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 Behrouz Boochani ha sido galardonado con el Premio Literario Premier de Victoria, el de mayor en Australia. LA PRENSA/EFE/ Jason Garman

“No soy la clase de persona que es silenciada ante la injusticia o un sistema dictatorial”, declara  Behrouz Boochani

El periodista refugiado kurdo-iraní, ganó con su libro Sin amigos, solo las montañas: Escribiendo desde la prisión de Manus, escrito con wasap, el Premio Literario Premier de Victoria

“Nunca seré silenciado” ante la injusticia, asegura el periodista y refugiado kurdo-iraní Behrouz Boochani, galardonado con uno de los premios literarios más prestigiosos de Australia y quien lleva recluido desde hace seis años en la isla papú Manus, de la que no puede salir.

“Yo fui un activista antes, aquí soy un activista y en el futuro seré un activista. No soy la clase de persona que es silenciada ante la injusticia o un sistema dictatorial”, declara  Boochani, quien fue detenido en 2013 por Australia y enviado después a esta ínsula del norte de Papúa Nueva Guinea, desde donde tramita su petición de asilo.

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“Para nosotros, en la isla Manus, Australia es un sistema dictatorial”, apunta el escritor en una entrevista mediante la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp.

En noviembre de 2017, fue expulsado junto a 400 hombres del centro de inmigración donde estaba detenido y forzado a reubicarse en un asentamiento para refugiados en la isla, sin derecho a moverse libremente por Papúa Nueva Guinea.

Boochani ganó con su libro Sin amigos, solo las montañas: Escribiendo desde la prisión de Manus, escrito con wasap, el Premio Literario Premier de Victoria en la categoría de no ficción, anunciado la semana pasada.

El periodista kurdo iraní Behrouz Boochani, recluido en la isla papú de Manus. AFP

“Rehenes políticos de Australia”

El periodista explicó que él y sus compañeros en Manus se consideran “rehenes políticos de Australia”, porque ese país se niega a acogerlos aunque sean reconocidos como refugiados.

Boochani, de 35 años, tuvo que salir de Irán en 2013 después del registro efectuado por militares en las oficinas de la revista kurda Werya, que él cofundó, y que terminó con la detención de once de sus colegas.

El periodista se escondió unos meses y después emprendió una travesía en barco desde Indonesia hacia Australia, aunque fue interceptado antes de arribar a territorio australiano.

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Detenido en un primer momento en las islas Christmas, fue enviado después a Manus, donde Australia sufragaba un centro para tramitar las solicitudes de asilo que fue cerrado después de que el Tribunal Supremo papuano lo declarar inconstitucional.

Sigue recluido en la isla, pero desde entonces en un alojamiento de tránsito.

En la actualidad, Camberra mantiene en Nauru otro centro similar al cerrado en Manus.

El Gobierno australiano aplica una política inflexible con la inmigración y bloquea la entrada al país de aquellas personas que intentan entrar a su territorio por la vía marítima, aunque se pruebe que son refugiados, como fue el caso de Boochani.

“No nos dejan ir a otros países y no nos aceptan”, se queja con voz firme pero pausada este escritor y cineasta -autor del documental Chauka, dime la hora– al enfatizar que estos seis años que ha pasado “en detención indefinida y en un limbo son suficientes para destruir a cualquiera”.

“Ya hemos perdido muchas cosas en nuestra vida personal en estos seis años y nuestra situación empeora cada día (…) hasta la fecha doce personas han muerto en la isla Manus y en Nauru debido a problemas médicos y este sistema de violencia”, remarca.

Diversos organismos internacionales y médicos han denunciado la fragilidad de la salud mental y física de los solicitantes de asilo en Nauru y en Manus.

Se siente “humillado” y “torturado”

Boochani, acreedor también de un premio periodístico otorgado hace dos años por Amnistía Internacional Australia por sus denuncias sobre la situación de Manus, remarca que se siente “humillado” y “torturado” por el trato que se le da a él y sus compañeros.

“Nuestra situación de cada día es despertarnos con alguien que intenta automutilarse o suicidarse y (…) se deben tomar medidas para que no muera más gente”, relató el activista, que tiene más de 33.600 seguidores y en su último tuit aparece con el torso descubierto, un cigarrillo y aspecto lánguido.

A pesar de que los refugiados viven ahora en centros de tránsito en Manus, las organizaciones en favor de estos denuncian que siguen siendo objeto de agresiones por los locales en la isla y donde están confinados en situaciones precarias.

“Déjennos en libertad”, clama Boochani desde Manus, sin dejar de soñar con el día que salga de la isla para poder “cuidar de mi mismo porque mi cuerpo se está debilitando con las condiciones en las que vivo desde hace seis años”.

“Quiero escribir sobre las injusticias, sobre la paz, sobre la gente que vive en todo el mundo que vive presionada por estos sistemas (…) quiero la libertad para tener una vida simple, en un lugar simple, y trabajar y seguir escribiendo”, confió.
“Voy a trabajar como novelista cuando obtenga la libertad”, precisó.90

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