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PJChC entre las flores de su jardín

Las flores de su jardín que le deposité el 10 en la tumba a mi padre se marchitarán muy pronto, pero no así sus ideales que viven con mayor vigencia

Escribo este artículo testimonial el propio 10 de enero, luego de regresar a mi casa del Cementerio General tras depositar flores de su jardín sobre la tumba de mi padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Héroe Nacional y Mártir de las Libertades Públicas, un ritual de todos los años en un día como hoy a las 11:00 a.m.

Antes de llegar a su casa de Las Palmas recogiendo las flores, pasé por la Bolívar donde está el monumento en su memoria y grande fue mi sorpresa al observar una nutrida presencia de antimotines cubriendo los dos flancos del sitio como si esperasen una manifestación numerosa, de los que hoy llaman “terroristas y golpistas”.

Mayor fue mi sorpresa cuando al llegar al Cementerio General, observé igual presencia policial inexplicable, quizás con el objetivo de no permitir este año ninguna aglomeración ni discursos en la tumba de mi padre, a como se acostumbra cada 10 de enero, en este último resquicio que va quedando para protestar.

Pero fueron de balde. Quizás unas 8 personas, incluyendo 4 periodistas me acompañaron a la tumba a depositar las flores frescas del jardín de mi padre, que muy pocos conocieron en su faceta de agricultor sembrando uvas en el jardín de su casa y cosechándolas para elaborar el “Habanero Pedro”, un vino artesanal fermentado en una pequeña barrica de roble.

Igual fueron de balde, cuando en su paranoia represiva ordenada por la dictadura, los antimotines hicieron presencia intimidatoria durante la XIII edición de la entrega de premios Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, que tuvo lugar el pasado 9 de enero en el Auditorio Pablo Antonio Cuadra, de Hispamer.

Las flores de su jardín que le deposité el 10 en la tumba a mi padre se marchitarán muy pronto, pero no así sus ideales que viven con mayor vigencia que nunca en el corazón de su pueblo que amó y que algún día se transformará en la república que él soñó.

Una república con alternabilidad en el poder público y no reelección presidencial; una república pluralista en que exista una clara separación e independencia de los poderes del Estado; una república en que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley y que el voto de cada ciudadano elija. Una república donde no haya presos políticos y donde se respete la libertad de expresión y la libertad de prensa en su más amplio sentido; una república que como él bien decía, sea, derivado del latín: la res (cosa) pública y no cosa privada.

¿Todo está perdido?… me preguntó la periodista Kastalia Zapata, del Canal 12, ante la escasa concurrencia. No hemos claudicado, le contesté, como lee el epitafio de dos palabras en la tumba de mi padre: “Nunca claudicó”. “Si en la lid el destino te derriba; si todo en tu camino es cuesta arriba; si tu sonrisa en ansia insatisfecha; si hay faena excesiva y vil cosecha; si a tu caudal se anteponen diques, darte una tregua ¡Pero no claudiques!”

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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