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Delia Valdivia, la mujer que prepara comida para más de 30 presos políticos

Delia Valdivia, madre de dos reos políticos que fueron excarcelados, lleva alimentos a presos políticos cuyos familiares son de departamentos y no tienen dinero para ver a sus hijos 

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De octubre de 2018 a la fecha, Delia Valdivia Blandón, de 51 años, ha adoptado más de treinta hijos, todos son presos políticos del régimen de Daniel Ortega, a quienes alimenta con ayuda de otras madres en las cárceles del Chipote, La Esperanza y las galerías 16-1, 16-2 y 300, conocida también como el Infiernillo del Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro, en Tipitapa, Managua.

Valdivia es madre de dos reos políticos que fueron excarcelados y exesposa de otro que aún sigue preso en el Infiernillo.

“Gracias a Dios”, afirma esta madre que sus hijos Kevin y Kitzel Pérez Valdivia fueron excarcelados el 27 de febrero de 2019, previo a la reanudación del Diálogo Nacional, entre la Alianza Cívica y la dictadura de Daniel Ortega, que busca la salida de la crisis que vive Nicaragua desde el 18 de abril de 2018.

Aún así, Valdivia permanece en Managua llevando alimentos a otros presos políticos cuyos familiares son de los departamentos y no tienen dinero para movilizarse cada día o cada semana hasta Managua para ver sus hijos y esposos en el Chipote y La Modelo.

“El 1 de octubre, cuando la Policía secuestró a mis dos hijos, yo le prometí a Dios que lucharía hasta el final por la libertad de ellos y la de los demás presos políticos, pero que me diera fuerzas para soportarlo, que no me mataran a mis hijos, que no me los torturaran”, dijo la madre oriunda de Estelí.

Delia Valdivia, originaria de Estelí, entrega paquetes de comida a presos políticos en la cárcel Modelo de Tipitapa. LAPRENSA/ Roberto Fonseca

“No son delincuentes”

Según esta progenitora, ella los apoya porque no son delincuentes, solo defendieron a su país de los caudillos y ofrendaron su libertad por amor a la democracia.

“No son culpables de los cargos que les acusan. La mayoría son estudiantes, profesionales, trabajadores que el único delito de ellos es no estar de acuerdo con el dictador Daniel Ortega y su esposa. Los meten presos porque les tienen miedo que reclamen su derecho en las calles”, expresó Valdivia.

Valdivia ha hecho amistad con todas las madres y esposas que también tienen reos políticos. La conocen porque no se queda callada ante las injusticias y reclama aunque esté en el mero Chipote, la cárcel de la Policía Orteguista.

“Esta señora no le tiene miedo a nada. Ella se viste de azul y blanco, se pinta los labios de rojo y defiende a los presos políticos de los comentarios de los policías. Es fiera y de gran corazón”, dijo una de las mamás que andaba entregando comida en el Chipote el mismo día que Valdivia.

Para hacer su labor humanitaria, se levanta a las 5:00 de la mañana a cocinar los alimentos, empacarlos y rotularlos. Estos los entrega en el Chipote a cada coterráneo que secuestran de Estelí, vive atenta a las noticias y anota los nombres de los afectados y luego pregunta por ellos en el Chipote y contacta a su familiar.

“Ahorita tengo a cuatro de Estelí en el Chipote, pero ahora tomaron nuevas medidas y ya no me aceptan la comida de todos, solo de uno. Esto es parte de la tortura psicológica que hace este régimen para que los chavalos se sientan abandonados, cuando nadie les llega a dejar alimentos”, comentó Valdivia ante la nueva medida en el nuevo Chipote.

Los días martes se enrumba hacia Tipitapa, municipio ubicado al este de Managua, a entregar paquetería. Lleva entre ocho y 12 bolsas con alimentos, según galería, que se puedan almacenar como avena, pan, pinolillo y sopas instantáneas, más cosas de uso personal como papel higiénico, pasta dental y toallas sanitarias, en caso de las mujeres.

Se traslada en rutas, taxi, caponera, pide aventones, camina bajo sol, viento y polvo, pero no falla ni un día en la cárcel que le corresponde ir a dejar alimentos. “Nadie me detiene hasta que salga el último preso político libre”, dice.

La recomendación de sus hijos

Delia Valdivia, la madrina de autoconvocados encarcelados, refirió que muchos de sus ahijados fueron recomendados por su hijos Kevin y Kitzel, quienes estuvieron presos en la galería 16-1 y ellos observaban a muchachos que nadie les llevaba alimentos y ellos les preguntaban por qué y estos explicaban la situación de su familia.

“Mis hijos me decían ‘mamá, lo que usted trae lo compartimos porque no podemos comer cuando hay quienes no tienen nada’. Tengo uno de Río San Juan, ¿cuándo va a poder venir su mamá hasta la capital? Eso es mucho gasto y son familias humildes. Esta situación de privados de libertad, lejos de su departamento, lo provocó el orteguismo a través del poder judicial que concentró a los manifestantes en Managua.

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