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“Cui bono”

El papa Francisco llamó a Roma a monseñor Silvio Báez, quien afirma irá Roma por obediencia para servir a la Iglesia donde el papa disponga. Y cita voy “encadenado, en el espíritu, sin saber lo que allí me sucederá”. Hechos-20-22.

Su exilio, objeto de conjeturas, incluyendo desde su protección hasta su “silencio”. Como antecedentes, el papa San Juan Pablo II pidió a monseñor Romero guardar “silencio”, hasta su homilía, semanas antes de ser ultimado, cuando dijo: “Ya no me es posible callar ante masacre perpetrada en campesinos salvadoreños”. Hace más de 600 años Santa Catalina de Siena escribía al papa Gregorio XI: “Basta de silencios, por haber callado, el mundo está podrido”.

Dudamos sobre los motivos del “exilio” de monseñor Silvio Báez, que ha dejado a creyentes y no creyentes abandonados durante la crisis nicaragüense. Unos lo leen como victoria del gobierno, otros como necesaria acción diplomática o para proteger su vida, u otras posibilidades. Muchos confiamos que la decisión del papa Francisco sea por algo superior. Decisión que nos ayude absolutamente a todos a hacer la paz y la justicia.

En criminalística y derecho romano se usa como elemento esclarecedor la frase del juez y cónsul Lucio Caso, “Cui Bono”, ¿quién se beneficia? Aquí diríamos “quién sale ganando”. Y para esclarecer esta acción, que obviamente no llega al nivel de crimen, centrémonos no tanto en lo sociopolítico, sino en las próximas nominaciones eclesiásticas.

Habrá que reponer al obispo auxiliar en Managua, la Diócesis de León ya necesitada de renovación, los conocedores mencionan que el obispo de Chontales sería reubicado, probablemente se requiere ordenar un obispo para llenar el vacío de monseñor Báez. Y todo esto ha de ocurrir pronto, dándonos una indicación de los motivos del papa o de la curia romana.

De los criterios utilizados en estos nombramientos, ya sean político-diplomáticos, o pastorales-proféticos, podremos leer la tendencia, si vamos en Nicaragua hacia una Iglesia neutra que atempera circunstancias, o de carácter eminentemente profético, o una Iglesia que enfatiza su unidad organizacional y estabilidad, o una Iglesia que se aventura defendiendo a los perseguidos, sin temer los resultados.

¿Cuál Iglesia veremos? Una más apegada a la palabra de Cristo o más hacia el relativismo de Pilatos, quien preguntaba: ¿Qué es la verdad? (Juan 18:38). Una iglesia perseguida, o una iglesia neutra que se balancea y acomoda o una iglesia de poderosos. Y abusando un poco de las palabras de Cristo, “por sus frutos los conoceréis”, (Mateo-7:15-20), esto pronto lo veremos. Consciente que nuestros caminos muchas veces no son los de Dios que nos regresan a Él por veredas incomprensibles, por curvas que son rectas.

El autor es arquitecto.

Opinión exilio Papa Francisco Roma Silvio Báez archivo
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