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Jaque a la libertad de expresión

A nueve meses del estallido social en Nicaragua contra el régimen Ortega-Murillo, cerca de un centenar de comunicadores y periodistas han tenido que abandonar el país; el canal 100% Noticias fue censurado y su director y jefa de prensa procesados; se allanaron las oficinas de Carlos Fernando Chamorro para obstaculizar su labor periodística; y LA PRENSA, el diario más antiguo y de mayor circulación, sufre desde hace más de 20 semanas restricciones para importar materia prima.

Un análisis simple puede sugerir que el régimen busca silenciar las voces que denuncian los crímenes y las violaciones a derechos humanos que cometen, pero lo cierto es que estos ataques a la libertad de expresión perpetrados por el régimen tienen una finalidad más perversa que evitar la libre circulación de ideas e información.

Después de abril, nada volvió a ser igual, el régimen quedó expuesto, su legitimidad desapareció y para mantenerse en el gobierno no tiene otra alternativa que reprimir.

La censura impuesta por el régimen no busca frenar la libre circulación de ideas y opiniones, eso en una era digital como la actual es muy complejo. En todo caso, el régimen busca vengarse de sus detractores o de quienes considera causantes del despreció que hoy Nicaragua siente hacia el régimen. Al haber tenido nexos con el sandinismo, Carlos Fernando Chamorro no es un periodista crítico, sino un traidor. Miguel Mora por más de una década mantuvo una postura complaciente con el régimen, pero ante la gravedad de la represión (hard news) no pudo permanecer indiferente.

La venganza del régimen a su vez busca intimidar al gremio periodístico, promover la autocensura y restablecer el estado de las cosas hasta antes de abril. Busca evitar ya no solo que los conflictos escalen, sino que converjan las circunstancias que llevaron al estallido social. El régimen decidió asumir su condición de dictadura con estos ataques a la libertad de expresión y abandonar la estrategia de simular democracia, lo anterior como un mecanismo de sobrevivencia, porque sabe que sus días están contados.

Tal vez pensemos que la libertad de expresión esté en jaque, por no poder ver un canal de televisión; por no ver un programa de entrevistas; o no poder comprar un periódico. Pero al ser la libertad de expresión más que un derecho, parte esencial de la condición humana, al ser propia de los seres vivos racionales, el régimen terminará y el compromiso de periodistas, comunicadores y medios con la verdad y la libre expresión de ideas y pensamiento resurgirá, el cierre de un medio es menos grave para el desarrollo de una sociedad, que el silencio de esta ante las injusticias, no callemos.

El autor es maestro en Derechos Humanos.

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