14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

En la imagen aparecen un manifestante nicaragüense, un venezolano y un hondureño. ILUSTRACIÓN

Silencio represivo, soledad y terror… la convulsionada realidad de la juventud en Nicaragua, Venezuela y Honduras

Esta es la historia de María Fernanda, Juan y Manuel, provenientes de Venezuela, Nicaragua y Honduras, participaron en la masiva Jornada Mundial de la Juventud encabezada por el papa Francisco buscando esperanza

Silencio represivo en Nicaragua, soledad en Venezuela y terror en Honduras. Jóvenes de una convulsionada América Latina buscaron desahogo en su encuentro con el papa Francisco en Panamá.

María Fernanda, Juan y Manuel, provenientes de esos países, participaron en la masiva Jornada Mundial de la Juventud encabezada por el pontífice, con una misma idea: encontrar motivos para la “esperanza”.

De eso no se habla en Nicaragua

Juan Ferrufino, de 23 años, se resiste a hablar de política, como muchos nicaragüenses entrevistados, por miedo a represalias al retornar a su país. Incluso, llegaron a Panamá con la consigna de no ventilar los asuntos internos.

Lea además: Los presos políticos con enfermedades crónicas en las cárceles de Nicaragua

Juan acaba de graduarse de ingeniero civil en Nicaragua, donde la represión del gobierno de Daniel Ortega a protestas lideradas por jóvenes ha derivado en más de 300 fallecidos y una cifra de entre 600 y 750 detenidos desde que estallaron en abril.

A la JMJ llegaron miles de feligreses de todos los países. Nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y de otras nacionalidades llegaron desde hace varios días a Panamá. LA PRENSA/EFE

Su gran temor es la desintegración social. “Me encantaría que el papa Francisco nos diera un mensaje a nosotros los jóvenes de Nicaragua: Permanezcan unidos. La unión es lo primordial”, declaró con voz tímida.

Lea más en: Monseñor Romero, vida y muerte del primer santo centroamericano

Analistas advierten del riesgo de una guerra civil. Por eso, Juan no le pide al papa argentino elegir bandos, sino dar “esperanza”. “La iglesia es iglesia, la iglesia no se mezcla con otro asunto, la iglesia siempre permanece firme en la fe (…) y la unión”, comentó el peregrino, quien viajó por carretera en una travesía de 30 horas para llegar a Panamá.

Pese a los temores, el joven, que regresará a su país, parafrasea a Francisco y su llamado contra el conformismo: “Jóvenes, métanse en líos”. En su país, sin embargo, esto puede significar muerte, cárcel o migración forzada.

“Cada vez somos menos” en Venezuela

María Fernanda Pacheco cada vez se siente más sola en Venezuela. Su padre y la mayoría de sus amigos huyeron de la debacle socioeconómica y la política. “Cada vez somos menos, porque yo tengo más amigos afuera del país que adentro. Es triste cómo las personas con las que has crecido (…) se ven obligadas a irse”, dijo esta estudiante universitaria de 19 años, quien lamenta que los jóvenes venezolanos estén en “constante angustia”.

Le puede interesar: El calvario de tres madres que buscan a sus hijos desaparecidos

Y le duele ver “cada día más flacos” a quienes decidieron quedarse, adelgazando por los estragos de la hiperinflación y el desabastecimiento de alimentos, acompañados por una inestable situación política con protestas que han dejado más de 200 muertos desde 2014, en su mayoría jóvenes.

Según relató María Fernanda, tiene compañeros en la privada Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) “que ni siquiera pueden llevar (allí) algo de comer, así sea una manzana (…), porque no tienen nada”.

Partidarios de la oposición venezolana que sostienen cartas que leen “Justicia” se reúnen para escuchar al jefe de la Asamblea Nacional de Venezuela. LAPRENSA/AFP

Ella trata de tener “una vida normal”, aunque en su país, dice, “no se vive, sino que se sobrevive”. Pese a los problemas, se niega a migrar porque, como dicen muchos venezolanos, “no hay mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista”. En Panamá esperaba encontrar en Francisco “esperanza”, para llevarla a los demás en su regreso a Venezuela.

“Impuesto de guerra” en Honduras

“Eso no puede seguir”, lamenta Manuel Antonio de Dios refiriéndose a la salvaje violencia de las pandillas que controlan las zonas pobres de Honduras, con los jóvenes como principales víctimas y victimarios.

También lea: El drama de miles de norcoreanas que son vendidas para casarlas con hombres chinos

Una tía de este estudiante de matemáticas debió huir de la ciudad donde vivía por no poder pagar el “impuesto de guerra”, dinero que cobran grupos delictivos a comerciantes, transportistas y residentes en los territorios donde operan. “Le pedían mucho dinero”, relató.


Los migrantes centroamericanos que se dirigen a los Estados Unidos con una segunda caravana reciben su tarjeta de visitante por razones humanitarias de funcionarios de inmigración en Ciudad Hidalgo, estado de Chiapas, sur de México. LAPRENSA/AFP

El muchacho de 23 años que llegó a Panamá desde Tegucigalpa aboga por un “cambio de mentalidad”. “La violencia no es el camino, el camino es el amor”, expresó, aunque tiene claro que es “muy difícil” que ese mensaje le llegue a “una persona a la que le han matado un hijo” o “un hermano”. Manuel pide justicia en un país de poco más de nueve millones de habitantes en el que ocurren unos diez homicidios al día, según cifras oficiales.

Lea más en: Las medidas con las que Estados Unidos quiere evitar más muertes de niños migrantes en la frontera

Las guerras de pandillas son una de las razones por las que millares de hondureños escapan en caravanas rumbo al norte y desafían al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su plan de construir un muro en la frontera con México.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí