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Eurodiputados con Nicaragua

Los diputados europeos que estuvieron la semana pasada en Nicaragua con la intención de ayudar a encontrar una salida democrática de la crisis, no le han fallado al pueblo nicaragüense.

En la conferencia de prensa que brindaron el sábado 26 de enero, al finalizar su misión, los eurodiputados se pronunciaron de manera contundente en respaldo del pueblo de Nicaragua, no del régimen de Daniel Ortega.

Esto es importante aclararlo, porque habitualmente en el lenguaje político y diplomático cuando se habla de un país se alude a su gobierno, al que se le reconoce como representante del pueblo aunque no tenga un origen legítimo y no respete la democracia ni los derechos humanos de sus ciudadanos; como es el caso del régimen dictatorial de Daniel Ortega.

En el concepto perverso de que un país es su gobierno, y no el pueblo que lo habita, se amparan quienes invocan la autodeterminación y el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países, para proteger de hecho a regímenes autoritarios que violan los derechos humanos de sus ciudadanos y cometen incluso crímenes de lesa humanidad para sostenerse en el poder.Pero los eurodiputados se han puesto del lado del derecho y la justicia y su pronunciamiento ha sido en defensa del pueblo nicaragüense y de condena a la dictadura de Ortega y Murillo.

Ante todo los delegados del Parlamento Europeo han rechazado el falaz argumento del régimen de Ortega, de que fue víctima de un intento de golpe de Estado fraguado en el exterior y que los muertos, presos y perseguidos son criminales terroristas. Por el contrario, los europarlamentarios han declarado que lo que ha habido es una represión desproporcionada contra personas que demandan libertad, democracia y el derecho elemental de elegir a sus gobernantes y cambiarlos periódicamente.

Los eurodiputados reconocen que en Nicaragua están restringidas seriamente las libertades fundamentales de expresión, reunión y manifestación, las cuales deben ser restablecidas. Ellos señalan que es necesaria una solución pacífica, política y democrática de la crisis, por medio del diálogo nacional, para lo cual es indispensable que previamente sean puestos en libertad todos los presos políticos, que se permita el regreso de los exiliados, el retorno de los organismos internacionales de derechos humanos, la devolución de su personalidad jurídica a los organismos sociales que han sido criminalizados y que se restablezcan de inmediato las libertades de expresión, de prensa y manifestación pacífica.

Los eurodiputados también han dejado para la oposición, el mensaje de que se debe reiterar que la lucha pacífica es el único camino para la toma del poder, centrar sus demandas en las reformas electorales para que haya elecciones libres y limpias y articularse mejor para el diálogo que se está reclamando.

Las propuestas del Parlamento Europeo son factibles y, si se quiere, fáciles de cumplir. Acogiéndolas Ortega y Murillo tienen la oportunidad de dejar de ser los monstruos represivos y convertirse en facilitadores de la transición a una nueva Nicaragua democrática.

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