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El poeta Ernesto Cardenal en entrevista con DW.

Ernesto Cardenal: “Queremos que Ortega se vaya”

Estuvo 16 días en el hospital y muchos temieron lo peor. Pero a sus 94 años, el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal no sólo sobrevivió a una grave infección renal sino que ha vuelto a su rutina literaria

“Me siento muy bien, sólo tengo un poco de tos nocturna pero nada grave, debe ser un achaque de la vejez”, dice en entrevista con DW el famoso autor de “Salmos”, “Vida Perdida” y “Epigramas”, entre una vasta obra literaria traducida a más de 20 idiomas e incluida en unas 100 antologías.

Nos recibe en su casa de Managua vestido con su típica camisa campesina blanca, sus jeans holgados y la boina negra sobre una melena cana. Está sentado junto a un rústico escritorio en su habitación austera, monacal, donde sólo hay un ancho sillón de cuero, una cama de hospital y una hamaca azul de lona, su favorita para pensar y descansar.

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La pequeña máquina de escribir no deja de teclear cuando al poeta lo llaman las palabras. Tres afables enfermeros se turnan para recordarle tomar su medicina o asistirlo en sus lecturas.

Aunque ha estado de buen humor, a Cardenal lo angustia pensar en Nicaragua. “La situación está peor. Queremos salir de esto, queremos un cambio total de país, un verdadero cambio social”, comenta.

Hace casi un año escribió una proclama denunciando la represión del gobierno sobre una rebelión de estudiantes que estalló el 18 de abril. En ella se manifestó en contra de que la oposición dialogara con el presidente Daniel Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo.

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“Y lo sigo diciendo: no al diálogo. Queremos simplemente que la pareja presidencial se vaya, no hay nada que dialogar”, exclama al ser consultado sobre la nueva negociación, que empezó el 27 de febrero para intentar resolver la crisis política que lleva ya 11 meses.

¿Qué le diría a la gente de afuera sobre lo que sucede en Nicaragua? “Ellos deberían saber lo que está pasando sin que yo se los diga. No tengo libertad para decirlo, no hay libertad de ninguna clase. Cualquiera puede sufrir la represión. Ni yo estaría libre tampoco”, afirma.

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¿Cómo resolver lo que pasa en Nicaragua? “No lo sé. Lo sabe el pueblo, que es el que lo puede hacer. Y los jóvenes principalmente, que lo intentaron aunque no tuvieron éxito. Pero seguimos esperando. La esperanza es lo que nos mantiene”.

El cura revolucionario

Ernesto Cardenal comenzó a hacer versos siendo niño y antes de aprender a leer. Su primer poema, dedicado a la tumba de Rubén Darío, lo escribió inspirado por su padre, que leía en voz alta las rimas del precursor del modernismo (1867-1916).

“Aquel poema fue una cosa infantil, muy primitiva. No era poesía realmente, pero yo le llamaba poesía”, recuerda con una sonrisa.

Con la misma pasión que amó las letras, abrazó la religión. Ordenado sacerdote en 1965, fundó una comunidad de artistas campesinos en el archipiélago de Solentiname, en el sureño Lago de Nicaragua, de donde salieron grupos guerrilleros para combatir al dictador Anastasio Somoza.

Durante la Revolución sandinista, que incluyó el primer gobierno de Daniel Ortega de 1985 a 1990, fue ministro de Cultura. Por su compromiso político, el papa Juan Pablo II le aplicó en 1984 la sanción “A Divinis”, prohibiéndole ejercer el sacerdocio junto a otros tres curas sandinistas.

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La sanción papal se prolongó durante 35 años a pesar de que el padre Ernesto se distanció del sandinismo y de que en 2007, tras el regreso de Ortega al poder, se convirtió en férreo crítico de lo que llamó “la nueva dictadura”.

A mediados de febrero, cuando Cardenal estuvo grave, el papa Francisco anuló la sanción vigente durante 35 años. Ese mismo día, el autor de “El Evangelio de Solentiname” concelebró una misa en el hospital junto al nuncio apostólico en Managua, a la que siguieron después otras eucaristías en su casa, con amigos íntimos.

Cuenta que la sanción papal no afectó su vida de cura, “porque no me hice sacerdote para administrar sacramentos, comuniones o matrimonios. Mi vocación sacerdotal siempre fue de compromiso social y ese nunca lo abandoné”, aclara.

Ernesto Cardenal analiza los escándalos de pedofilia que han estremecido a la Iglesia Católica en los últimos años y los atribuye a la obligación del celibato en los sacerdotes, algo que considera “antinatural”.

“San Pablo decía que él era célibe porque quería, no obligaba a nadie a serlo. Y los demás apóstoles no lo eran. Entonces, no tiene por qué haber un celibato obligatorio”, argumenta.

Dios y el cosmos

Cardenal admira la gestión del papa argentino Jorge Bergoglio. “Es un milagro. Una bendición de Dios. Él está haciendo una revolución en el Vaticano y, por lo tanto, también en la iglesia y en el mundo”, dice.

El tema de Dios como autor del universo aparece en muchas de sus obras a partir del famoso “Cántico Cósmico” (1993), un poema de más de 500 páginas traducido a varios idiomas y que él considera su libro más querido. “Es mi obra cumbre, por su extensión y por la forma en que se aborda el tema”, asegura.

En la misma línea publicaría después “El telescopio en la noche oscura” (1993), “Este mundo y otro (2011)”, “Así en la Tierra como en el Cielo” (2018) e “Hijos de las estrellas” (2019), entre otros.

Ahora, el laureado escritor espera la pronta publicación de una nueva antología, “Poesía Completa”, que verá la luz en Alemania y en España, países donde miles de personas han disfrutado de sus obras.

Mientras tanto, un nuevo poema sale de su máquina de escribir. Titulado “Estamos en el firmamento”, sus versos desdibujan en forma recurrente la línea divisoria entre narrativa religiosa y teoría científica. “El universo tiene un creador que es Dios, y una evolución que va hacia él. Por lo tanto, no hay cosmos sin Dios”, concluye Cardenal.

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