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Justiniano Pérez, último jefe de la EEBI. LAPRENSA/O.Navarrete

El último jefe de la EEBI, Justiniano Pérez: “El Ejército está atado de pies y manos”

El último jefe de la EEBI, Justiniano Pérez, considera que el Ejército obedece a Daniel Ortega y descarta puedan intervenir para sacarlo del poder

El último jefe de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), Justiniano Pérez, no alcanzó en uno de los aviones que vino a rescatar soldados somocistas el 19 de julio de 1979, cuando se consumó el triunfo del Frente Sandinista.

Pérez tuvo que huir como civil del aeropuerto y permanecer clandestino en un barrio de Managua y luego en la Embajada de Guatemala, para después salir del país por avión en una operación digna de guion hollywoodense.
La derrota de la Guardia Nacional en 1979, Pérez la ve como “simbólica” pues desde hacía años “estaba abandonada” descuidada en su preparación profesional y se había convertido en una aparato militar “represivo, corrupto y totalmente moldeada a los Somoza”.

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Pérez pinta a la Guardia Nacional como un cuerpo con muchas debilidades que los sandinistas aprovecharon de la mejor manera. Es por eso que Anastasio Somoza Portocarrero decide formar la EEBI. “Pero la EEBI no tuvo el tiempo de profesionalizar todo porque ahí nomás vino la guerra y sirvió como un cuerpo de reacción que se fue desgastando poco a poco”, dice Pérez, vía telefónica desde Estados Unidos.

En esta entrevista Justiniano Pérez habla de las últimas horas de la Guardia Nacional y las peripecias que vivió para salir del país cuando los mandos superiores habían dejado todo a la deriva y el FSLN “empezaba a cazar soldados”. También el exjefe de la EEBI nos comenta sobre la posible estrategia que utiliza Daniel Ortega para enfrentar el estallido desde abril de 2018 y la desesperanza que tiene de que el Ejército le ponga un freno a la represión.

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¿Las últimas horas de la Guardia Nacional lo agarraron desprevenido?
No ciento por ciento desprevenido porque el general Somoza Debayle comenzó a enviar sus cosas a El Salvador. Entonces nosotros sabíamos que el fin estaba cerca. A mí Tacho (Anastasio) Somoza Portocarrero me asignó al Frente Sur para ayudarle a Pablo Emilio Salazar, Comandante Bravo, con quien quedamos hacer un plan B, porque pensábamos que la ida de Somoza supondría un desmoronamiento en todo.

¿Qué hicieron?
Bueno. Pensamos que lo más importante era salvar al personal que se había sacrificado tanto y que lo hacían sin fines políticos, sino porque simplemente eran soldados y obedecían órdenes. Y ahí empezamos a hacer la operación Anfibia que era ir desde San Juan del Sur al puerto La Unión en El Salvador. Ahí se embarcaron los guardias que más se pudo. Algunos quedaron entrampados porque estaban en posiciones muy remotas, pero muchos tuvieron la oportunidad de cruzar la frontera y pedir asilo en Costa Rica. Pero la masa, que eran 700 hombres del Frente Sur, se fueron a El Salvador, muchos de ellos pasaron a integrarse a los inicios de la Contra.

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¿Pero antes de todo esto no tenían planificada la retirada?
Cuando el general Somoza se fue, nos reunimos todo el Estado Mayor en la Loma, en un edificio que le llamaba La Curva. El 17 de julio desde en la mañana las calles se miraban desérticas y los oficiales se empezaron a preocupar. Pensamos que no había nada que hacer porque nadie daba órdenes y fuimos a hablar con el presidente (Francisco) Urcuyo. Salió en pijamas preguntándonos qué pasaba y nosotros le dijimos que el Frente Sandinista tenía prácticamente el control del país, que las columnas guerrilleras venían en dirección a la capital. En ese momento Federico Mejía había sido designado director de la Guardia Nacional y estaba en shock. Entonces Urcuyo nos dijo que lo dejáramos tomar una decisión y al día siguiente supimos que se estaba yendo para Guatemala. Fue el primero que se fue el 18 de julio.

¿Ustedes qué pensaron en ese momento?
El país ya estaba definido en términos de mandos. El presidente se había ido y el que quedaba era Federico Mejía, quien me llamó alarmado. Fui al búnker y me preguntó qué había pasado en la EEBI. Yo le dije que todo el personal fue a combatir al Frente Sur, y lo que había en Managua eran los convalecientes y el servicio de la Guardia Interior. Yo había hablado con el general Somoza, quien estaba en Estados Unidos, y le dije que la huida de Urcuyo había dejado todo en el aire, y que mi propuesta era salvar al poco personal que teníamos asignado, y él me dijo que iba a coordinar un vuelo. A las dos horas me llamó el general Bill Fiorito, graduado en la misma promoción de West Point de Somoza Debayle, quien se comprometió a conseguir un avión para venirnos a traer.

¿Así lograron salir?
No. Al día siguiente, cuando llegué al aeropuerto con mi tropa ya el general Mejía también se había ido. Había planificado su huida. No había presidente ni jefe director de la Guardia, entonces quedó todo automáticamente en el aire, fuera de control, ¡sálvese quien pueda! En el aeropuerto había tanta gente que no me explicaba cómo podían caber en un avión. Pero el avión nunca apareció, de modo que como a mediodía ya se empezaron a escuchar disparos. Yo les dije a mis soldados que ahí terminaba mi misión y nos despedimos. A todos les había dicho que llevaran una mudada de civil por si ocurría esto. Y así fue, nos cambiamos, les recomendé que buscaran las embajadas, la Cruz Roja y a sus familiares, que buscaran cómo protegerse. A la mayoría no los volví a ver.

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¿Sintió miedo?
Yo me fui caminando, y era el momento en que los sandinistas venían en caravana entrando a Managua. Pero ya vestido de civil no tuve ningún problema, pude caminar desde el aeropuerto hasta el reparto Santa Clara, donde vivía un primo. Ahí descansé porque tenía como cinco noches sin dormir. Al día siguiente, el 20 de julio, yo todavía no comprendía lo que estaba pasando. Pero un tío se preocupó y me fue a dejar a la Embajada de Guatemala, que ya estaba llena de personas, pero alguien me reconoció y pude entrar.

¿Por qué el avión nunca llegó?
Bill Fiorito no pudo aterrizar porque el aeropuerto estaba tomado. Se fue a El Salvador y allá le pintó el emblema de la Cruz Roja y comenzó a hacer vuelos “humanitarios” donde traía granos. A los días se dio cuenta de que yo estaba en la Embajada de Guatemala. Fue y me montó en un taxi y me puso una gabacha de la Cruz Roja y una gorra blanca. Nos pararon como cinco veces, pero cuando miraban los emblemas decían inmediatamente que continuáramos. Así llegamos al aeropuerto. Ahí me tuve que meter en el avión por el hueco donde salen las maletas, mientras Fiorito distraía al personal del aeropuerto. Una vez estando en el avión hubo tres inspecciones, pero yo estaba con un mapa en la cabina del avión haciéndome pasar por un piloto. Una vez que el avión iba a despegar lo volvieron a detener. Entonces lo que hicimos fue abrir una de las escotillas donde meten las maletas y ahí me metí. Estuve como seis minutos enrollado hasta que el personal se fue y pudimos despegar para ir a El Salvador y después a Miami.

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¿Por qué perdió la guerra Somoza?
Esto hay que mirarlo de forma más amplia porque la Guardia sufrió. Porque cuando le entregan la Guardia a Somoza García se dio cuenta de que le estaban entregando el futuro de un país, el poder y nunca lo soltó. Los Somoza hicieron amagos de democracia, cambiaban presidentes pero el control de la Guardia jamás lo entregaron. Entonces para mí la Guardia murió cuando nació porque no tuvo tiempo de independizarse y hubo demasiadas conspiraciones desde los primeros días. Somoza García tuvo la capacidad de moldearla a base de prebendas porque los comandantes no tenían que rendir cuentas, ellos controlaban todo, a cambio de fidelidad. Cada comando tenía una entrada específica porque era el dueño de la economía local y eso originó servilismo y corrupción. Ahí es donde la Guardia se funde en eso y se descuida en su preparación. No hubo tiempo de modernizarla. Entonces la derrota de la Guardia es implícita porque si se hubiera preparado no hubiera pasado lo que pasó. La Guardia estaba abandonada.

Justiniano Pérez, último jefe de la EEBI. LAPRENSA/O.Navarrete

Trasladándonos a la actualidad. ¿Cómo analiza la crisis que vive Nicaragua desde hace un año?
Lo he visto desde un punto de vista optimista, pero con bastante preocupación. Primero porque hubo un despertar que era necesario, pero hubo una reacción demasiado arcaica y demasiado animal en términos de comportamiento. Porque Ortega se ha enfermado y la gente que lo rodea está convencida de que es el único que puede mantener todo a salvo: las prebendas, la corrupción. Hay una repetición con Somoza pero en términos más drásticos de comportamiento, más específico e ideológico, porque el eje cubano y venezolano está involucrado. A ellos no les interesa más que mantenerse en el poder a base de represión.

¿Usted pensaba que se iba a desatar esta represión?
La gente se engañó mucho por el amarre con la empresa privada, la cooperación internacional y las obras de modernización. Entonces es lógico que la gente se entusiasme. Pero se engañaron porque no vieron el trasfondo de la situación. Incluso yo tengo un hermano que se extasiaba con los árboles de la vida cuando caminaba por la avenida Bolívar. Pero este despertar de la población presentó la verdadera cara.

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¿Qué le ha sorprendido más?
La terquedad de este hombre (Daniel Ortega) porque toda persona que tiene poder debe ser inteligente. Ahora lo otro es que yo siempre me imaginé que el Ejército iba a ser más visionario como institución. Pero veo que el Ejército es el más cómplice en estas cosas y para mí es deprimente porque en primer lugar soy militar y espero que los militares hagan algo cuando las cosas van mal. Pero en Nicaragua el Ejército está atado de pies y manos. O demasiado fiel, o demasiado comprado, pero no hay esperanzas. Entonces no se puede esperar un cambio drástico, todo tiene que ser a base de tiempo, de desgaste, paciencia y presión internacional que empuje el descalabro económico que puede llevar al país al colapso.

¿Por qué cree que el Ejército es cómplice?
Completamente. Te digo que en un ciento por ciento. Yo te puedo confiar porque me di cuenta que en los años de la escuela militar hay un adoctrinamiento a los soldados. Todo está politizado. Entonces si el Ejército está así, imagínate a la Policía que está manejada por el consuegro.

“Siempre me imaginé que el Ejército iba a ser más visionario como institución. Pero veo que el Ejército es el más cómplice en estas cosas y para mí es deprimente porque en primer lugar soy militar y espero que los militares hagan algo cuando las cosas van mal”.
Justiniano Pérez, último jefe de la EEBI.

Desde su punto de vista Daniel Ortega tiene las armas. ¿Esto es suficiente para decir que está fuerte?
Es lo mismo que está pasando en Venezuela, que todo el Ejército está apoyando a Nicolás Maduro. Y Venezuela tuvo un Ejército de profesionales porque yo los conocí cuando me entrené en Panamá y Estados Unidos. Y tenían un pensamiento diferente. Pero ahora ves a los generales que rodean a Maduro y uno se pregunta qué pasó, cómo cambiaron. Pero es que Hugo Chávez hizo un trabajo fenomenal de comprarlos e involucrarlos en negocios, y les cambió la ética. Lo mismo en Nicaragua, porque el Ejército está involucrado en varios negocios, y son negocios rentables en Estados Unidos y en Nicaragua. Entonces ya obedecen a Ortega porque es quien auspicia esto.

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¿Cree que Daniel Ortega seguirá utilizando la represión para mantenerse en el poder?
Es que ya no puede retroceder porque tiene el mecanismo diseñado para eso. Pero él está jugando con las componendas. Porque también tiene a la oposición de partidos políticos que nada más están esperando la señal para hacerle el jueguito de las elecciones. Ahora en la Alianza Cívica hay muchas dudas. Pero tienen que hacer algo, por lo menos parar la represión, sacar a los presos y negociar que no exista continuismo. Es más, se puede aceptar que termine su período con la promesa de que ya no se meta en política y eso sería un gran logro. Claro, asegurando el rescate democrático. Pero de que hay que ceder hay que ceder, porque Ortega tiene la papa caliente y tiene el control de todo y no lo va a aflojar.

Uno de los mecanismos que más sorprendieron el año pasado fueron las llamadas Operación Limpieza. ¿Identificó alguna estrategia?
Puede ser que la pareja presidencial estaba alarmada porque nunca esperó esa reacción del pueblo en general. Ellos creían que lo tenían bajo control. Y en el Frente hay cabezas calientes, entre ellos, Edén Pastora. Entonces se reestructuraron y no miraron más opción que utilizar la fuerza bruta.

¿Puede ver alguna estrategia que Ortega esté utilizando desde abril del año pasado?
Lo que pasa es que no solo es él, también ahí nomás tiene a Rosario Murillo, su esposa, que quiere llegar al poder. Y también están los hijos que todos son ambiciosos, nacieron en el poder y no han vivido otro mundo que no sea eso. Para una familia así es duro dejarlo todo abandonado. No pueden dejarlo todo así por así porque tienen demasiado. Entonces tienen que ampararse en la represión porque no tienen otro recurso, ya que a las buenas no se van.

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Plano Personal

Justiniano Pérez tiene 74 años de edad.

Vivió en Estados Unidos en 1984 hasta el año 2013, cuando decidió regresar para escribir sus libros de memorias.
Actualmente se encuentra nuevamente en Estados Unidos.

Tuvo cuatro hijos.

En Estados Unidos trabajó como agricultor en una compañía canadiense.

Fue uno de los organizadores de la Resistencia Nicaragüense y organizó un grupo que se llamó Legión 15 de Septiembre que sirvió de base para organizar la Contra.

La Prensa Domingo Justiniano Pérez archivo

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