Este sábado 16 de febrero hubo una reunión muy importante del Gobierno con empresarios del sector privado, en la que participaron el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag.
El Gobierno y la Arquidiócesis de Managua dijeron en sendos comunicados coincidentes, que en la reunión se abordaron “temas importantes para el bien común del país”; y “en el abierto intercambio se ha confirmado la necesidad de un entendimiento para empezar una negociación, a través de un encuentro incluyente, serio y franco”.
Con este encuentro, en el que participaron Daniel Ortega y Rosario Murillo, se ha abierto la puerta al diálogo para buscar solución a la grave crisis que sufre el país, causada por el quebrantamiento de la institucionalidad democrática y la sangrienta represión de la dictadura contra el pueblo.
La reunión de los empresarios y dignatarios religiosos con los líderes del gobierno, tuvo lugar después de la sorpresiva visita a Nicaragua del jefe de Gabinete del secretario general de la OEA, Luis Almagro, el que sin duda fue llamado por Daniel Ortega. Y el embajador de los Estados Unidos (EE. UU.) en Managua respaldó de inmediato “este esfuerzo por restablecer las negociaciones entre el gobierno de Nicaragua y representantes de la sociedad civil”.
De esta manera se han cumplido las expectativas de que muy pronto se podría acordar el inicio de negociaciones políticas auspiciadas por la comunidad internacional, incluyendo al Vaticano, como lo pudo saber LA PRENSA en enero pasado durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud católica en Panamá, que fue presidida por el papa Francisco.
Esta es una gran oportunidad para buscar y encontrar mediante el diálogo y la negociación política, la solución democrática de la crisis que necesita y reclama la sociedad nicaragüense. Lo cual no será fácil. Las heridas abiertas por la sangrienta represión de la justas protestas de la población y su legítima demanda de libertad y democracia, son muy profundas y no cesan de sangrar. Las diferencias morales, políticas e ideológicas entre los nicaragüenses orteguistas y los demócratas, se han enconado por la masacre de centenares de personas, por la persecución, encarcelamientos, torturas y juicios y sentencias revanchistas contra los ciudadanos autoconvocados.
El embajador estadounidense escribió al saludar la reunión del sábado pasado entre empresarios, gobernantes y autoridades religiosas, que “las negociaciones requerirán de esfuerzos de buena voluntad para alcanzar soluciones reales en tiempo real para el pueblo de Nicaragua”. Es cierto. Todos tenemos que hacer grandes esfuerzos, pero es el gobierno el que ante todo tiene que demostrar voluntad para que el diálogo funcione y de la negociación política salgan los resultados que se necesitan.
Un buen inicio sería comenzar la liberación de los presos políticos en los términos planteados por los diputados del Parlamento Europeo; y restablecer de inmediato la irrestricta libertad de expresión y de prensa.