14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El poder y la locura

El poder que enajena los sentidos es aquel que llega a tener carácter de absoluto, conseguido gracias a una revolución armada, un golpe de estado, un triunfo electoral avasallador

Los trágicos griegos fueron sabios en representar el poder como una forma de locura; y no hay nadie más explícito que Shakespeare al examinar esta enajenación capaz de trastornar el mundo. A Eurípides se atribuye una frase lapidaria, aquella de que los dioses vuelven loco primero a aquel a quien quieren perder, como ocurrirá con Ricardo III, “alguien criado en sangre, y en sangre asentado”.

Los dioses, según recuerda Herodoto, nunca se ocupan de las acciones de los pequeños e insignificantes, quienes no suelen despertar sus iras, “puesto que la divinidad solo tiende a abatir a aquellos que descuellan en demasía”. Para rebajarlos tienen a su disposición a Némesis, la deidad de la venganza, presta a lanzarse contra el demonio de la hubris, esa enfermedad que pierde a los mortales encumbrados en el orgullo destructivo del mando absoluto.

Sordos a los clamores de la ley y a las voces de la cordura, se convierten en posesos de esa hubris que emponzoña sus cerebros. Es la locura a que Lady Macbeth incita a su marido para apoderarse del reino usando los instrumentos más mortíferos, la traición, la falta de escrúpulos, y el asesinato como necesidad de estado.

El síndrome de hubris tiene hoy categoría clínica gracias al médico y político británico sir David Owen, quien define sus características en el libro de 2008 En el poder y en la enfermedad; un trastorno de la personalidad que no se da sino en el medio de cultivo del poder, que lo activa y exacerba.

El poder que enajena los sentidos es aquel que llega a tener carácter de absoluto, conseguido gracias a una revolución armada, un golpe de estado, un triunfo electoral avasallador que como consecuencia favorece la supresión de las reglas del juego democrático.

El predestinado se quedará por largos años, sin plazo definido, y sin controles ni contenciones, porque todo el aparato de estado llega a funcionar bajo su arbitrio único. El tiempo desaparece de su mente, y aún la idea de la muerte le llega a parecer extraña.

Solo atiende su propio criterio obsesivo; se niega a escuchar a los demás, y quienes lo rodean temen expresar sus propias opiniones; lo que importa son sus propósitos mesiánicos.

Es un poder narcisista, y lo único que vale es la búsqueda obsesiva de un lugar en la historia. Es cuando el poderoso comienza a hablar en tercera persona al referirse a sí mismo, o se envuelve en el nosotros mayestático. Y si llega a pensar que no es comprendido en su tiempo, tiene la certeza absoluta de que la historia, que también es propiedad suya, le hará justicia.

Ahora solo es capaz de hablar consigo mismo. Es el monólogo de la soledad, donde solo hay justificaciones complacientes. La pérdida de contacto con la realidad se le vuelve imperceptible.

Y la visión mesiánica, que crece en el vacío de la irrealidad, no se cuida de los costos políticos. Todas las decisiones son acertadas, y por tanto moralmente válidas. El dueño del poder, que es a la vez dueño de la verdad, se acerca al abismo sin darse cuenta porque no queda nadie que se lo advierta.

Némesis llega para restablecer el equilibrio natural del universo, en el que la desmesura debe ser corregida, no importan el ruido y la furia con que el hubris se deshace en pedazos en su caída. Al fin y al cabo se trata de derribar ídolos de sus pedestales de cera, y el bronce hueco resuena en ecos contra el suelo.

El autor es escritor. Buenos Aires, mayo 2019.
www.sergioramirez.com
@sergioramirezm

Columna del día Herodoto locura poder archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí