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La trampa

Cuando el dictador Ortega anunció, después de su reunión con los banqueros, que el miércoles 27 de febrero se reanudarían las pláticas con la Alianza Cívica, no me sorprendió. Hay serios indicios de que su gobierno está próximo a colapsar y lo que anda buscando es como salvarse él, su familia y sus más cercanos esbirros y testaferros de tener que enfrentar la justicia por el saqueo multimillonario del erario; por las gravísimas violaciones a los Derechos Humanos y otros delitos de lesa humanidad.

Dicho y hecho. Ortega cazurramente ya no habla de Diálogo Nacional sino de una “negociación”. Y para rematar, en la Hoja de Ruta que impuso, como es su inveterada costumbre, manda que todo lo que se apruebe en la Agenda tendrá que ser de “consenso” entre ambas partes (Gobierno-Oposición). La negociación, según él, es para el toma y daca (tú me das, yo te doy) y el consenso para vetar temas ajenos a su conveniencia, como el de las elecciones adelantadas que es un clamor nacional e internacional. Toda una trampa urdida al mejor estilo maquiavélico.

Hablemos claro. El binomio Ortega-Murillo con estas “negociaciones” se propone: 1) Ganar tiempo hasta llegar al 2021 y más, si se les sigue permitiendo. 2) Lograr que se suspendan las sanciones internacionales que los tienen al borde del abismo. 3) Minar el prestigio de la Alianza Cívica y dividirla, para quedarse “negociando” felizmente con los complacientes (zancudos).

Desde hace tiempo vengo advirtiendo que el encarcelamiento, cruel e inhumano, de centenares de ciudadanos pacíficos obedece a un plan siniestro de la dictadura, para buscar una negociación de esos mismos presos, a quienes tiene como rehenes, que les permita seguir usurpando el gobierno, que les garantice no solo la impunidad sino también el disfrute de los miles de millones de dólares, que han malversado en detrimento de los más pobres nicaragüenses y de la economía nacional.

En mi concepto, lo que la Alianza Cívica debería de estar haciendo ahora, aprovechando que la correlación de fuerzas en el campo internacional les favorece, es demostrar más firmeza al exigir un verdadero Diálogo Nacional. Y no sentarse a la mesa con el gobierno si no son puestos en libertad todos los presos políticos y si no se tienen de previo las garantías necesarias de que sus interlocutores van a cumplir lo acordado. También es necesaria la presencia de la Conferencia Episcopal (CEN).

La patria vive momentos difíciles y si no actuamos en consecuencia, estaremos condenando a la presente y futuras generaciones de nicaragüenses a vivir sometidos a la dictadura de los Ortega-Murillo, que como nos dice en su histórico relato el guatemalteco Alfonso Orante, solo nos ofrece: “Encierro, destierro o entierro”.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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