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Universitarios de la UNA se cubren con lo que pueden y lanzan piedras a los antimotines, quienes llegaron a aplastar la protesta que empezó con pancartas y mantas en la Carretera Norte, la mañana del 19 de abril de 2018. LAPRENSA/J. FLORES

La rebelión universitaria de abril: inicio de la protesta social en Nicaragua

Los universitarios salieron a las calles a protestar con valentía, marcando un punto de inflexión en el país, un acontecimiento épico en la historia reciente, una efervescencia que contagió a otros sectores de la sociedad y que dio inicio a la rebelión de abril.

Hace un año Nicaragua vio sorprendida cómo los universitarios salieron a las calles a protestar con valentía, marcando un punto de inflexión en el país, un acontecimiento épico en la historia reciente, una efervescencia que contagió a otros sectores de la sociedad y que dio inicio a la rebelión de abril.

Los estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) fueron los primeros en sumarse a las movilizaciones en Managua, la capital. Una semana atrás ya habían dado una demostración de compromiso social con el incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz al ver que el régimen se mostraba indolente frente la emergencia. Pero la plenitud de la protesta ocurrió con la reforma inconsulta al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). Jóvenes que no llegaban a los 19 años utilizaron Facebook, Twitter y WhatsApp para autoconvocarse a plantones cívicos, los que fueron reprimidos con brutalidad por el régimen de Daniel Ortega y su pareja, Rosario Murillo Zambrana.

En víspera de cumplirse un año de la explosión social, desde el exilio Fernando Sánchez, miembro del Liderazgo Juvenil Nicaragüense, cuenta que todo fue espontáneo y quien participó lo hizo de forma voluntaria porque creía en la causa, que indudablemente se le bautizó como “movimiento autoconvocado”. Fue así que el 18 de abril en la entrada principal de la UCA se congregaron como abejas en un panal y después de ser reprimidos por las fuerzas de choque del régimen, “a partir de ahí no es como que todos en la universidad nos organizamos, más bien los grupos con los cuales teníamos confianza comenzamos a escribirnos y a decir: hay que seguir protestando porque no es posible de que nos repriman de esta manera”.

Esa misma noche, luego del ataque que se dio en la UCA y otro en Camino de Oriente, Sánchez recuerda que empezó a crear grupos en WhatsApp con sus compañeros de la carrera de Comunicación Social y similar ocurrió en las carreras de otras facultades, con el propósito de regresar a las calles al siguiente día.

Todo era espontáneo y lo que lo alimentaba eran las imágenes de la brutal y descarada represión que desató las fuerzas de choque del régimen, y que dejó jóvenes y adultos mayores golpeados, robos, y destrucción de la fachada de la UCA, que se viralizaron en las redes sociales y también creó conmoción en otras universidades.

En la fotografía, turbas del régimen de Daniel Ortega llegan a intimidar a los estudiantes que protestaban de forma pacífica afuera de la UCA. Antes habían llegado miembros de la Juventud Sandinista. LAPRENSA/R. FONSECA

Para ese entonces Eduardo Marín era estudiante interno de la Universidad Nacional Agraria (UNA) y relata que en los diferentes grupos empezaron a comentar sobre lo acontecido, llegando a la decisión de realizar un plantón al siguiente día, el 19.

“Todo fue de manera espontánea, entre los mismos grupos de estudiantes se empezó a decir: hagamos mantas, hagamos carteles y vamos a plantarnos en la Carretera Norte. Se corrió la voz, entre nosotros mismos, que teníamos que protestar, y al siguiente día estábamos unos doscientos estudiantes en un inicio y luego se fueron sumando más”, recuerda Marín.

Ese 19 de abril amaneció con protestas en la UCA y la UNA y al estudiantado de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) le sobraban ganas también por sumarse a las manifestaciones, pero faltaba algo para hacerlo, que a las horas llegó.

“Yo llegué a clases, tenía un examen y recuerdo que había un movimiento extraño en el recinto. Yo llegué justo a tiempo, antes que cerraran los portones y me acuerdo que le pregunté a uno de seguridad si había clases y me respondió que parecía que no porque los profesores se estaban yendo. Me quedé ahí y luego, en grupo, subimos al monumento Simón Bolívar (dentro del recinto) y vimos como los antimotines venían en su formación, con escudos y escopetas y quedando a unos 15 metros de los de la UCA que querían marchar, mientras nosotros nos quedamos quietos sin saber si les van a disparar a ellos o a nosotros y cuando miramos todos los policías disparan al mismo tiempo a los de la UCA, entonces desde la UNI empezamos con la lluvia de piedra contra los antimotines, que duró como dos minutos”, comenta un estudiante activo y que por temor a ser expulsado brinda su alias: comandante Bambú.

Cuando se dan estos enfrentamientos, el plantón pacífico de la Agraria, al noreste de Managua, ya había empezado a ser atacado por los policías orteguistas y aparecían los primeros heridos, siendo el más grave un joven a quien le sacaron un ojo de un balinazo.

A través de las redes sociales y los canales independientes se seguía la efervescencia estudiantil y el brutal ataque, pero como si no fuera suficiente faltaba más violencia y en otro punto de la ciudad: la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli), que se había unido al rechazo de las reformas al INSS con un plantón que en un inicio no superaba las 15 personas.

Abril 2018

Conforme pasaron las horas se sumaron más universitarios y al ver que por los semáforos de la Rafaela Herrera, al este del recinto, se reconcentraban antimotines, los jóvenes levantaron barricadas.

Era un augurio de que todo se pondría color de hormiga, pero no que al final del día se contarían los primeros dos muertos.

“Solo éramos estudiantes, todas las caras que estaban ahí yo las conocía. Había jóvenes de otros turnos, de la mañana, de los sábados, de los domingos. Era un apoyo bastante juvenil, solo éramos universitarios y llegamos a un momento de la tarde que todos nos cuidábamos, cargábamos en nuestras mochilas agua con bicarbonato, agua con vinagre para resistir los gases lacrimógenos. El plantón que en la tarde fue atacado, no fue planeado, empezó con los jóvenes de la carrera de Ciencias Políticas y después nos sumamos otros de otras carreras”, explica Enrique Jaime, quien para entonces estudiaba Administración de Empresas y rechaza el discurso del régimen de que todo formó parte de un intento de golpe de Estado. “Nunca existió. Jamás. Simplemente éramos universitarios exigiendo nuestro derecho, porque uno se da cuenta de tantas barbaridades que comete el gobierno. Nunca fue premeditado ni alguien llegó a decir qué debíamos hacer. Dicen que el MRS, la CIA, eso no existe. Éramos universitarios exigiendo derechos”.

Para la caída de la tarde ya habían cesado los ataques a los universitarios de la UCA, UNI y UNA; pero el de la Upoli se mantenía. Eran las 10:00 p.m. y los estudiantes resistían la furia, no teniendo más opción que atrincherarse en el recinto, que duró 51 días, y por eso se convirtió en el bastión de la resistencia universitaria, de la lucha inclaudicable azul y blanco.

Sin pretenderlo, los universitarios fueron los que encendieron la llama de la rebelión contra el régimen opresor.

Protesta sin logística

Las protestas universitarias del 18 y 19 de abril de 2018 en la UCA, UNA, UNI y Upoli fueron espontáneas y ninguno de los que estuvieron en esos días pensaron que era el preludio de una rebelión nacional contra el régimen de Daniel Ortega, que en 2007 instauró una política de terror en el país y empezó a aniquilar las libertades públicas.

Los estudiantes que estuvieron desde el principio de las revueltas, reconocen que no contaban con puestos médicos para atender a los heridos, tampoco agua para tomar o una estructura de líderes para la toma de decisiones.

Se dejaron llevar por el sentido común y fue hasta días después que empezaron a elegir a los representantes por recinto, a acondicionar puestos médicos en el caso de la Upoli, donde las camillas fueron las puertas de las aulas de clases y las camas, los escritorios de los profesores.

Los estudiantes de la UCA, UNA, UNI y Upoli empezaron a protestar por las reformar al Seguro Social y luego exigiendo justicia por los asesinados. No había comunicación entre ellos. Fue días después, el 21 de abril, que se buscó la articulación entre todos para que los pronunciamientos tuvieran más fuerza. Ahí nació el Movimiento Estudiantil 19 de Abril.

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