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En Letra Pequeña, Silvio Báez

La estrategia de quedarse “aunque te duela”

Cada día que Daniel Ortega sigue en el poder le duele a toda Nicaragua, incluso a la mayoría de quienes cantan y bailan alegremente la cancioncita esta

“Aunque te duela”

La banda sonora de la represión siempre dijo una brutal verdad: “Aunque te duela, aunque te duela, el comandante aquí se queda…” Pues sí, cada día que Daniel Ortega sigue en el poder le duele a toda Nicaragua, incluso a la mayoría de quienes cantan y bailan alegremente la cancioncita esta. Y esto no es asunto de política ni de simpatías personales, es una realidad demostrada con hechos y estadísticas. Lo mismo aplicaría para Nicolás Maduro, en Venezuela, entendiendo a Ortega y a Maduro como sistemas que se han atornillado al poder y tienen a sus países aislados, sancionados, y sostenidos por la represión.

Venezuela

Hace algunos años, desde Nicaragua mirábamos a Venezuela como la pobre nación que enfrentaba debacle económica, hambre, exilio y represión. Presos políticos y muertos por protestar. El 27 de abril de 2017 yo escribí en esta misma columna: “Mirémonos en el espejo de Venezuela. Los venezolanos no están en la calle solo porque quieren elecciones. Están en la calle porque hay hambre en sus casas, faltan medicinas y tienen un gobierno colapsado que no quiere dejar el poder. Las elecciones son la alternativa pacífica que tiene el chavismo para dejar el poder por las buenas antes que solo quede dejarlo por las malas. O llega lo uno o llega lo otro. Así que cuando oigo decir a unos, “pobre Venezuela, las que está pasando”, yo me digo, y ojalá, de corazón, me equivoque: Venezuela ya está saliendo, pobre Nicaragua que apenas está entrando”.

Película repetida

Miren donde estamos dos años después. Ahora mismo Venezuela parece próxima a salir del atolladero, y Nicaragua caminando hacia la debacle económica que propician este tipo de gobiernos. O sea, cuando Venezuela estaba, Nicaragua entraba. Ahora, Venezuela sale y Nicaragua está. La pregunta tonta es: si ya sabemos el final de la película ¿por qué siempre terminamos comprando el boleto para verla?

El Salvador y Haití

Tampoco es que Nicaragua y Venezuela sean casos únicos de frustración en América. Haití, el único país más pobre que Nicaragua en el continente, ya tiene una semana de violentas protestas detonadas principalmente por una crisis económica agravada y las denuncias de corrupción con los fondos petroleros de Venezuela. Piden la salida del presidente Jovenel Moise que apenas cumplió dos años en el poder. Pero también ahí nomás tenemos a El Salvador. Un gobierno de izquierda gobernó durante los últimos 10 años, fue acumulando quejas y denuncias y, al final, se le cambia por otro en elecciones. Pacíficamente. Así como debe de ser.

Democracia

Nada garantiza que el nuevo gobierno que llegó al poder a El Salvador será mejor o peor que el gobierno que se va. Eso solo se sabrá con el tiempo. La democracia no es garantía de buen gobierno. La democracia solo garantiza, cuando se cumple, que los malos gobiernos se quiten por decisión de sus ciudadanos y que los funcionarios que comenten delito al amparo del poder sean castigados. Que las leyes se cumplan. Y esas leyes prevén, incluso, referéndums o elecciones adelantadas cuando un gobierno ha llegado al punto de convertirse en el mal de la nación que algún día le dio la oportunidad que la gobernara. Cuando duele que se quede.

Consensos

Entonces, que salga Venezuela o que salga Nicaragua del atolladero, no significa que aquí llegará el reino de los cielos a establecerse. Es iluso, insisto, pensar que tendremos un gobierno a la medida de lo que todos queremos. Eso no existe. Por querer uniformar una sociedad a como la piensa alguien es que hemos terminado en estos embrollos. Aspiremos a un consenso mínimo donde podamos convivir a pesar de nuestras diferencias. Ese consenso mínimo debería ser, a mi parecer, un gobierno que lo elija la mayoría en elecciones libres y transparentes y que se sujete a las normas y leyes que establece una sociedad democrática. Eso ya sería un gran cambio.

Doler

El problema de gobiernos como el de Ortega, en Nicaragua, y de Maduro, en Venezuela, no es tanto su planteamiento político. Es su esencia autoritaria. El desprecio a las leyes. Ese quitarle a los ciudadanos el derecho a ratificarlos o cambiarlos, porque ellos consideran que el pueblo no siempre sabe lo que quiere. Es ese ver el poder como un botín conquistado. Y están dispuestos a permanecer, a quedarse en el poder, sin importar el dolor que puedan causar a la sociedad. Nunca, nunca, debería existir un gobierno que para quedarse tenga que doler a sus ciudadanos.

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