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Casi-accidentes y aprendizaje

Si usted no establece un proceso para que el mismo personal pueda reportar las pequeñas acciones u omisiones que producen un casi-choque o un casi-daño, será entonces muy difícil que usted pueda controlar efectivamente el problema de la accidentalidad en su compañía.

Es impactante ver cuántas empresas desperdician las lecciones potenciales que tienen los casi-accidentes, es decir, aquellos eventos que, por una razón u otra, no terminaron en un verdadero accidente con pérdida, como una muerte, una lesión o impacto a los activos de la compañía. Los casi-accidentes son consistentemente la forma más barata e inteligente que tiene una empresa para identificar mejoras a sus procesos y sistemas gerenciales.

Veamos un ejemplo: Usted señor empresario posee una flota de vehículos con un pobre desempeño de seguridad vial, traducido en frecuentes accidentes serios —con lesión y/o daño a los equipos—, días de incapacidad, procesos legales, elevados gastos imprevistos, entre otras consecuencias adversas.

Si usted no establece un proceso para que el mismo personal pueda reportar las pequeñas acciones u omisiones que producen un casi-choque o un casi-daño, será entonces muy difícil que usted pueda controlar efectivamente el problema de la accidentalidad en su compañía. Los casi-accidentes brindan alertas tempranas sobre la cadena de causación de estos per-cances, indicando dónde hacer los ajustes correspondientes en los sistemas gerenciales es-pecíficos.

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Aprovechar las lecciones aprendidas de los casi-accidentes no va a ser de la noche a la ma-ñana. Primero que todo, se debe crear una cultura adecuada. La alta dirección de la empresa debe creer genuinamente en que se tiene esa necesidad urgente, para después convencer al resto del personal. Si la gerencia no cree en la autenticidad del valor prevención, entonces será imposible convencer al equipo humano sobre la necesidad de reportar casi-accidentes.

Al personal se le debe comunicar claramente cuáles son las expectativas de aprendizaje del reporte de estas situaciones. Los accidentes con pérdidas —así como los casi-accidentes sin consecuencias—, tienen idénticas causas raíces, por lo cual, lo más inteligente es investigar éstos como lo que verdaderamente son: tesoros de aprendizaje.

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La mayoría de las empresas —aun aquellas que presumen de su supuesto buen récord de seguridad— encuentran problemas serios en hacer que su personal produzca reportes de casi-accidentes, cayendo entonces en ese espejismo de suponer que “todo está yendo bien porque no se reporta nada malo”; error grave, puesto que los casi-accidentes acontecen en solitario, sin testigos, sin rastro, enfrentados únicamente con nuestra conciencia y valores personales.

Debe haber previamente un convencimiento pleno que como gerencia estamos persiguiendo algo valioso para toda la organización. Luego, se deben establecer mecanismos procedi-mentalmente ágiles y sencillos —sin represión, sin censura— para que el personal se sienta libre de reportar estos casos.

Hay medidas creativas para estimular este reporte de situaciones, teniendo la gerencia que asumir este proceso en el contexto de una experiencia de servicio para los clientes —en este caso, los colaboradores— quienes, si no perciben que esto tenga algún valor agregado, o utilidad personal, no continuarán produciendo estos reportes.

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Muchas organizaciones desmotivan gravemente —consciente o inconscientemente— al personal sancionando a alguno cuando un casi-accidente es reportado y resulta ser que fue un verdadero accidente con pérdida. Recurrir a la disciplina o al despido producirá terror y confusión en la empleomanía, haciendo que cada uno se autocensure y se pierdan valiosas oportunidades de aprender.

Otro de los factores que causa desmotivación es el hecho de poner al individuo que genui-namente quiera contribuir a la causa, frente a lo que más puede aterrar a una persona: una hoja en blanco, o bien, un formulario extenso y engorroso “mata pasiones”, que acaba en el acto con las heroicas ganas iniciales de reportar.

También las entrevistas comprometedoras, la eventual exposición al ridículo con el resto de los colegas —así como con terceros— incluyendo el probable etiquetamiento como “menos inteligente”, entre otras sanciones morales sutiles o abiertas, son elementos disuasivos para reportar casi-accidentes.

Hoy algunas empresas poseen medios tecnológicos ágiles para que el personal reporte los casi-accidentes: más imágenes, más formatos predefinidos diligenciables a través de celular, pero, sobre todo, con la opción de reportar anónimamente, ya que esto hace más atractivo el compartir aprendizajes, sin preguntar de quién ni de dónde surgió la voluntad de hacerlo.

Los factores de causación que pueden ser identificados a través de los casi-accidentes tie-nen un elevado valor predictivo. Es tomarle una radiografía a la forma en que estamos ges-tionando una verdadera cultura preventiva en la empresa.
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