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Yoel Loáisiga, el indoblegable estudiante que socorrió manifestantes y se fue al exilio

Huyó a Costa Rica. En el país vecino vende vigorón y fritanga para sobrevivir. Pero no se da por vencido, Loáisiga se ganó una beca para estudiar Inglés

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A diferencia de miles de nicaragüenses que duermen en las calles de San José, Costa Rica, o se acomodan en una colchoneta extendida en el piso de los refugios, Yoel Loáisiga tiene techo, una cama y estudia Inglés por una beca que ganó tras la convocatoria de una universidad privada.

Como tuvo una participación activa en las protestas contra el régimen de Daniel Ortega, como miles de jóvenes que se lanzaron a las calles a protestar, hizo maletas y el 25 de septiembre de 2018 huyó del país para no ser uno más de la lista de encarcelados o asesinados por la represión estatal, más de 800 y al menos 325, respectivamente, según organismos de derechos humanos.

Nunca lanzó morteros o tiró piedras, pero ayudó a salvar vidas. Al cursar el quinto año de la carrera de Bioanálisis clínico, decidió atender a las personas heridas del bando azul y blanco en las manifestaciones callejeras que eran atacadas por policías antimotines. Pero también lo hizo dentro de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), cuando los universitarios se atrincheraron a partir del 7 de mayo como una forma más de rechazo al sistema político imperante en el país.

Meses después, sentado en una banca en Costa Rica a la espera del inicio de la asignatura de gramática, recuerda los detalles de su historia. La entrevista la da una noche de jueves en el campus de la Ulacit, saliendo del club de debate y rumbo a las aulas de clases.

Allá va Yoel cruzando la frontera de Peñas Blancas con un futuro incierto y la cabeza llena de incertidumbre, se acuerda. Se va abrumado al estar escondido en unas cinco casas de seguridad. Se despidió de su madre y hermano y se marchó sin saber con qué se va a encontrar en ese país que no tiene familiar para recibirlo.

Refugiados en Costa Rica
El sueño de Yoel Loáisiga era recibirse de la carrera de Bioanálisis clínico en la UNAN-Managua. No pudo pero ahora estudia Inglés en Costa Rica. LAPRENSA/J.FLORES

Para su sorpresa se encuentra con que hay becas disponibles para estudiar en la Universidad Latinoamerica de Ciencia y Tecnología (Ulacit), ubicada en San José. La noticia se la dio un amigo y así es que va al campus a solicitar mayor información, aplica y de 600 postulantes, es uno de los 30 beneficiados. De estos, 10 son nicaragüenses como él.

Cuando supo de las becas “yo me dispuse a venir (a la Ulacit) y cuando estaba acá la persona (autoridad académica) me dijo que tenía dos días para poder aplicar a la beca cien por ciento porque en ese tiempo ya se iba a cerrar el periodo de inscripción para poder concursar por esa beca, entonces yo acá vine a aplicar un viernes y tenía hasta el domingo a las 12:00 p.m. para aplicar, entonces yo en la noche empiezo a contactar a personas para que enviaran lo que es mi historial académico o algunas pruebas de toda mi trayectoria académica porque para aplicar a la beca cien nos pedían que tener algún antecedente en actividades sociales, religiosas, haber participado de alguna manera como líder”.

Lea: Los nicaragüenses perseguidos en Costa Rica

Los requisitos los cumplía. Solo era de conseguir en tiempo record los papeles que así lo reflejaran. Dice que contactó a los bomberos voluntarios de la Brigada de Intervención Rápida (BIR), de la que fue parte en 2018; gente de la iglesia que visitaba en Nicaragua, cartas de docentes donde aseguraban que en los cinco años en la UNAN-Managua fue presidente de sección y que en sus vacaciones daba clases de nivelación a los niños del barrio. Listo.

Ahora, cinco días a la semana toma el bus desde la ciudad de Desamparados hacia San José para asistir a clases. En promedio es una hora y 15 minutos de viaje. Siempre lleva una pulsera azul y blanco en su muñeca derecha -los colores de la bandera de Nicaragua- y un suéter para no sentir tanto el frío que por las noches rozan los 15 grados centígrados, clima al que no está acostumbrado porque Managua y su natal Rivas son ciudades calurosas.

Vende vigorón y fritanga

Actualmente no tiene trabajo formal. El Estado costarricense todavía no le extiende el carnet de permiso por la avalancha de solicitudes de refugio por parte de nicaragüenses, que según Migración  y Extranjería entre enero de 2018 y febrero de 2019 es de 27,506; sin embargo se la rebusca para comer y pagar el apartamento donde vive con cuatro personas más. Si no está en clases, asiste a los plantones que la comunidad nicaragüense realiza en San José. En recipientes prestados, lleva comida que él mismo prepara y vende entre el tumulto. Enchiladas, tacos, vigorón y fritanga. “Solo comida nica”, advierte.

Refugiados en Costa Rica
Yoel Loáisiga recibe clases los días lunes, miércoles, jueves, viernes y sábado. LAPRENSA/J.FLORES

Pese a las vicisitudes que ha enfrentado desde abril de 2018, que son mucho menores que las del resto de migrantes, Yoel le pone empeño y buena cara a las dificultades y cualquier reto. La mirada fresca y sincera son el sello de que para este joven de 22 años no hay cosa que le haga perder el ánimo y de dar la milla extra para alcanzar su sueño de ser un profesional. Si no se pudo en Nicaragua, en Costa Rica.

Yoel apenas va a terminar el primer cuatrimestre de un total de siete que debe cumplir para recibirse en la carrera de enseñanza y traducción del inglés en la Ulacit de Costa Rica; sin embargo desde ya ve un futuro optimista. Eligió inglés porque sentía que estaba encaminado en el idioma y su duración es corta, en comparación con otras carreras. “Inmediatamente que termine la carrera mi prioridad es buscar trabajo, enfocarme en ayudar a mis familiares que están allá en Nicaragua, que era mi objetivo principal por el que yo estaba estudiando”.

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