En plena entrada a la ciudad de Masaya se aprecia un megarrótulo con la fotografía de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Está deteriorado e incompleto, no por el paso del tiempo, sino porque en los meses de mayor resistencia ciudadana lo intentaron despedazar como prueba de no querer saber nada de él.
Para el político opositor de Ortega y oriundo de Masaya, Eliseo Núñez, el rechazo al régimen es amplio por todas las muertes que dejó en los meses más sangrientos de su represión y “cada muerto de Masaya es un muerto de la ciudad, no solo de la familia. Cada muerto lo sentimos todos y otra cosa es que a pesar de ser la ciudad más densamente poblada del país seguimos siendo una ciudad con muchas características provinciales”.
La ciudad de Masaya, que antes del 18 de abril de 2018 —cuando estalló la crisis a raíz de una reforma al Seguro Social— apoyaba a Ortega y lo arropaba en su tradicional visita anual para conmemorar el Repliegue Táctico, ahora le da la espalda.
“Todo mundo de alguna manera rechaza al sistema y esto definitivamente es una bomba de tiempo que está acumulando Ortega, el día menos pensado le vuelve a reventar en las manos y Dios quiera que antes de eso logremos un entendimiento todos”, agregó Núñez.
Incluso, para poder llegar a Masaya el año pasado, con un Monimbó en resistencia y lleno de barricadas, Ortega tuvo que ser acuerpado con una caravana de trabajadores del Estado y fanáticos, y fue llevado a la estación policial de esa ciudad, donde, rodeado de sus muros, brindó un escueto discurso y se dejó tomar fotos con encapuchados, los mimos que causaron muerte.
Alcaldía sola con sus actividades
Para reforzar el discurso oficial de que todo volvió a la normalidad, la Alcaldía de Masaya, bajo la administración del orteguista Orlando Noguera, constantemente desarrolla actividades de esparcimiento, pero solo los allegados al partido y trabajadores estatales son los que suelen apoyarlas.