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El viaje de Mónica Baltodano

“Yo no apoyo a Mónica Baltodano porque no me ha regresado todavía mi propiedad’, afirmó categóricamente un señor de apellido Saborío en Radio Corporación, cuando los noticieros de esta emisora dieron a conocer que la exguerrillera Mónica Baltodano anunció que viajará a México cuyo gobierno se ofreció a mediar en la crisis nicaragüense que tras nueve meses y medio de represión ha dejado —según reportes de organismos de derechos humanos— entre 325 y 550 muertos, más de dos mil heridos, cientos de presos políticos, cientos de desaparecidos y cerca de 60 mil compatriotas exiliados.

Si viaja Baltodano a México, que desea ser mediador, cabe preguntarse ¿a quién representa? Ella solo representa a su Movimiento de Rescate al Sandinismo (MRS) que si no me equivoco, solo tiene un afiliado, que es su esposo Julio López Campos. Nunca representará al pueblo nicaragüense quien reconoce como únicos mediadores a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, que irónicamente los propuso el régimen Ortega-Murillo cuando estos se sintieron acorralados. El rol de los obispos ha sido tan valioso en evitar mayor derramamiento de sangre y en buscar una solución a la crisis, que ha sido reconocido por toda la sociedad nicaragüense y a nivel internacional.

¿Por qué buscar otro mediador? Seguramente es una propuesta desde la izquierda regional para darle oxígeno a la dictadura y retrasar más la solución a los problemas que aquejan el país. Una estrategia tan burda, que el propio gobierno de Ortega suspendió la visita que haría al país azteca el canciller Denis Moncada Colindres.

La Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) desautorizó a Baltodano, al emitir un comunicado donde reiteran el reconocimiento a la Conferencia Episcopal de Nicaragua y a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia como los interlocutores en cualquier diálogo o negociación para salir de la crisis provocada por Daniel Ortega. Asimismo, el comunicado insta a México a que continúe con su política exterior de censura a los regímenes dictatoriales como hizo frente al franquismo en España, el pinochetismo en Chile, al fujimorismo en Perú y al somocismo en Nicaragua.

“Yo no apoyo a Mónica Baltodano porque todavía no me ha regresado mi propiedad”, dijo Saborío, que según reportes periodísticos, su familia reclama un inmueble donde funciona la Fundación Popol Na de Baltodano, que queda en las cercanías de la rotonda El Güegüense de Plaza España.

¿Oportunismo político de Baltodano o le traicionó su corazoncito de izquierda? Ya tenemos a nuestros mediadores. Los garantes podrían ser la OEA, Naciones Unidas y la Unión Europea. Dejemos que México siga colaborando desde el Grupo de Lima y en la Comisión de Trabajo para Nicaragua que conformó la OEA.

El autor es periodista.

Opinión Mónica Baltodano archivo
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