El 19 de enero de 1967, en ocasión del Primer Centenario del Nacimiento de Rubén Darío, se colocó la primera piedra del Recinto Universitario de la Universidad Nacional Autónoma (UNAN en Managua), para honrar la memoria de nuestra máxima gloria nacional.
En esa época, quien escribe, desempeñaba el cargo de rector de la institución, que entonces comprendía las sedes de León y de Managua.
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En esa ceremonia dije: “La Universidad, al consagrar su Recinto de Managua a la memoria de Darío, lo hace convencida de que el mayor homenaje que un pueblo puede tributar a su héroe más genuino es dedicarle un establecimiento de educación universitaria”.
El traslado de las Facultades y Escuelas de Managua al nuevo Recinto fue gradual y se inició en el segundo semestre de 1968, de tal manera que para el 25 de abril de 1969 todas las Facultades se encontraban en el Recinto, procediéndose a inaugurar el año académico en las nuevas instalaciones.
Expresé en esa ocasión: “Con el traslado cristaliza un viejo anhelo de las Escuelas de Managua, que finalmente encuentran un albergue propio. No obstante lo modesto de las construcciones, el hecho es de suma trascendencia para la historia de nuestra Universidad, por cuanto implica dotarla, en la capital de la República, de un Recinto capaz de satisfacer una necesidad cada vez más apremiante”.
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Se trataba de instalaciones modestas, pues los pabellones fueron diseñados para una etapa considerada como provisional, tomando como modelo los edificios de las escuelas primarias rurales.
El plan era que la etapa provisional no excediera de diez años, mientras se diseñaban y construían los edificios de la etapa definitiva. Diez pabellones se construyeron a un lado del viejo camino hacia la comarca de Jocote Dulce, uno de los más polvorientos de entonces, y otros diez al otro lado del camino.
Cincuenta años después
Los pabellones provisionales, siguen siendo el principal núcleo del Recinto. La dictadura somocista nunca dio el aval para el préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que la UNAN gestionó para construir la planta definitiva, pese a que ya estaban elaborados los diseños arquitectónicos y los planos constructivos de los hermosos edificios, trabajo de los arquitectos Eduardo Chamorro Coronel y Roberto Sansón Argüello.
En años posteriores, se han construido varios nuevos edificios, más modernos y de varias plantas, pero no se ha acometido la empresa de construir un verdadero campus universitario.
De esta manera, la más poblada universidad estatal, la UNAN-Managua, sigue careciendo de una planta adecuada, a diferencia de lo que sucede en el resto de Centroamérica con sus universidades nacionales.
Las tierras donde se construyó el Recinto se adquirieron mediante la permuta que el suscrito, en su calidad de Rector de la UNAN, negoció con los hermanos Luis y Noel Pallais Debayle, propietarios de los terrenos, que aceptaron entregar a la UNAN 104 manzanas de tierra a cambio de media manzana que el presidente René Schick había donado a la Universidad en el Centro del viejo Managua, donde existió el antiguo Gimnasio Nacional de Basquetbol, más los predios de los garajes del Ministerio de Agricultura, esquina opuesta al Palacio Nacional.
Los hermanos Pallais Debayle recibieron, además, la totalidad de los fondos recaudados mediante la campaña Un millón para la Educación, que dirigió el profesor Nássere Habed López.
Los edificios del Recinto, de esta primera etapa, fueron construidos gracias al financiamiento que la UNAN obtuvo mediante la emisión de los Bonos de Desarrollo Universitario, hasta por la suma de tres millones de córdobas, garantizados por la Corporación Nicaragüense de Inversiones (CNI), cuyo presidente era Eduardo Montealegre Callejas y su gerente ejecutivo, el Jorge I. Montealegre C. Los bonos los compraron los bancos privados del país y la UNAN los redimió en un plazo de diez años.
Carente de una auténtica autonomía universitaria
Este es, en breve síntesis, la historia del Recinto Universitario Rubén Darío, hoy sede de la UNAN-Managua, la más grande universidad del país, que actualmente se encuentra convertida en una institución carente de una auténtica autonomía universitaria y cuya matrícula perdió, como consecuencia del clima de represión gubernamental, nueve mil estudiantes.
Contrariando su naturaleza universitaria, hoy día ingresar al Recinto, considerado el “único territorio libre” de Nicaragua en la época somocista, requiere cumplir medidas de seguridad más propias de una instalación militar que de una universidad, que se dice fiel al lema A la libertad por la Universidad.
Managua, febrero de 2019.