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La guerra como continuación de la política

Habiendo llegado a la situación en que nos encontramos, en pleno siglo XXI, muchas dudas y angustias nos asaltan sobre el destino final de esta sufrida Patria. Y no es para menos, a pocos días de llegar al aniversario de los sucesos de abril del año pasado y que este año 18 y 19 caerán en Jueves y Viernes Santos, como indicándonos que esa fecha en que se celebra la Pasión y la Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, adquiere una relevancia trascendental por las víctimas y las muertes provocadas por la represión gubernamental nos impele a la reflexión.

Estamos nuevamente en un cruce de caminos entre la continuación de la política por otros medios, como la guerra (Clausewitz al revés) o la vuelta a la política para evitar la continuación de una guerra unilateralmente declarada por el poder gubernamental contra su propio pueblo. “Cualquier género de paz entre los ciudadanos me parecería preferible a una guerra civil”, escribió Cicerón, y el más grande de los guerreros filósofos orientales de alcance universal, Sun Tzu sostenía que “los que logren ser expertos en el Arte de la Guerra someterán a su oponente sin combatir y lo vencerán sin derramar una sola gota de sangre”. En otras palabras es el arte de no ir a la guerra, es el arte de la negociación. Y aunque en nuestro país se ha pagado una alta cuota de vidas humanas por la demanda de libertad, democracia y paz verdadera, aún es tiempo de superar esta fase triste de nuestra historia reciente, usando vías civiles, civilistas y civilizadas para darnos todo el derecho a vivir en paz.

¿Entenderán los que detentan el poder la sabiduría de Cicerón y Sun Tzu? ¿O les es irrelevante prefiriendo el desastre, al caos y la destrucción física del adversario como vía para intentar consolidar lo que ya no es viable hasta desembocar, Dios no lo quiera, en otra guerra civil?

El retorno a las negociaciones, a la búsqueda de un entendimiento nacional, es la hoja de ruta para no volver a caer en la represión, encarcelamiento, muerte, exilio, daños irreparables a la economía nacional. Solo requiere de buena voluntad de quienes detentan el poder. Debemos ver el diálogo como un punto de partida que requerirá del acompañamiento de las organizaciones internacionales. Una de las debilidades de los Acuerdos alcanzados tras la firma de Esquipulas II luego de la guerra de los ochenta, fue que su Mandato fue muy corto para cubrir todos los aspectos de la pacificación de Nicaragua y la región. Desarme, desmovilización, inventario de armamentos, persistencia de grupos irregulares, entre otros, no permitieron que la ansiada “paz firme y duradera” se consolidara.

Es tiempo de retomar la democratización con justicia transicional para la recuperación de la República.

El autor fue miembro de la Comisión Nacional de Reconciliación.

Opinión Acuerdo de Esquipulas II guerra política archivo
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