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La mentira no se hace verdad

El jueves de la semana pasada, el jefe negociador del régimen orteguista con la Alianza Cívica, Denis Moncada, dio declaraciones al Canal 10 de televisión en las cuales dijo que “el adelanto de las elecciones no es un tema que esté en la mesa de negociación (…) definitivamente no”.

Pero la verdad es que este tema sí está en la mesa de negociación porque es una propuesta de la Alianza Cívica.

Además, el mismo Moncada aseguró el 23 de junio de 2018 en Washington, después de una reunión del Consejo Permanente de la OEA sobre la crisis de Nicaragua: “Estamos en proceso de conversación y estamos abiertos a conversar sobre todos los temas”.

El representante de Ortega hizo esa declaración a propósito de que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, propuso un calendario de reformas institucionales en Nicaragua incluyendo “la celebración de elecciones generales en un período de nueve meses como mínimo y no superior a los 14 meses”. Por su parte, el representante de los Estados Unidos (EE. UU.) sostuvo en la misma reunión de la OEA, que las elecciones generales debían ser a más tardar en marzo de 2019, la misma fecha que la Conferencia Episcopal de Nicaragua propuso al gobierno de Ortega en el frustrado Diálogo Nacional del año pasado.

Por otra parte, en la mencionada entrevista con el Canal 10 de televisión el jefe negociador orteguista en el diálogo del Incae aseguró maliciosamente que la Alianza Cívica representa a sectores que “se vieron involucrados en un intento de golpe de Estado y violación al ordenamiento constitucional del país”.

El representante de la dictadura insiste en repetir una mentira que ha sido categóricamente refutada en los informes de los organismos internacionales de derechos humanos. Estos han demostrado que lo ocurrido en Nicaragua fue un estallido social por acumulación de agravios a la población, represión sistemática, violaciones brutales y masivas a los derechos humanos y devastación de la institucionalidad democrática, a lo largo de más de diez años.

Los representantes de la dictadura, influenciados al parecer por la ideología nazi, creen el cuento de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad o es aceptada como tal. Para el creador de esa aberrante tesis del poder totalitario, Joseph Goebbels, la verdad es lo que cada uno quiera considerar como verdadero, de manera que con una hábil propaganda y repitiéndola de manera incesante, una gran mentira —como la de que la dictadura es necesaria y beneficiosa para la mayoría de la gente— sería creída como verdad por las masas populares.

Pero eso es absolutamente falso. Una dictadura no se convierte en democracia porque los dictadores y sus propagandistas digan y repitan que es un sistema democrático. Por mucho que mientan, la mentira es y será siempre mentira y la verdad es y será siempre verdad.

Los voceros de la dictadura orteguista pueden repetir hasta la saciedad la mentira de que el estallido social de abril del año pasado fue un intento de golpe de Estado, pero nadie les creerá. Ni siquiera ellos mismos se lo creen.

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