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Rafael Solis

Magistrado de la CSJ Rafael Solís. LA PRENSA/ARCHIVO/ W. LÓPEZ

Los grandes desertores del Frente Sandinista

Entre esos grandes desertores estuvo el teniente Álvaro Baldizón Avilés, quien murió tres años más tarde en circunstancias misteriosas

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Muchos años antes de que Rafael Solís, el padrino de bodas de Daniel Ortega y Rosario Murillo, publicara su carta de renuncia al cargo de magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), otras deserciones estremecieron los cimientos del Frente Sandinista y sacaron a luz la corrupción y los abusos en las altas esferas del Gobierno.

En los años ochenta, hombres de plena confianza dieron la espalda al régimen sandinista.

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Entre esos grandes desertores estuvo el teniente Álvaro Baldizón Avilés, quien murió tres años más tarde en circunstancias misteriosas. También Róger Miranda Bengoechea, quien laboraba como jefe de la Secretaría del ministro de Defensa y era la mano derecha —y a veces también la izquierda— de Humberto Ortega Saavedra.

En la lista igual puede incluirse al camaleónico Edén Pastora, el Comandante Cero, que en 1981 abandonó su cargo de jefe de Milicias para ir a combatir contra los sandinistas en el sur del país y ahora es un orteguista intransigente.

El caso de Baldizón

Álvaro Baldizón Avilés, el joven teniente a cargo de la Comisión Especial de Investigaciones del Ministerio del Interior (Mint), “sabía demasiado” y en aquellos tiempos saber demasiado era una “condena a muerte” por eso decidió “jugarse el todo por el todo” y mostrarle al mundo lo que él sabía. Esto declaró su hermana Rosana en 2001, en entrevista con el diario LA PRENSA, 13 años después de su sospechoso fallecimiento.

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Baldizón Avilés formó parte del Mint desde 1981 y en julio de 1985 desertó a través de Honduras, llevándose consigo toda la documentación original de los casos investigados por él y sus subalternos, en relación con torturas y ejecuciones cometidas por miembros de las fuerzas armadas.

Luego de ser capturado por la Contra, el desertor fue puesto bajo la custodia del Departamento de Estado de Estados Unidos y en febrero de 1986 la Secretaría de Estado de ese país publicó sus testimonios en un folleto de cincuenta páginas titulado: “Dentro del Régimen Sandinista: El punto de vista de un investigador especial”.

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El folleto, que se encuentra disponible en la web, contiene pruebas documentales sobre conspiraciones y graves violaciones a los derechos humanos que desmienten con lujo de detalles las versiones oficiales del Ministerio del Interior, en ese entonces presidido por Tomás Borge Martínez.

Baldizón, por ejemplo, relató la ejecución de ocho prisioneros que se habían amotinado en la penitenciaría de la Zona Franca, Managua, en junio de 1981.

“A mediados de 1981, ocho prisioneros de la penitenciaría de la Zona Franca desarmaron a tres guardias penales y provocaron una insurrección en uno de los edificios de la prisión. Después de varias horas de fuego cruzado entre los guardias y prisioneros, (Tomás) Borge convenció a estos últimos de que entregaran sus armas y se rindieran, prometiéndoles que sus vidas no peligrarían”, declaró el exteniente en su testimonio, citado por LA PRENSA en 2001.

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“En cuanto los prisioneros estuvieron de regreso en sus celdas, Borge ordenó la ejecución de los ocho que habían iniciado el motín. El teniente Raúl Castro González, de la DGSE (Dirección General de la Seguridad del Estado) condujo a los hombres a la parte trasera de uno de los bloques de la prisión y los ametralló en presencia de Borge y de Humberto Ortega Saavedra, ministro de Defensa. Posteriormente, el ministro del Interior publicó un comunicado oficial en que informaba que los prisioneros habían perdido la vida durante el motín”, concluyó Baldizón.

Muerte sospechosa

Los testimonios de Álvaro Baldizón Avilés también fueron claves para desentrañar cómo se realizó la conspiración contra el padre Bismarck Carballo, quien en agosto de 1982 fue implicado en un escándalo sexual y expuesto, desnudo, ante las cámaras de los medios de comunicación sandinistas.

El exteniente fue encontrado muerto el 19 de junio de 1988 en el cuarto que habitaba en Los Ángeles. La noche anterior había ido a cenar a un restaurante de comida colombiana-nicaragüense que surgió de la noche a la mañana y así mismo cerró.

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El certificado de defunción señaló que la causa de su muerte fue un “derrame cerebral”, pero nunca se despejaron las sospechas de que fue envenenado.

Álvaro había empezado a trabajar como técnico en refrigeración y al momento de su muerte “solo tenía un carrito del año 81”, afirmó su hermana. Nunca volvió a Nicaragua ni a ver a su hijo, a quien tuvo que dejar en el país. Tampoco miró otra vez a su hermano Mario, condenado a diez años de prisión por traición.

Está sepultado en Los Ángeles y su epitafio reza: “Hablaste por los que fueron silenciados. Para siempre en nuestros corazones”.

El “ministrito”

Como asistente personal de Humberto Ortega Saavedra, el mayor Róger Miranda Bengoechea llegó a tener tanto poder que en el Estado Mayor empezaron a llamarlo “el Ministrito”. “Yo hablaba por él ante Daniel, Tomás (Borge), Luis Carrión, a quien quisiera llamar, siguiendo sus instrucciones”, declaró en entrevista con LA PRENSA en enero del año 2000, casi 13 años después de su escandalosa deserción.

El 25 de octubre de 1987 Miranda abordó el jet presidencial 19 de Julio, portando una pistola 9 milímetros y un maletín con 15 mil dólares en efectivo, rumbo a la ciudad de México.

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“La ‘cobertura’ del viaje era un supuesto chequeo médico en la cadera, donde había sido operado en varias oportunidades tras recibir un disparo de fusil FAL en Chile. Sin embargo, sus planes eran otros”, relató el periodista Eduardo Marenco.

Ya en México, el desertor entró en contacto con oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y fue trasladado a Virginia, donde denunció el “Plan Soviético de 1987”, que consistía en incrementar la cantidad de hombres en las filas del Ejército Popular Sandinista a 600 mil y poner a disposición de Nicaragua barcos de guerra y aviones supersónicos.

“Cuando yo salgo de Nicaragua, me traigo los detalles del Plan y lo denuncio. En una reunión de Reagan y Gorbachov, este último reconoce el Plan, pero afirma que será cancelado. Esa carrera armamentista no traería ningún beneficio a Nicaragua. Llega un momento que me digo a mí mismo: ¿A quién soy leal? ¿Al FSLN o al pueblo de Nicaragua? Yo decido ser leal al pueblo de Nicaragua”, afirmó en aquella entrevista.

Desde luego, el Frente Sandinista consideró que Miranda era un “traidor”. Humberto Ortega Saavedra argumentó que la deserción de su exmano derecha obedecía a razones mezquinas, pues no había sido ascendido a teniente coronel un mes atrás. Sin embargo, Miranda aseguró que fue por “decepción política” al ver el rumbo de una revolución sandinista cuyos líderes habían resultado “más corruptos que Somoza”.

Según él, quería librar a Nicaragua del “yugo” del Frente Sandinista. Por eso buscó a la CIA.

El Comandante Cero

El 8 de julio de 1981, Edén Pastora sorprendió con una carta de despedida en la que renunciaba a todos sus cargos en el nuevo gobierno revolucionario y acusaba a los dirigentes sandinistas de estar instalando en Nicaragua un régimen comunista. Según el general en retiro Hugo Torres, Pastora “tenía expectativas de ser miembro de la Dirección Nacional y jefe del Ejército”. Pero lo nombraron viceministro de Defensa y jefe de las Milicias y sintió que lo estaban viendo de menos, declaró Torres a Magazine en 2013. No obstante, en esa misma publicación Pastora asegura que se fue “molesto” y “resentido” por la actitud soberbia de sus jefes.

En julio de 1981 se fue del país y luego reapareció al frente de un grupo armado en el sur del país, para luchar contra los mismos sandinistas: Alianza Revolucionaria Democrática (Arde). Ahora Pastora es un proclamado orteguista.

Recompensa

El exsecretario personal de Humberto Ortega Saavedra, Róger Miranda Bengoechea, aseguró que salió de Nicaragua sin intenciones de pedir dinero alguno a Estados Unidos, a cambio de información que valía oro. Sin embargo, admitió a LA PRENSA en el año 2000, que por orden del entonces presidente Ronald Reagan, la CIA le pagó 800 mil dólares libres de impuestos, para que rehiciera su vida. “Antes de salir de Nicaragua, en 1987, no tenía contacto con la CIA. Nunca habían dado tanto dinero a una persona en mis circunstancias como a mí”, afirmó.

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