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Ortega, Silvio Baéz

Lecciones de la Alianza Cívica

La ACJD podrá equivocarse, y son legítimas las críticas que deriven de sus equivocaciones, pero no caer en el cinismo de Ortega

La Alianza Cívica por la Justicia y Democracia (ACJD) debe cuidar la confianza que tiene de una enorme mayoría del pueblo nicaragüense y de la comunidad internacional. La responsabilidad recae, fundamentalmente, en los negociadores que son contraparte de Ortega en el diálogo.

Hablo de Ortega como contraparte, porque la primera característica de ese diálogo es que la delegación gubernamental depende totalmente de su voluntad. La de la ACJD, en cambio, responde a una enorme diversidad de sensibilidades, intereses, ideas y opiniones, siendo imposible, desde luego, que en todo momento satisfaga esa diversidad, pero está obligada a conservar la unidad nacional e internacional que la respalda. No es tarea fácil.

Al monolitismo de su contraparte en el diálogo se enfrenta la compleja pluralidad que respalda a la Alianza, y que se expresa a veces en una frustrante radicalidad de opiniones y comentarios. Y recuérdese, además, el papel de las redes sociales que han convertido a cada ciudadano en un emisor de noticias, ideas y críticas, no siempre benévolas. Pero a esa pluralidad de opiniones, de la cual yo formo parte, pregunto: ¿qué alternativa tenemos a la ACJD? Ninguna. Mejorarla desde luego, pero no destruirla, como intenta Ortega y sus redes.

Cabe, entonces, que la delegación de la Alianza preste atención a esa pluralidad de voces que la respalda, y haga los ajustes en posiciones, expresiones y otras modalidades de comunicación, pero siempre manteniendo los objetivos. Y en cuanto a los objetivos, he visto en los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, una priorización encomiable: con Ortega en el poder, es decir sin democratización, todos los otros objetivos de justicia, Estado de Derecho, recuperación económica y equidad social, son imposibles. Eso en cuanto a objetivos, porque la liberación de presos políticos y cese de la represión, son precondiciones en las cuales insistir nacional e internacionalmente, si queremos un diálogo exitoso.

Ayer hace una semana que se inició una cadena de minicrisis de la ACJD, con el anuncio de la Conferencia Episcopal (CEN) que no acompañaría físicamente, pero sí espiritualmente y con oraciones, el diálogo. Otras minicrisis vendrán, pero el comunicado que leyó uno de los negociadores después del reinicio del diálogo el jueves, fue un saludable ajuste en la comunicación de la ACJD con la sociedad, y alivió la inevitable criticidad.

Como también alivió la imagen de la ACJD la propuesta de agenda de Ortega, en que con gran descaro evidenció el chantaje de liberar presos a cambio que la Alianza se comprometiera a gestionar la eliminación de las sanciones internacionales. La ACJD podrá equivocarse, y son legítimas las críticas que deriven de sus equivocaciones, pero no caer en el cinismo de Ortega.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

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