacional, lo es hoy, en un plano conceptual y moral, el sistema de los Derechos Humanos para la sociedad que se trata de construir, a pesar de la injusticia y la violencia que conforman la circunstancia universal.

Los Derechos Humanos deben ser considerados como el referente histórico y moral más importante de nuestro tiempo, en medio de la ambición desenfrenada que predomina en la práctica del capitalismo transnacional, en un caso, y del abuso del poder y la corrupción en manos del caudillismo omnipotente que atropella la integridad, la dignidad y la libertad de la persona, en el otro.

A pesar de esa realidad, o quizás debido a ella, todo el sistema económico y social mundial se encuentra frente a un pensamiento, una filosofía y una ética, que luchan por reafirmarse y definir la práctica económica y política como un mecanismo subordinado al fin moral de los Derechos Humanos y consecuentemente, consideran la democracia y el Estado de Derecho, como formas jurídicas e institucionales, cuyo objetivo y finalidad esencial lo constituye la defensa y promoción de los mismos. En este sentido y de acuerdo con esa finalidad debe orientarse la actividad económica y política de forma tal que la cooperación, la inversión y las diferentes formas de relaciones económicas y financieras, lo mismo que el ejercicio del poder y la acción política, deben condicionarse a la práctica de la democracia y el Estado de Derecho, orientados a su objetivo esencial que lo constituye la defensa de los Derechos Humanos.

De ahí la enorme importancia que en el caso de Nicaragua adquieren las políticas impulsadas por la ONU, la OEA, la UE y las instituciones a través de las cuales ejercen su función en este campo, como son, la CIDH, GIEI, Meseni, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, lo que crea un contexto mundial que hace muy difícil que un gobierno pueda subsistir cuando esos espacios se han cerrado o están en proceso de que esto ocurra.

Frente a la crisis que sufre Nicaragua, debe considerarse la necesidad del diálogo y el establecimiento de un sistema político basado en el respeto a la integridad, dignidad y libertad de la persona y a los valores y principios fundamentales de los Derechos Humanos, los que por su propia naturaleza tienen una dimensión universal que trasciende las fronteras del Estado nación.

El autor es filósofo nicaragüense.

Opinión CIDH derechos humanos GIEI ONU archivo
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