14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
presos políticos

LA PRENSA/O.Navarrete

Los presos políticos con enfermedades crónicas en las cárceles de Nicaragua

Si ya es difícil estar preso, imagínese preso y enfermo. Peor aún, preso, enfermo y de gravedad. Más todavía: Preso, enfermo de gravedad y con un sistema que le niega atención médica y acceso a las medicinas. Esa es la realidad de varios presos políticos en Nicaragua

Ruth Matute no puede estar tranquila ni en el hospital. Al pie de la puerta pernoctan cuatro policías que la vigilan de día y de noche. A pesar de que no llega nadie a verla, mantienen sus ojos atentos a los movimientos de su madre, Reyna Valdivia, la única persona que puede estar con ella desde el 4 de enero, el día que la hospitalizaron para quitarle el marcapasos del corazón.

Todo esto se pudo haber evitado, dice su abogada Rosario Flores, si las autoridades de la cárcel de mujeres hubieran acatado la orden de valorarla en el Instituto de Medicina Legal (IML) por su enfermedad crónica coronaria.

“Desde la primera audiencia le dije a la jueza que Ruth se miraba mal: cansada y pálida, después de haber subido las escaleras para llegar al juicio”, refiere Flores. “Pero de inmediato me dijo (la jueza) que no ha lugar”, agrega.

Lea también: Gonzalo Carrión: “Nunca había llorado tanto como en estos nueve meses”

Ruth Matute, de 28 años de edad, quizás sea el caso más relevante de los enfermos crónicos que están en las cárceles por protestar contra la dictadura de Daniel Ortega. Según la Comisión de Verificación y Seguridad de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, hasta el 8 de enero del 2019, se contabilizaban 740 presos políticos. De ellos, LA PRENSA conoció esta semana 14 casos crónicos documentados por sus familiares o abogados.

La segunda de izquierda a derecha, la presa política Ruth Matute, quien padede de enfermedades cardíacas.
LAPRENSA/Tomada de El19Digital

Existen casos de mujeres, como el de Ruth Matute, que tras las rejas sufren los dolores de enfermedades crónicas en el hígado, los riñones, hipertensión, diabetes, o viven con lupus. Mientras que también se conocen casos de hombres con enfermedades en la próstata, infecciones severas, algunos todavía tienen proyectiles en el cuerpo; y otros que han quedado prácticamente sordos después de una golpiza.

Lea también: Lucía Pineda Ubau, la periodista encarcelada por la dictadura orteguista

“Tenemos conocimiento del no cumplimiento de forma sistemática de oficios girados por jueces en cuanto a traslados de personas detenidas para valoración forense al Instituto de Medicina Legal para atención médica y valoraciones médicas y psicológicas”, expresa un comunicado que envió la Alianza Cívica al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.

De momento, el caso más dramático es el de Ruth Matute, quien fue detenida en Monimbó desde el 8 de octubre pasado, porque deja en evidencia que existen presos políticos con problemas de salud que requieren otras medidas para pagar su condena fuera de la cárcel.


Presos VIP

Mantener a los presos políticos que sufren enfermedades crónicas se contradice con las libertades y medidas de beneficios que han sido otorgadas a políticos en Nicaragua. En Domingo, les compartimos algunos casos de reos que gozaron de concesiones después de ser condenados.

William Hurtado: Fue el asesino del periodista Carlos Guadamuz en 2004. Estuvo cuatro años preso, pero salió por el beneficio de convivencia familiar extraordinaria. Un informe forense refirió que Hurtado sufría una enfermedad crónica y no podía ser tratado en la cárcel. “El examinado debe recibir tratamiento médico fuera de condiciones del Sistema Penitenciario Nacional, en vista de que por sus patologías de fondo es un interno de difícil manejo médico”, señaló el dictamen forense. Sin embargo, a las pocas semanas de haber salido de la cárcel circularon unas fotos en las que se veía a William Hurtado, el asesino de Guadamuz, bailando en una fiesta.

Arnoldo Alemán, PLC, elecciones municipales
Arnoldo Alemán, presidente honorario del Partido Liberal Constitucionalista (PLC). LA PRENSA/ARCHIVO

Arnoldo Alemán: El expresidente de Nicaragua fue condenado por corrupción a 20 años de cárcel en 2003. Fue encontrado culpable de los delitos de lavado de dinero, peculado (uso indebido de fondos públicos), malversación, asociación ilícita para delinquir, delitos electorales y fraude. Sin embargo, en 2005 fue enviado a su casa para cumplir la pena en régimen de convivencia familiar en su hacienda, con todo el país por cárcel. La figura jurídica que se utilizó era para reos muy enfermos, con base en un dictamen médico forense que establecía que el expresidente padecía de 10 enfermedades crónicas.

Byron Jerez: Fue sobreseído o absuelto después de haber enfrentado 13 juicios, según afirma él mismo, por supuestos delitos relacionados con corrupción. Actualmente es diputado de la Asamblea Nacional por el partido político Alianza por la República (Apre).

Caso El Carrizo: Irinea Mejía Cruz un día miró a Eusebio Cruz Montenegro, el exdelegado municipal del Consejo Supremo Electoral (CSE) en Cusmapa, quien junto al entonces secretario político del FSLN en San José de Cusmapa, José de Jesús (Gersan) Herrera Zepeda, asesinó el 8 de noviembre de 2011 al marido y a dos hijos de doña Irinea en la comunidad indígena de El Carrizo. El crimen contra José Mercedes Pérez Torres, esposo de doña Irinea, y sus hijos Elmer Liborio y Josué Sael Torres Cruz, quedó prácticamente en la impunidad. Los acusados fueron condenados solo a tres años y medio de cárcel y, para agravar la burla judicial, cumplieron la pena en celdas preventivas de la delegación policial de Somoto, con todas las comodidades: Televisor, buenas camas, visitas conyugales, de amistades y familiares, buena comida, entre otros beneficios. Después de salir en libertad, los condenados viven siempre en San José de Cusmapa, siguen ligados al FSLN y caminan con tranquilidad por las calles. “Eso no está bien, pero ¿qué va a hacer uno?”, lamenta doña Irinea Mejía.


“Se están enfermando”

La presión arterial de la estudiante Amaya Coppens se ha disparado en los últimos días, según su abogado Maynor Curtis. No se la ha podido controlar y es posible que los eurodiputados que hablaron con ella puedan constatar su estado deteriorado de salud. La muchacha de 23 años está padeciendo de insomnio en la última semana y le han aparecido moretones en sus piernas.

Antes de entrar a la cárcel, Amaya Coppens nunca había padecido de ninguna de estas enfermedades. Pasa lo mismo con Olesia Muñoz, quien ha tenido un cuadro de diabetes e hipertensión que la mantiene internada en el centro médico de la prisión de mujeres.

Lea además: La masacre de niños durante la represión orteguista

“Hay un fenómeno extraño, raro, las mujeres jóvenes están sufriendo situaciones de salud que no tenían antes. Es decir, se están enfermando en la cárcel”, dice la abogada Rosario Flores.

Según el informe de la Alianza Cívica, existen múltiples casos de presas con diabetes, hipertensión, lesiones, infecciones, epilepsia y convulsiones producto de golpes. “Se encuentran recluidas, sin acceso a medicamentos de forma sistemática y en el tiempo que le corresponde”, cita el documento.

Olesia Auxiliadora Muñoz Pavón, la maestra y cantante detenida en El Chipote por apoyar protestas en Niquinohomo. Tomada del 19 Digital
Olesia Auxiliadora Muñoz Pavón, la maestra y cantante detenida en El Chipote por apoyar protestas en Niquinohomo. Tomada del 19 Digital

Exmilitares

El excoronel del Ejército, Carlos Brenes, ha tenido al menos 16 padecimientos desde que está en la cárcel. Brenes tiene 63 años de edad, y a pesar de que ha mostrado documentos que confirman su enfermedad, todavía no ha sido valorado por el IML.

Lea también: Carlos Brenes, el héroe de la guerra que acusan de “terrorista”

Salvadora Martínez, su esposa, desde que lo capturaron dijo que Brenes era hipertenso e insulinodependiente desde hace más de 30 años. Se inyecta dos tipos de insulina tres veces al día, porque padecía la falta de circulación en la sangre, presión arterial alta y enfermedades en el corazón.

El abogado de Brenes, Salvador Montenegro, dijo que actualmente el exmilitar padece osteoartritis, temblor distal fino y grueso, síndrome ansioso-depresivo con elementos conversivos, enfermedad mental mínima, hipoacusia bilateral por trauma acústico por explosión de bomba en el oído derecho, neuropatía DM, de diez años de evolución, insuficiencia venosa profunda, asma en la infancia, hiperactividad bronquial, laringotraquitis por cambios de temperatura, hipoglucemias recurrentes, pancreatitis, entre otras.

Puede leer: El antimotín que se negó a matar manifestantes

Brenes se atendía en el Hospital Militar, pero a partir de que adoptó una posición crítica contra el actual gobierno, le quitaron la atención médica. Por esa razón viajaba a Costa Rica, para que lo chequeara su hijo médico. Según su familia, en ese momento fue que lo capturaron.

presos políticos
Los presos políticos Carlos Brenes y Tomás Maldonado.

El mayor en retiro Tomás Maldonado también tiene un complicado cuadro de enfermedades. Ha sufrido patologías asociadas a enfermedades metabólicas crónicas diagnosticadas hace varios años, diabetes mellitus tipo 1, y complicaciones neurovasculares y mioarticular.

Además: Los llantos que se escuchan después de la matanza de Jinotega

A Maldonado la diabetes le ha provocado afectaciones en las piernas, en las que ha perdido sensibilidad, fuerza, sufre dolores recurrentes, según el abogado Salvador Montenegro, quien maneja su expediente.
Ambos exmilitares son acusados por delitos de terrorismo, entorpecimiento de servicios públicos, crimen organizado y daños agravados.


Números

La Comisión de Verificación y Seguridad de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, hasta el 8 de enero del 2019, contabilizaba a 77 personas en la Dirección de Auxilio Judicial.

42 personas en estaciones de policías departamentales y distritales en condiciones similares al Chipote.

449 están en el Sistema Penitenciario Nacional.

114 están siendo condenadas.

23 enfrentan procesos políticos de libertad provisional.

149 personas fueron denunciadas como secuestradas, pero no hay constancia de su ubicación real.


Mujeres graves

Uno de los casos más graves es el de Brenda Muñoz, originaria de Diriá, quien además tiene epicrisis de una enfermedad poliquística de hígado y riñón. Sin embargo, tampoco existe una evaluación respecto a su caso.

“Las quejas de las reas son que no les pasan los medicamentos para sus enfermedades. Así que los daños que les están ocasionando serán completamente irreversibles”, dice Rosario Flores, abogada defensora.

Puede leer: Presos políticos: un grito desde las cárceles de Nicaragua

A Delmis María Portocarrero, de 53 años de edad, la han sacado dos veces inconsciente de la cárcel. Ella ni sabe dónde la llevaron porque cuando se enteraba ya la estaban estabilizando. Portocarrero padece de lupus desde hace años. No tiene documentos del año pasado, pero tiene una constancia de la enfermedad del año 2016.

La segunda de izquierda a derecha, la presa política Ruth Matute, quien padede de enfermedades cardíacas.
LAPRENSA/Tomada de El19Digital

Según el análisis médico, el lupus le afecta casi todos los órganos, en especial el hígado, las articulaciones, pero sobre todo la piel. El temor de sus familiares es que el sistema inmunológico esté mucho más vulnerable de lo normal.

El caso de María Mercedes Chavarría también está expuesto en el informe que se envió a Luis Almagro, secretario general del OEA. Chavarría es una extrabajadora de la Alcaldía de León que tiene un problema crónico en la espalda. Ella sí tiene una constancia actualizada, donde se detalla que solo puede trabajar cuatro horas, no puede subir ni bajar escaleras, ni estar en la misma posición durante mucho tiempo. “Es un daño irreversible y progresivo”, detalla el documento.

“Sus compañeras de celda prácticamente le tienen que lavar su ropa y bañarla”, dice su abogado, Maynor Curtis.


Ley de Salud

El artículo 38 de la Ley Penitenciaria, sobre chequeo médico, ordena que a cada privado de libertad se le debe practicar valoración médica al momento de su ingreso al penal con el fin de verificar su estado de salud física y mental.

Además, las autoridades deben dar aviso a sus familiares si algo grave les pasara dentro del sistema penitenciario, respecto a su salud o accidentes.

El artículo 36 de la Constitución Política de Nicaragua manda a que toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, tratos crueles inhumanos o degradantes.


Sordos

Por las golpizas y torturas que han recibido, el profesor de Ticuantepe, Juan Bautista Guevara, y el estudiante Dilon Zeledón Ramos perdieron la audición. Zeledón del oído derecho y Bautista Guevara al menos temporalmente. Ambos han sufrido mareos y convulsiones dentro de la cárcel, según sus abogados.

La historia más reciente de convulsiones fue la de Crisffer Steven Molina, quien llegó el 11 de enero ardiendo en fiebre a audiencia de juicio en Managua, ante el juez orteguista Ernesto Rodríguez.

“Tuve que pedir la suspensión del juicio porque Crisffer tenía inflamado el pie y estaba ardiendo en fiebre y me dijo que había pedido a los del sistema que lo mandaran al médico, porque estaba presentando fiebres y el pie le dolía mucho y no hicieron caso de llevarlo”, comentó Yonarqui Martínez, defensa del acusado de supuesto tráfico de armas.

El profesor Juan Bautista Guevara. LA PRENSA/Tomada de El 19 Digital

Uno de los varones más graves es Juan Carlos Baquedano, quien padece de presión alta, diabetes, enfermedades coronarias asociadas, pero también sufre dolores agudos en su pierna derecha donde tiene una platina sujetada por 10 clavos. Su abogado, Maynor Curtis, dijo que de la golpiza que sufrió al parecer uno de los clavos se le desprendió pero no le ha salido del cuerpo porque lo sostiene la piel.

“El dolor debe ser inmenso”, dijo el abogado.

Tanto Max Francisco Cruz Gutiérrez, de la Isla de Ometepe, como Brandon Lovo, de Bluefields, tienen heridas que no les han sanado desde hace meses. Cruz tiene infectada la pierna por las condiciones de salubridad de la celda donde se encuentra.

Max Gutiérrez recibió impactos de bala en el abdomen y espalda cuando fue arrestado por oficiales. Ha requerido de siete cirugías y todavía no ha cicatrizado. Mientras tanto, Brandon Lovo, condenado por la muerte del periodista Ángel Gahona, todavía tiene alojada una bala en el cuello que recibió desde el 21 de abril de 2018.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí