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Hay que detener la reforma fiscal

Los líderes empresariales que se reunieron el sábado 16 de febrero con Daniel Ortega y Rosario Murillo, siendo testigos el cardenal Leopoldo Brenes y al nuncio Stanislaw Waldemar Sommertag, no mencionaron en su comunicado informativo el tema de las reformas fiscales incluido en la agenda de la sesión legislativa que comienza hoy martes 19 de febrero.

Los empresarios han advertido que el paquete de reformas fiscales de la dictadura tendría un efecto devastador para las empresas privadas, pero igualmente para toda la población. Con la ejecución de esa reforma, la crisis de la economía que sufre el país desde el estallido social de abril del año pasado, al que siguió la brutal represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra el pueblo autoconvocado, se convertiría en una catástrofe económica.

Con esa reforma el gobierno pretende recaudar 317 millones de dólares adicionales para aliviar el severo déficit fiscal. Pero como política económica es una estupidez, según aseguran los líderes de las cámaras empresariales y los economistas independientes. Una economía que está severamente golpeada por la crisis requiere más bien medidas racionales que incentiven la inversión nacional y la actividad económica y financiera, no para desalentarla y deprimirla más de lo que ya está.

Pero no solo las empresas y los bancos sufrirían el impacto devastador de las proyectadas reformas fiscales que han sido calificadas justamente como un zarpazo tributario. Toda la economía nacional, en su conjunto y principalmente los trabajadores y la población consumidora, serían golpeados duramente por las reformas porque inevitablemente provocarían el cierre de fuentes de trabajo y aumentos de precios de los alimentos y demás bienes de consumo popular.

Sobre esto los voceros de la dictadura aseguran que con la aplicación de la reforma fiscal van a priorizar el derecho al consumo de los más pobres y que garantizarán la soberanía alimentaria de la población. Es mentira. Eso es una falacia orweliana, es el lenguaje propio del totalitarismo que llama prosperidad a la miseria, abundancia a la escasez y el racionamiento, libertad a la esclavitud, amor del gobernante a la represión, etc. Solo los fanáticos y los tontos creen esas mentiras.

Los empresarios han sido muy claros al sostener el criterio de que la crisis de la economía solo se puede resolver a partir de un acuerdo político para restablecer la democracia y el Estado de derecho, mediante la realización de elecciones libres y competitivas que garanticen la alternabilidad en el poder.

Para eso tiene que ser el diálogo o la negociación política y a fin de facilitarlo el régimen debe cesar la represión, comenzar a liberar a los presos políticos y restablecer la libertad de expresión y de prensa. Pero también debe detener la reforma fiscal hasta que haya al respecto un acuerdo de consenso nacional.

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