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Un país sin bandera

Nicaragua es seguramente el único país del mundo donde portar la bandera patria te gana un tiquete directo a la cárcel. Recientemente vimos este lamentable incidente donde un valiente joven fue apresado por ondear la bandera de nuestro país. ¿En qué clase de país nos hemos convertido para que esto suceda? Dentro de poco combinar vestimenta azul y blanco será un delito.

Los acontecimientos vividos desde abril del año pasado han demostrado no solo una crisis de derechos humanos, como algunos la llaman, sino un fracturamiento más profundo de la fibra de nuestra sociedad. En el país se ha vuelto a instalar el discurso de la confrontación, de la violencia y el odio. Se habla de paz, pero se hace lo contrario. Y en vez de promover el diálogo se elevan muros.

Términos que se creían olvidados como “la derecha y la izquierda” vuelven a sonar. Son discursos viejos, de hace más de 40 años. Discursos que no están a la altura del siglo XXI, ni a la altura de una nueva generación de nicaragüenses, que, aunque no vivió la guerra están viviendo ahora este trago amargo. Y para algunos de nosotros nos está tocando una repetición de los errores (y de los horrores) de los 80.

Ante todo esto, el país no debe caer en el pánico, ni en la frustración, ni en las garras de los que quieren la violencia.

Se debe continuar pidiendo el diálogo, como muy bien lo ha hecho el sector privado.

El pasado nos ha enseñado que el peor error de los nicaragüenses es la desunión. Mientras no se supere esa primera prueba no se puede avanzar. Debemos estar unidos por Nicaragua. Pero no una unión impuesta, debe ser una unión de principios, una unión de creencias, unidad pero en democracia, no fabricada para complacer a unos grupitos. Debe ser inclusiva para que atraiga a la mayor cantidad de ciudadanos y se pueda hacer un frente común que acabe con la crisis que estamos viviendo, que acabe con la violencia, que retome el diálogo y que busque una solución pacífica y aceptable para todos los nicaragüenses.

Para lograrlo debemos ante todo, entender que no vamos todos a pensar igual y que en la diferencia de opiniones está la riqueza de un pueblo. Debemos aceptar que el único sistema de gobierno que ha demostrado su validez una y otra vez es la democracia a través del mecanismo universal del voto. Solo el voto hace posible que el pueblo verdaderamente sea el único soberano.
Pero sobre todo debemos crear un país sin banderas, debemos dejar el pasado atrás, debemos olvidar nuestras banderas políticas, religiosas o culturales y unirnos en una sola bandera, la bandera patria. Para salirnos de estar crisis, necesitamos convertirnos en un país sin banderas.

El autor es empresario, expresidente de Amcham.

Opinión bandera Nicaragua archivo
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