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Una expulsión merecida

La expulsión del FSLN de las filas de la Internacional Socialista (IS) es otro golpe político contundente, de carácter internacional, a la dictadura de Daniel Ortega.

El FSLN fue expulsado de la Internacional Socialista ante todo por la violación masiva del régimen orteguista a los derechos humanos de los nicaragüenses. Un partido que sostiene a un gobierno que masacra a su pueblo para mantenerse en el poder, no puede ser miembro de la Internacional Socialista, ha sido el razonamiento esencial para expulsar al FSLN de esta organización internacional de 145 partidos políticos de ideología socialista, o socialdemócrata, en su reciente reunión de República Dominicana.

En realidad, el FSLN ha sido expulsado deshonrosamente por incompatibilidad de su conducta como partido en el poder, con la Carta Ética de la Internacional Socialista que compromete política y moralmente a sus miembros a defender y practicar la democracia pluralista; respetar la libertad de los ciudadanos a elegir entre diferentes opciones políticas en el marco de elecciones libres, frecuentes y transparentes; respetar los derechos de las minorías y de los individuos; un sistema judicial independiente e imparcial basado en el derecho; una prensa libre y pluralista; y el funcionamiento democrático de los partidos, entre otros valores y principios de la libertad y la democracia que en Nicaragua no existen actualmente, y si están en el papel en la práctica no son respetados.

La Carta Ética de la Internacional Socialista fue aprobada en el XXII Congreso de esta organización celebrado en octubre de 2003 en Sao Paulo, Brasil. Allí estuvo presente y aprobó la Carta Ética una representación del FSLN.

Pero la verdad es que el Frente Sandinista nunca tuvo méritos democráticos reales para ser miembro de la Internacional Socialista. Por lo menos el FSLN debió ser expulsado de esa agrupación mundial de partidos socialistas democráticos y afines, desde que Daniel Ortega comenzó a reinstaurar la dictadura cuando volvió a tomar el poder a principios de 2007.

Fue por oportunismo o desidia que la Internacional Socialista mantuvo en sus filas al FSLN, a pesar de la deriva autoritaria del régimen de Ortega. Inclusive, inexplicablemente rechazó la solicitud de afiliación del MRS, que sí es un partido socialista democrático a juzgar por sus documentos programáticos y sus actuaciones y alianzas políticas.

Tan descarada fue la violación de la Carta Ética de la Internacional Socialista por parte del FSLN, que su representante en esa organización era un magistrado de la Corte Suprema de Justicia, reconociendo flagrantemente que en Nicaragua no hay un sistema judicial independiente e imparcial basado en el derecho, como lo requiere la Internacional Socialista. Esto es algo que ha sido evidente a lo largo de los últimos años y recientemente lo ha confirmado el exmagistrado sandinista Rafael Solís, en su contundente carta de renuncia.

Pero por fin la Internacional Socialista ha quitado la máscara de socialista democrático al partido político totalitario de Nicaragua.

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