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Salvemos el Diálogo

Lo ocurrido en la marcha del pasado sábado dieciséis de marzo, confirmó una vez más que el diálogo es la solución a nuestros problemas de falta de democracia. La estúpida respuesta del gobierno a esa marcha pacífica rindió sus frutos a favor de los que pedimos restitución de nuestras libertades conculcadas. Una vez más el mundo fue testigo de la clase de régimen que tenemos y una vez más la comunidad internacional condenó la represión. En esta ocasión, debemos reconocer que la actuación del nuncio fue fundamental para que recuperaran su libertad en menos de seis horas más de ciento setenta detenidos.

Para nadie es un secreto que el gobierno no tiene la mínima disposición de diálogo y lo que hace actualmente es ganar un tiempo que no tiene y no tendrá jamás, sus errores y horrores cometidos contra nuestra población lo tienen enfrentado a nuestro pueblo y al mundo, librando una batalla que no podrá ganar nunca. Solo existen dos formas de sacudirse una dictadura, la armada y la pacífica o cívica, si ya optamos por la pacífica, entonces nuestra principal tarea es salvar el diálogo aun a sabiendas de que está siendo boicoteado por el gobierno.

Recordemos que en este diálogo no estamos solos, nos acompañan la Unión Europea, el gobierno norteamericano, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la mayoría de los países de habla hispana. El secretario general de la OEA en su última misiva al canciller Moncada fue contundente al reafirmarle que sin libertad de presos políticos no habría acompañamiento de ese organismo como garante, afirmación que pone en apuros al matrimonio gobernante y de paso da un espaldarazo importante a la exigencia de la Alianza en el diálogo, que piden la salida previa de los casi setecientos reos políticos como requisito para romper el impasse.

Pero el desasosiego político y social no es la única preocupación del gobierno, no olvidemos el decrecimiento económico y los más de trescientos millones de dólares de déficit fiscal que enfrenta. A esto sumémosle las sanciones aprobadas por el gobierno norteamericano y la comunidad europea. Ante este panorama, no hace falta ser sajurín ni adivino para predecir que el fin de este gobierno está cerca, aunque el principal objetivo del diálogo no sea ese.

Pues el objetivo del diálogo y de los organismos internacionales que nos apoyan, es desterrar la corrupción, lograr la elección de magistrados probos y devolverle el respeto al voto depositado en elecciones. En fin, desterrar para siempre los vicios que corrompen a los regímenes totalitarios, ya sean de izquierda o de derecha. Por ello insisto en que salvemos el diálogo porque funciona como espada y escudo al mismo tiempo. Espada porque arrincona al régimen y escudo, porque nos protege de él.

El autor es analista político.

Opinión diálogo nacional Nicaragua archivo
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